TAEKWONDO

En la cresta de la ola

Adrián Vicente, bronce en los Mundiales de taekwondo, habla con AS de su prometedora trayectoria. Esta semana, compite en el Grand Prix de Roma.

Después de un primer tramo de año muy intenso, Adrián Vicente se tomará dos semanas de vacaciones en julio. El madrileño, con un bronce, estrenó el medallero español en los recientes Mundiales de taekwondo, celebrados en Bakú. Esta semana, competirá en el Grand Prix de Roma. Después, tiene los Juegos Europeos (del 21 de junio al 2 de julio, en Cracovia) y, finalmente, disputará el Open de Australia. Tras esta última competición, aprovechará el viaje para tomarse un respiro. “Nos quedaremos, iremos a Bali y le daremos caña al surf”, revela en conversación con AS, el día anterior al vuelo hacia Italia.

Las olas son una de sus grandes aficiones. Probó el surf en Bilbao, en una visita a su compañero de Selección Jon Andoni Cintado, subcampeón del mundo el año pasado, y le encantó, aunque aún no es experto. “Da gracias si me mantengo de pie”, admite entre risas. Lo suyo es el taekwondo y, tras su podio en Azerbaiyán, está en la cresta de la ola. “Íbamos a por todas. Llevaba muchos años intentándolo. Por fin ha llegado (la medalla), pero no hay mucho tiempo para llorar o para celebrar, que el calendario aprieta”, explica justo después de su último entrenamiento en España. En Europeos, su palmarés es extraordinario: oro en Kazán 2018 (-54 kg), plata en Sofía 2021 (-58 kg) y bronce en Mánchester 2022 (-58 kg). Ahora, sólo falta la olímpica. Se clasificó para Tokio, pero terminó 9º. A París, llegaría con otro estatus: “Primero, hay que centrarse en poder volver a los Juegos. Una vez allí, obviamente, tenemos el nivel para luchar por las medallas si el día es espléndido y cuadra todo”, no duda en afirmar.

En Roma, donde perseguirá su quinta medalla en el circuito Grand Prix (tiene cuatro bronces), cumplirá 24 años. Sería el domingo, el día después de competir. “En el taekwondo, cualquier detalle te da o te quita medallas. Pequeños errores propios, del rival... vamos a por el oro, a ver si tenemos doble celebración”, bromea. En semanas como la actual, con dos competiciones seguidas de mucha exigencia, no modifica mucho sus entrenamientos. “Si el cuerpo lo permite y no tiene muchos golpes, seguimos lo habitual. Sin mucha, mucha intensidad, pero lo mismo”, explica. En su día tipo, empieza a entrenar el físico a las 10:30. A las 12:00, entrena taekwondo. Tras descansar, repite sesión de taekwondo, sobre las 17:30, más centrada en la táctica. Además, lo compagina con sus estudios: INEF en la Universidad Politécnica de Madrid y Educación Primaria en la UCAM. Normalmente, cierra el día en el spa, hablando con sus compañeros de equipo, un “muy buen grupete”.

Judo, kárate, baloncesto... y taekwondo

Todo ello tiene lugar en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid, al que llegó como externo en 2018. Iba y volvía desde Meco, donde vive su familia, hasta que se ganó una beca como interno, a raíz de su oro europeo, “el subidón”. Antes, entrenaba en Alcalá de Henares, en el gimnasio Alcalá Arena, con su entrenador Miguel Ángel Herranz, ahora también en el CAR. Pese a ello, no empezó en el taekwondo hasta los 12 años, cuando su gimnasio realizó una exhibición para los alumnos de la ESO. “Salí dando patadas y saltos y le dije a mi madre que quería practicar aquello”, recuerda. Hasta entonces, había probado el judo, el kárate y el baloncesto, deporte que compaginó con el taekwondo durante medio año. “Mi madre no daba abasto para llevarme a una cosa y la otra. Tuve que elegir”, revela. Y eligió bien.

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