El Palma conquista su tercera Intercontinental consecutiva ante Peñarol

Hace ya un tiempo que lo que consigue el Palma Futsal dejó de ser un milagro. El conjunto balear vive instalado en la excelencia desde hace ya tres años, lapso en el que ha conquistado de forma consecutiva dos tripletes: el de Champions y, desde este viernes, el de la Copa Intercontinental. Poco importa que no sea un título reconocido oficialmente por la FIFA (lo será a partir del próximo año), porque los más de 200 países que contaron con la retransmisión del partido en directo vieron unas imágenes a las que ya está todo el mundo acostumbrado, que se han normalizado aunque sean extraordinarias. Y esos momentos, grabados a fuego en la retina de los aficionados del Palma, no son otros que los de ver a su equipo ganar, ganar y volver a ganar. La víctima fue el Atlético Peñarol (4-2), que cayó dando la cara a pesar de ser debutante en esta competición tras ganar su primera Libertadores. Rivillos, con un doblete, fue nombrado ‘MVP’.

Si de algo puede sentirse especialmente orgulloso el Peñarol es de tener una afición incondicional. Poco importa el sitio y el lugar, ellos siempre cumplen a rajatabla, como los más de 1.000 aficionados que dotaron de color y más ambiente a las abarrotadas gradas de Son Moix, provenientes en su mayoría de las dos peñas (para un total de cinco en España) con las que cuenta el equipo uruguayo en Palma. De lo que también puede sacar pecho el Peñarol es de su alta intensidad defensiva, con fuertes choques y una primera falta que llegó a los cuatro segundos. Quizás, en parte los uruguayos también salieron espoleados por la sonora pitada que se llevaron de la afición local al inicio del calentamiento.

Aun así, desde los primeros compases se vio que la diferencia de calidad y de experiencia entre uno y otro equipo era considerable. El Palma armaba largas posesiones con pases milimétricos, mientras que la mejor opción del Peñarol, y casi única, era fiarlo todo al balón largo. Mientras regalaban mil y una posesiones, los de Vadillo percutieron una y otra vez sobre portería contraria, especialmente por mediación de Rivillos. Para el ‘10’ del Palma, después de dos ocasiones de gol (una que salvó un rival bajo palos y otra por un paradón del guardameta), a la tercera fue la vencida, con un ajustado disparo en acción de estrategia que significó el 1-0. Las oportunidades continuaron, siendo especialmente peligrosa la de un Charuto que picó demasiado la pelota en un mano a mano con Mathias Fernández. Con esa renta mínima se llegó al descanso, y supo a poco después de un balón al poste de Lucao.

Aunque el Palma saltó al segundo tiempo con un puntito de calma que le venía bien, vivir al filo del empate conlleva riesgos. A veces, demasiados. Y el Peñarol se aprovechó, con una jugada que no parecía ir a ningún lado pero que Paroldo envió para adentro tras un desvío de la zaga balear. Pero si algo le sobre a este Palma, repleto de recursos y virtudes, es la magia individual. Deivao lo demostró con una media vuelta exquisita que le puso en bandeja a Rivillos, siempre con la escopeta cargada, el 2-1.

Con todo en contra, el Peñarol se vino arriba. Sacó portero-jugador y puso el empate en una contra que finalizó Paroldo con algo de fortuna. Son Moix, fortín de nervios de acero, recondujo a los suyos a la senda del éxito gracias a Machado, que aprovechó el rechace de un potente disparo de Ernesto para devolver la ventaja al luminoso. El propio Ernesto, que minutos antes se había topado con el poste, puso la guinda(4-2) a 9 segundos del final al anotar desde su campo sin portero. La racha continúa. Y que siga.

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