El GOAT del Scrabble que gana mundiales en inglés, castellano y francés... sin hablar el idioma
El neozelandés Nigel Richards es el mejor del mundo en el famoso juego de las palabras. Su halo de misterio unido a su memoria fotográfica y su aparente facilidad para arrasar rivales hacen de él un personaje atrayente.
El objetivo del Scrabble es intentar alcanzar el mayor número de puntos mediante la construcción de palabras y es uno de los juegos de mesa más conocidos del mundo. El conocimiento del idioma es clave para encontrar vocablos que permitan que las letras usadas sumen mucho y así derrotar a los adversarios. Sin embargo, el neozelandés Nigel Richards (55 años) ha roto con esta premisa establecida. El campeón del mundo en inglés ha sumado recientemente los otros dos títulos planetarios que existen, castellano y francés... ¡sin hablar ninguno de los dos idiomas! De esta forma, su calificación de GOAT del Scrabble es totalmente merecida, es el más grande de todos los tiempos indistintamente del idioma.
Dominador en la lengua de Shakespeare y rey del mundo anglosajón en varias ocasiones, lo increíble es que haya sido capaz de conseguirlo también en lenguajes que su cabeza no tiene asimilados ni son conocidos para él. Richards une a estas hazañas en el tablero una mística que hace que su figura esté rodeada de un aura especial que llama mucho la atención y le convierte en un enigma en lo personal. No había jugado al juego hasta que cumplió los 28 años y su primer torneo fue el Campeonato de Nueva Zelanda, en 1997, al que acudió en bicicleta tras un trayecto de... ¡14 horas! Llegó a altas horas de la madrugada, espero en la sala sin dormir, ganó todas sus partidas y regresó el domingo en su misma bici con el trofeo en la mochila.
Otra curiosidad es que tras sus primeros éxitos decidió irse a vivir a Malasia y sus números a lo largo de los años son increíbles: gana el 75% de las partidas. Una leyenda urbana cuenta que es capaz de memorizar reglamentos completos o incluso libros en cinco lecturas. Además, juega sin expresividad en su rostro, sin ningún cambio de gesto. Casi con aparente desgana. Lo que nadie pone en duda es que su dominio de la gramática y su memoria fotográfica son únicos. Realiza partidas perfectas sin apenas pararse unos escasos segundos en pensar las jugadas.
Para darle más misticismo al tema, Richards asegura que muchas de las palabras no sabe dónde las descubrió y que es incapaz de retener ninguna si la escucha únicamente, ha de verla escrita. Su cerebro es un escáner y desgrana cadenas de palabras como un científico elucubra con posibilidades matemáticas. Sus rivales le admiran y destacan su caballerosidad, ya que no usa trucos de bloqueos, él suma altas puntuaciones siempre con la seguridad que su vocabulario le facilita. No analiza, ni usa estrategias, ni estudia posiciones del tablero. Y siempre, nada más cerrar la victoria desaparece del salón del juego como un fantasma. Como antes ha aparecido sentado en la mesa. No habla con nadie, es difícil acercarse a él. No se conoce una sola entrevista concedida.
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