FÚTBOL SALA | CHAMPIONS LEAGUE
De milagro a leyenda: el Palma repite Champions ante el Barça
El conjunto balear, que empezó por detrás en el marcador, gana al azulgrana en la final española y, con el menor presupuesto, revalida su corona.
Lo imposible volvió a ocurrir. Ese sueño que Miquel Jaume, amante del fútbol sala y fundador de la Associació Esportiva Manacor, levantó en 1998 llegó a su clímax. Este domingo, en Ereván, en una final española a más de 5.000 kilómetros de distancia, el Palma Futsal se impuso al Barça por 5-1 para revalidar su cetro continental. Con el menor presupuesto de la competición y tras cambiar buena parte de la plantilla, un clásico cuando los pequeños triunfan entre gigantes, se adjudicó la Champions por segunda vez seguida, algo que sólo habían logrado el CFS Bisontes Castellón y el Movistar Inter. Lo del conjunto balear, “un proyecto hecho a sí mismo”, como dicen, no va de nombres y es difícil de explicar, pero es una realidad. Lo del año pasado fue un milagro. Ahora, el Palma, que con dos títulos sólo se sitúa tras el Movistar Inter (cinco) y el propio Barça (cuatro) en el palmarés, ya es leyenda.
La gloria se retrasó un pelín. Por si la tensión fuera poca, el partido se detuvo antes de cumplir el primer minuto por problemas con el cronómetro. La historia esperaba y el tiempo no avanzaba. Los escasos segundos antes del parón, sin embargo, dijeron mucho. El Palma, que había prometido “dejarse la vida”, salía con esa intención. El Barça, experto en este tipo de situaciones, intentaba amansar a la fiera. Un David que, como campeón, ya es Goliat, pero que se sigue sintiendo lo primero. Realmente, y aunque desde hoy brillen dos Champions en sus vitrinas, lo es. Y el conjunto azulgrana, por muy curtido que esté, no conseguía controlar un tsunami inicial procedente de Mallorca. Y que arrolló con todo hasta el final. “O vamos a por ellos, o nos van a entrar, tíos. No les podemos dejar tres metros en defensa. ¡Estamos dormidos! ¡Estamos dormidos!”, gritó el técnico del Barça, Jesús Velasco, en un tiempo muerto. Era el minuto siete y las cuentas no le salían: el Palma sumaba 11 intentos y ellos, dos.
Fue el tramo inicial de una primera mitad repleta de contradicciones. Cuando mejor estuvo el Palma, marcó el Barça, hasta entonces a hombros de un Dídac Plana imperial; cuando mejor estuvo el Barça, remontó el Palma. Así es el fútbol sala. Así es la vida. Adolfo, tras un pase de Catela, que levantó la pelota con dulzura, remató a la escuadra con rabia. Entonces, entró en acción el entrenador del Palma, Antonio Vadillo, que advirtió un problema con las faltas. El río llevó agua y el encuentro, más nervioso que vistoso hasta ese momento, se descontroló. A un minuto del descanso, ocurrió todo a la vez y en todas partes. Primero, en el área del Barça, llegó el empate. Rómulo, con una volea medida, empaló un córner botado por Chaguinha. Luego, en el lado del Palma, se pitaron dos dobles penaltis en 10 segundos. Vadillo, con sus palabras aún resonando, se desesperaba, pero el Barça fallaba por partida doble. Primero, Catela; después, Ferrao.
Muller, héroe de nuevo
En ese momento, seguramente, el alma del Barça, que esta temporada ha sufrido todo tipo de contratiempos, se empezó a romper. El corazón del Palma, a prueba de todo, disparó sus latidos. Un chasquido después, a siete segundos del descanso, Vilian Lourenço, que tiró rasa una falta desde la izquierda, coló el balón por debajo de las piernas de Dídac. Vadillo, liberado, gritó para que su alegría viajara de Armenia a Mallorca, que el año pasado pudo celebrar en casa, en un Velòdrom Illes Balears que ejerció como sede mucho más natural. No fue lo mismo, pero aparecieron los héroes de entonces. Sobre todo, un Luan Muller que, tras el buen trabajo de Carlos Barrón (paró los dos dobles penaltis), lideró la resistencia en una segunda parte de sufrir. De resistir. De fe. ¡Cómo no van a creer! Paró lo posible y lo imposible, como un pase de la muerte que, a seis del final, Catela no pudo aprovechar. Un minuto después, Neguinho, por partida doble, y Chaguinha, elegido MVP, marcaron los goles de la tranquilidad con el Barça volcado.
“¿Qué es mejor que ganar una segunda vez consecutiva? ¡Ganar una tercera! En serio, no podría estar más orgulloso de mis jugadores porque lo que hemos conseguido es increíble. Al nivel que jugamos esta noche y contra un rival tan fuerte como el Barça, merecíamos ganar la final”, expresó Vadillo, ya más tranquilo, sobre su equipo, que se aseguró la presencia en la próxima Champions. “Ganar el año pasado ya fue como un sueño hecho realidad. ¿Ganar dos veces seguidas? No puedo expresarlo con palabras. Por supuesto, estoy contento con este premio, pero creo que todos y cada uno en el equipo lo merecen y no hablo solo de los jugadores. Lo dejamos todo”, celebró el inspirado Chaguinha, componente de un equipo que, de momento, es invencible en Europa, con 16 partidos y ninguna derrota. De un grupo de jugadores que nació como un milagro y ya es una leyenda.
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