ESQUÍ PARALÍMPICO | MUNDIALES

Audrey rompe el hielo

La española, subcampeona del mundo de eslalon, habla con AS tras su éxito. Con ella, María Martín, la otra representante nacional en el Mundial del cambio.

Con 18 años, ya tiene tres podios en Copa del Mundo, dos victorias en la general de la Copa de Europa, ocho títulos de campeona de España y, desde el pasado domingo, una plata mundial. Pese a ello, Audrey Pascual aún se pone nerviosa antes de cada competición. María Martín Granizo, su compañera de aventuras, con la que conforma prácticamente un matrimonio (”¡un matrimonio de viejas!”, matizan con gracia), se encarga de tranquilizarla. “Siempre que me ve nerviosa, porque me pongo muy nerviosa, intenta desviar un poco mi atención, me anima… es como la persona que todo el mundo quiere en su equipo. Es muy alegre. En los viajes con ella, nunca te aburres”, explica la madrileña sobre la leonesa, de sólo 16 años. Hablan con AS desde la estación de Espot (Lleida), donde la semana pasada tuvo lugar el primer Campeonato del Mundo de Esquí Alpino Paralímpico organizado por la Federación Internacional de Esquí (FIS). Un cambio de paradigma. Una nueva etapa que Audrey estrenó desde el podio.

“Antes, el esquí paralímpico lo llevaba el Comité Paralímpico Internacional. Nosotras hemos notado que ahora son mucho más estrictos. Es más profesional todo”

Audrey Pascual, plata mundial

“Lo que más destacaría de Audrey… no me sale la palabra justa, pero diría que es su perseverancia. Insiste mucho en trabajar. Si quiere algo, entrena mucho y lo consigue. Es muy buena esquinado, esquía de lujo, y surfeando también”, dice María sobre la subcampeona del mundo, que nació con agenesia bilateral de tibias, por la que necesita prótesis en ambas piernas. “¡Y es muy maja y muy guapa!”, añade con su alegría, dándole la razón a su amiga. En Espot, sólo la alemana Anna-Lena Forster, por siete segundos, fue más rápida que Audrey, consciente de sus posibilidades. “Tenía muchas ganas de este Mundial. Llegaba tras hacer muy buenos resultados en Copa del Mundo”, explica. El jueves, ya había amenazado con tocar metal, pero una caída se interpuso en sus planes. “Bajó genial. O sea, iba a ganar”, detalla María, con una agenesia femoral en su pierna derecha. En su caso, ha empezado a competir internacionalmente este año. No pudo terminar ninguna de las dos pruebas, pero estaba en Lleida para “aprender y ver el nivel que hay”.

Ambas compiten tanto en surf como en esquí. Los movimientos a realizar, focalizados en el equilibro, son similares en ambos deportes. María, sin ir más lejos, se proclamó campeona del mundo de surf adaptado en diciembre, en Pismo Beach (California), donde también estuvo presente Audrey. “Nos conocemos de hace tiempo y hemos estado muchos años entrenando juntas, tanto en esquí como en surf. Hemos ido a todos los Mundiales juntas. Tener a alguien más o menos de tu edad es una suerte. El equipo español de esquí es pequeño, sólo somos dos chicas y bastante jóvenes”, explica la madrileña. Durante las concentraciones, tampoco tienen tiempo para mucho. “Esquiamos, vamos al físico, estudiar y cenar. En surf sí que nos da tiempo a… ir de compras, por ahí en California”, revela la leonesa entre risas.

Más visibilidad, más profesionalidad

Audrey ha empezado este curso en la universidad. Compatibiliza surf y esquí con la carrera de Administración y Dirección de Empresas (ADE). Eligió la Universidad de Granada para estar lo más cerca posible del CAR de Sierra Nevada, donde se gestó su plata mundial. Llegó a la nieve con diez años y por una rabieta, aunque justificada. “Mi tío me dijo que, debido a que no tengo piernas, no podía esquiar. Desde ese momento, se me metió entre ceja y ceja”, recuerda. Como María, quiere estar en los Juegos de 2026 (Milán-Cortina). La entrada del FIS en el esquí paralímpico es un impulso más. “Antes, lo llevaba el Comité Paralímpico Internacional. Nosotras hemos notado que ahora son mucho más estrictos. Es más profesional todo”, admite Audrey. “Está bien. De esta forma, se dará más a conocer el esquí alpino adaptado, porque al final...”, deja caer María. “Es el mismo deporte”, completa su compañera. Son las caras del cambio.

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