Otro año a vueltas con el formato de la Davis
La ITF y Piqué, ya ajeno a la organización, siguen sumando críticas por los cambios instaurados en 2019. Feliciano López: “No existe el formato perfecto”.
Pasan los años y el formato que se instauró en la Copa Davis en 2019 con la mediación de Kosmos, la empresa de Gerard Piqué que el pasado enero se desvinculó de la organización por desavenencias con la ITF, sigue acumulando críticas, dirigidas tanto a la Federación Internacional como al exfutbolista. Se dividen en dos vertientes: por un lado lo que algunos consideran un ambiente desangelado en las sedes de la fase de grupos, en contraste con las canchas llenas que se veían hace años, y por otro la ausencia de algunas de las grandes estrellas del mundo de la raqueta.
Lo cierto es que decir que los grandes no quieren jugar la Davis, tanto con el anterior sistema como con el actual, es una afirmación que los números desmienten parcialmente. Si miramos al pasado, prácticamente todos los nombres ilustres que puedan venir a la mente han jugado, y muchos de ellos ganado, esta competición. Del Big Three de Nadal, Federer y Djokovic, todos apellidos inscritos en la Ensaladera, a viejas glorias como Pete Sampras, Roy Emerson, Rod Laver, Björn Borg, Ken Rosewall, Ivan Lendl, Jimmy Connors, Nicola Pietrangeli, Boris Becker, John McEnroe, Ilie Nastase...
Y volviendo al presente, lo cierto es que el ratio de tenistas del top-50 que han disputado la cita desde 2019 no pinta precisamente un erial. En esa primera edición estuvieron 30 de los 40 top-50 que podían jugar la fase final (del resto algunos lo tenían físicamente imposible por no estar clasificados sus respectivos países), cinco de ellos top-10. Dos años después (en 2020 no se jugó por la pandemia) la cifra cayó a 21 de 37. El año pasado acudieron 27 de 38 y en este se han comprometido 25 de los 33 disponibles. Es cierto que algún año ha faltado Nadal, o Djokovic, o Federer u otros, a veces varios. En este la baja más sensible es la de Carlitos Alcaraz, número dos del mundo, que estaba en nómina hasta que decidió renunciar a su plaza tras el US Open, aduciendo cansancio y problemas físicos.
Y es que los motivos tras las ausencias, más allá de figuras que se han declarado en contra de esta innovación como el alemán Zverev, muchas veces están más relacionados con las apreturas de un calendario muy cargado o con las lesiones que con un desagrado respecto al formato. Y no solo ocurre en el tenis y en la Davis. Es el pan de cada día en todas las competiciones deportivas importantes, como demuestra entre otros muchos ejemplos la convocatoria de Estados Unidos para el reciente Mundial de baloncesto. Gajes del deporte ultraprofesionalizado.
¿Qué se puede hacer ante esto? Quizá no mucho. El nuevo director de las Finales, Feliciano López, aseguró este martes a los medios desplazados a Valencia para la fase de grupos que “no hay formato que garantice que vengan las estrellas”. “Cuando se jugaba el otro formato pasaba lo mismo. Con este, aunque sea ideal, va a seguir pasando lo mismo porque el calendario es el que es. Estamos en un momento muy bueno, y a mí particularmente el formato me gusta. No creo que haya uno ideal. Los jugadores tienen millones de compromisos y no nos podemos quejar de la calidad de la participación”, completa.
“Estamos dispuestos a evolucionar siempre”
Si la respuesta del público está relacionada con la presencia de los jugadores top o no es otro asunto más de grises que de blanco o negro. López celebra que para este martes, cuando se enfrentaron en la Fonteta de Valencia Corea y Serbia, había “entre un 75% y un 80% de entradas vendidas”, aunque luego la imagen de la Fonteta no casó con esa afirmación. Y en Mánchester la eliminatoria entre Francia y Suiza, objeto de duras críticas de Stan Wawrinka o Julien Benneteau, se disputó en un ambiente mortecino, con poca gente en las gradas. Piqué se defendió aduciendo que en 2022 se vendieron 113.000 entradas para la fase de grupos. No ayuda el hecho de que se juegue entre semana, los primeros partidos de los cruces en horario laborable (este año empezaban a las 15:00 en Italia, España y Croacia, a las 14:00 en Inglaterra). Antes se jugaba de viernes a domingo.
Feliciano, aunque afirma que la postura de la organización es de satisfacción, no descarta cambios futuros en el esquema. “Estamos dispuestos a evolucionar siempre, pero creemos que estamos en un momento bueno. Este formato tiene un poco del antiguo, que puedes jugar en casa o fuera en febrero y después tenemos dos fases adaptadas al tenis de hoy en día. Yo he jugado la Davis 20 años, con ambos formatos. Siempre hay rechazo cuando hay un cambio tan radical, pero hay que tener un poco de confianza”, sentencia. Quizá no haya ninguna solución. O quizá simplemente es que no hay ningún problema.