NATACIÓN

Mireia Belmonte: “Estar en los Juegos sería una recompensa”

La nadadora catalana se muestra optimista respecto a su clasificación y no se conforma solo con estar: “Yo siempre quiero lo máximo”.

DANI SANCHEZDIARIO AS

Optimismo es la palabra que mejor definiría las sensaciones transmitidas por Mireia Belmonte este martes en un encuentro con la prensa en Madrid patrocinado por el Banco Santander, del que es embajadora. La nadadora catalana (33 años) afronta una recta final de su carrera marcada por las lesiones. La última, en el hombro, le ha tenido 14 meses fuera del agua, con la oxidación que eso conlleva y que ahora trata de salvar de cara a clasificarse para los Juegos Olímpicos del próximo verano en París. Una meta que, sin plaza en el Mundial de febrero, tendrá su punto de inflexión en el Open de España del verano, y que encara con actitud positiva tras volver “a la rueda competitiva” en el clasificatorio mundialista de Róterdam (Países Bajos) el pasado noviembre, tras más de un año sin representar a España.

“Estar en los Juegos para mí sería una alegría tremenda, porque pensaba que no podría estar. Sería una recompensa”, cuenta Belmonte, figura histórica en la natación nacional con sus cuatro medallas olímpicas (un oro, dos platas, un bronce), 16 mundiales (contando las diez que tiene en piscina corta) y 24 europeas (contando también esa modalidad y su bronce en aguas abiertas en 2014). “El año de Tokio tampoco competí mucho internacionalmente. Al final lo importante es competir, volver a tener la confianza de saber que puedo seguir ganando carreras y acercándome a mis mejores tiempos. Lo importante son los Juegos. El Mundial de Doha también, pero como no puedo estar me centro en lo que puedo hacer, competir todo lo posible. Róterdam de alguna forma era romper el hielo, saber que puedo volver a meterme en la rueda de competición”, apunta. Aviso a pesimistas, porque a la anterior cita olímpica también llegó con alfileres, de nuevo problemas en el hombro y también alguna hernia inguinal, y aun así se las apañó para quedarse a las puertas del podio.

De conseguir finalmente billete para París, tiene claro cuál será el enfoque, las distancias cortas: “200 y 400 estilos, mariposa y quizá algo de crol”. Renuncia a las largas, que son “muy bonitas” pero requieren “más metros en el agua”. Al fin y al cabo las que hará han sido el pan y la sal para ella a lo largo de su carrera. En cuanto a resultados, manda la prudencia, pero no esconde su ambición por tocar metal en los que serían sus quintos Juegos: “Yo siempre quiero lo máximo. A día de hoy creo que firmaría un bronce, dentro de dos meses o tres lo dudo”.

Mireia trató su proceso de curación, un relato en el que la palabra “duro” aparece continuamente. “Me he pasado un año solo moviendo pies. Ha sido un año duro. No es fácil salir de la rutina de entrenar. El menú del día siempre era pies y mentalmente ha sido complicado, pero teniendo el objetivo de los Juegos tan cerca para mí merecía la pena intentarlo. Ahora estoy saliendo de ese proceso y disfrutando de volver a competir”, confiesa. El camino a la plenitud física, eso sí, le ha enseñado cosas: “Tienes que adaptarte a lo que puedes hacer en cada momento. Si tenía la oportunidad de solo hacer pies quería mejorar en ese aspecto, en el subacuático, en poner duras las piernas y salir victoriosa de ese momento que estaba viviendo. Soy la misma Mireia pero con más experiencia. He pasado un proceso que no ha sido fácil y eso me ha hecho mucho más paciente, tener más confianza en las cosas que hago. Sé que la recuperación es larga y al final pude acabar bien, así que voy camino de hacer un gran papel en París”.

En esa recuperación ha habido “días más duros que otros” pero, ¿cómo se come vivir con dolor constante a una edad tan temprana? “A la edad que tengas tienes dolor yo creo. Cosas como conducir, peinarme... no podía hacerlas bien. Me refiero a que, cotidianamente, tenía obstáculos. Pero sabía que iba a recuperarme, que no era para siempre, así que los superas como puedes. El hombro es una cosa que utilizamos tanto sin darnos ni cuenta que, cuando te duele, lo valoras de verdad”, aporta.

El cambio de entrenador

Otro proceso que ha tenido que afrontar en los últimos meses es el del cambio de entrenador: de Fred Vergnoux, guía en sus años dorados, a Ben Titley. “El cambio más importante ha sido de entrenador. El trabajo con Ben es totalmente diferente a lo que hacía antes. Me centro más en pruebas de medio fondo, dejando más de lado el 800 y el 1.500. Cambian las series, los ritmos... He tenido que aprender a entrenar a alta intensidad durante mucho tiempo. Es un tipo concreto de ritmo prolongado durante muchos minutos. Mi mente tuvo que hacer ese cambio, y viniendo de entrenar solo pies fue duro. En cuanto al gimnasio, también es diferente porque se enfoca a pruebas diferentes”, valora.

Es evidente, y no solo por los problemas físicos, también porque el tiempo no perdona a nadie, que son los últimos años de su laureada trayectoria, pero Belmonte rechaza ponerse fecha de caducidad. “¿Último baile en 2024? Ahora mismo estoy centrada en recuperarme de la lesión. Queda bastante Mireia por ver”. Si será una versión capaz de volver a competir por medallas al más alto nivel o no el tiempo lo dirá. Como ella misma apunta, “el cronómetro pone a cada uno en su lugar”.

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