“Me quedo en España”

Objetivamente, firmó la mejor actuación de su trayectoria olímpica, que había iniciado en Rio 2016 con tan solo 17 años: sexto en 100 y 200 espalda en la ya icónica piscina de La Défense Arena. Y también fue la mejor de toda la delegación española, en el inicio de la era post-Mireia Belmonte: nadie más que él alcanzó finales en París 2024. También es cierto que, tras su oro mundial en febrero y el récord de España batido en junio, la medalla no era una quimera. Se encuentra ya de vacaciones Hugo González tras un año frenético, de los Mundiales de Fukuoka a los de Doha -que repasó en el documental ‘Detrás de la medalla’-, y hasta los Juegos.

“Me quedo en España”, proclama tras siete años en Estados Unidos el nadador en AS, donde repasa por gentileza de su patrocinador Yopro sus resultados olímpicos, su experiencia en la villa y fuera de ella, el impresionante recital de Léon Marchand, lo que viene tras siete años en Estados Unidos y el papel de la Real Federación Española de Natación (RFEN) en el camino de este deporte hacia Los Ángeles 2028.

Tras un año con dos Mundiales y el colofón de los Juegos, ¿necesitaba como nunca estas vacaciones?

El descanso es sobre todo mental. Con 25 años, el físico no es tan necesario. Para analizar la temporada entera y plantear la siguiente sí hace falta darse un tiempo con la natación, romper unas semanas ese ciclo de entrenamientos, desconectar.

¿Qué primeras conclusiones extrae de ese análisis?

No he tenido tiempo para pensarlo con calma, pero está claro que el mejor resultado que hemos tenido han sido las dos medallas mundiales, que ni siquiera eran un objetivo a principio de temporada, y no hay que quitarle mérito a estar entre los ocho mejores del mundo en dos pruebas olímpicas, con sus respectivos diplomas. Cada temporada vamos mejorando en resultados y consistencia. Ese es el balance positivo. La otra cara de la moneda es que creemos que podríamos haber hecho cosas que están a nuestro alcance pero que no han terminado de salir. No ha sido ni mucho menos una temporada perfecta, pero sí la mejor de mis 15 años de carrera deportiva.

¿La espinita es que, de haber igualado su mejor marca personal, la que había logrado en junio, habría sido plata olímpica en 200 espalda?

Las medallas empezaron a ser un objetivo un mes antes de los Juegos. Ni con la marca con la que fui campeón del mundo hubiera estado en el podio; de hecho, me quedé a tan solo una décima de lo que hice en Doha. El resto sí ha salido muy bien, a un ritmo ascendente en cada campeonato, siendo consistente y con todas las pruebas a un muy alto nivel. Sin ir más lejos, en 2021, el año de los Juegos de Tokio, el 200 espalda ni lo intentamos. Es motivador saber que todo lo que has hecho se está reflejando en buenos resultados todo el año. El sabor es agridulce, porque somos capaces de algo que no ha acabado de salir, pero que a la vez no estaba en las expectativas ni siquiera después de ganar el Mundial de Doha.

¿De verdad ni habiendo sido en febrero campeón del mundo se planteaba ganar una medalla olímpica?

Esto no es un deporte de equipo, es de marcas. Y con 1:55 ni ganas ni te subes al podio. Esa había sido nuestra mejor carrera hasta Mallorca, da igual el objetivo que te pongas porque las marcas no mienten. Tienes la ilusión, pero no es un combate o un partido, y es a partir de Mallorca cuando vemos que si repetimos estamos en lo más alto de París. No pudo ser, en 30 días no pudo convertirse en realidad pero ahora no tenemos 30 días sino cuatro años para ver qué nivel podemos dar, en Mundiales, Europeos o en Los Ángeles, y con experiencia que antes no teníamos.

¿Ha llegado a hablar con su entrenador los últimos siete años, Dave Durden? Porque usted y Ryan Murphy, al que también ha entrenado, llegaban con las dos mejores marcas del año, y el estadounidense directamente ni se metió en la final...

En su caso, controló la semifinal con un margen muy pequeño de error, simplemente fue un fallo de cálculo. En el mío, hemos adaptado en muy poco tiempo el regreso de Estados Unidos, entrenar en España, y había salido muy bien todo salvo el último paso. Parece que es algo que nadie se esperaba, pero estaba a 20 metros de conseguir mi marca, la había calcado durante un 80 por ciento de la prueba pero por un detalle pasas de segundo a sexto. No ha sido ningún error, sino simplemente que este deporte se rige por centésimas. No es nivel físico sino cómo llegues a la prueba en ese día a esa hora. Se juntan la preparación y la suerte.

Al despedirse de los Juegos, dijo que las mejores marcas había que conseguirlas “el día que toca, no un mes o seis meses antes”. ¿Se refería a sí mismo o era un toque de atención general a la natación española?

Esta reflexión la hacía principalmente por mí. Cada nadador debe hacer la suya. Hablaba de que si había algo que puntualizar, sería el orden, haber nadado rápido en los Juegos y no un mes antes. Era crítica personal.

Dijo en París el presidente de la RFEN, Fernando Carpena, que el de la natación española “es un equipo de futuro, que Hugo tiene que liderar”. ¿Está de acuerdo?

Supongo, no lo sé. Entiendo la frase, es que él me ve como líder, y su opinión me parece genial. En cierto modo, motiva ver que compañeros del equipo se te acercan y te preguntan cualquier duda o preocupación; es un honor poder ayudarles, como también lo hacían Jéssica (Vall) y África (Zamorano), porque yo cuando fui a Rio 2016, con 17 años, me sentí un poco perdido. Por otro lado, siendo un deporte bastante individual, cada nadador tiene sus entrenadores, es difícil tratarlo como un deporte de equipo. Al final, son varios grupos.

Entonces, ¿se puede ser un líder?

Yo diría que a lo mejor es al revés: es la Federación la que tiene que hacer que trabajemos juntos y ayudarnos. Si conseguimos eso, si todos los nadadores estamos contentos con la Federación, sea en Estados Unidos, un club o en un CAR, los resultados se van a ver. Eso es lo más importante de cara a Los Ángeles. La gasolina debe ser que todos trabajemos juntos, no cada grupo de manera separada.

Y, en ese sentido, ¿dónde se entrenara Hugo González una vez finalizada su etapa en California?

Tengo decidido que no será el mismo camino que hasta ahora. No será el viaje continuo entre Estados Unidos y España, sino que me quedo en España. Ahora me queda decidir la última parte, que es dónde hago la preparación. Tiene que salir pronto, porque la temporada empieza en septiembre, pero lo que sí es un cambio es que será en tierra española.

¿Una opción importante es el Canoe, con José Ignacio González ‘Taja’?

Sí, por supuesto. En todo lo que he conseguido, mi principal grupo de entrenamiento ha sido Cal, ha sido Dave (Durden), pero habría sido imposible sin tener a Taja en Madrid. Al final es donde vivo, donde vuelvo a casa y donde continúo los entrenamientos en Navidad o en periodos donde quiero estar cerca de la familia. Sin Taja, todo esto no habría sucedido. Estoy muy agradecido de que haya formado parte de este camino, y ahora hablaré con él porque es una parte esencial en todo lo que hemos hecho.

¿De verdad que no lo tiene aún decidido?

De verdad. Hasta ahora he intentado no pensar en cosas que no fueran París. Ahora es cuando de verdad tengo tiempo para pensar sobre esto: qué hacer, con quién hacerlo y qué objetivos.

¿Y con Ben Titley, el jefe del equipo español en el CAR de Sant Cugat? Se unió a su grupo de trabajo a un mes para los Juegos…

Es un grupo bastante difícil a nivel de edades. Cuando me uní, estaba César (Castro) como único nadador masculino alrededor de mi edad, el resto estaban de vacaciones. Seguro que entre ellos funcionan de manera genial. Yo aproveché la invitación de unirme cuando se estaban entrenando en altura, por el beneficio que ello conlleva. Fueron dos semanas en Andorra, el resto ya estuve con Taja en Madrid.

Con Taja, correcto. Cambiamos, pues, de tema. Usted que lo conocía, que había competido (y le había llegado a ganar) con él en Estados Unidos, ¿le ha parecido una barbaridad lo de Léon Marchand en París 2024?

Es algo que pasa una vez en la vida. O dos, contando a Phelps, pero no más. Fue un honor poder compartir estadio y experiencias con alguien de su nivel. Desde que se retiró Phelps, los campeonatos no eran lo mismo, no existía una figura por la que se tuviera que parar por ejemplo el atletismo para ver la natación.

¿Cómo vivió usted esos momentos?

En La Défense, los nadadores dejaban de calentar o suavizar, lo que estuviera haciendo, durante dos minutos en la piscina de entrenamiento para ver la carrera de Marchand, lo cual es bastante increíble. En un ambiente de máximo nivel, que la gente pause su rutina para ver si va a hacer récord olímpico es bastante impresionante.

De la cara a la cruz de los Juegos. ¿Qué pasó con las entradas para que los familiares pudieran ir a verles competir?

El proceso no fue el más tranquilo posible. Que los deportistas estemos una semana antes de los Juegos intentando entender cómo sacar una entrada cuando llevamos un año clasificados no ayuda. Entiendo que esa parte no depende tanto de la Federación como del COI y de su comunicación con los países. Hay muchas piezas que no han salido muy bien en París.

¿Como cuáles?

Pues por ejemplo nunca había visto una organización de buses peor en unos Juegos. O la calidad de la comida, colas de media hora o 40 minutos para comer, la mentalidad de forzar a los deportistas a vivir en una villa eco, sin aire acondicionado en pleno verano… Parecían unos Juegos recreativos, no olímpicos, los cuales deben reunir las máximas condiciones para el rendimiento del deportista.

Por eso abandonó la villa olímpica, claro…

Parte del equipo americano decidió hospedarse en hoteles, lo mismo con Léon Marchand y parte del equipo francés. A mí la Federación me permitió quedarme fuera de la villa, de lo cual les estoy agradecido porque lo contrario hubiera sido un desastre para las pruebas. Al final, si hemos podido rendir a este nivel con unas condiciones no olímpicas, veremos qué podemos hacer cuando las cosas se organicen bien en Los Ángeles, o simplemente en un Mundial, que todos han sido mejores en eso.

¿Y lo de la profundidad de la piscina?

La piscina se planificó antes de que saliera la nueva normativa. Ha habido récords, sí, pero habrían sido más rápidos, y en consecuencia se habrían hecho más, de haber sido óptimas las condiciones, si en lugar de 2,15 o 2,17 metros tiene una profundidad de 2,50, o los tres que recomienda World Aquatics. Es sorprendente que en unos Juegos que se celebran cada cuatro años las condiciones no sean óptimas. Habían tenido tiempo para solucionarlo y creo que no se repetirá porque la lentitud ha estado en boca de todo el mundo.

Ha mencionado hace un momento Los Ángeles. Tendrá 29 años. Y comenta que cada año ha ido mejorando al anterior. ¿Se los plantea como los Juegos de su plenitud?

Me gustaría decir que sí o que no, pero no tengo ni idea. Están tan lejos y pueden pasar tantas cosas... Pero, más que la edad, dependen del rendimiento deportivo. Pongo el ejemplo de Jéssica (Vall), que pensaba que Rio serían sus últimos Juegos y en París ha estado entre las 16 mejores del mundo. Me encantaría seguir al máximo nivel y seguir mejorando, como he hecho hasta ahora, y si esto es así continuaré compitiendo.

Y la última es una curiosidad: cuando un nadador se marcha de vacaciones, ¿busca más agua o huye de ella?

Busca un sitio donde no haya agua, creo. Necesito desconectar del agua porque es un deporte donde en el mejor de los casos tenemos un mes. Así que buscamos estar lejos del agua.