McIlroy bate a Scheffler y levanta su tercera FedExCup
El norirlandés se llevó por tercera vez en su carrera la FedExCup tras una gran jornada final (-21 en el total) en la que superó a un mortal Scottie Scheffler. Jon Rahm terminó en 15ª posición.
El golf le debía una a Rory McIlroy. A pesar de no haber ganado un major desde el 2014 y de haber pasado en los últimos años por una espiral de juego irregular, el norirlandés de 33 años recuperó en este 2022 su mejor golf y, además, se erigió en el claro líder de la resistencia contra LIV Golf. El de Hollywood (Irlanda del Norte) ha sido en los últimos meses la voz cantante de quienes se oponen a la fractura del golf mundial, convirtiéndose en el buque insignia del PGA Tour e incluso creando junto con Tiger Woods una liga, TGL, que tiene el objetivo de revitalizar el golf, ese deporte que estaba en deuda con Rory. Además, este año había estado regularmente entre los mejores, logrando top-10 en los cuatro majors aunque sin culminar (fue segundo en Augusta y tercero en el British Open, donde tuvo opciones hasta el último hoyo). Esta pasada madrugada, McIlroy liquidó ese adeudo llevándose un doble premio más que suculento: la tercera FedExCup de su carrera al ganar el Tour Championship y, consecuencia de ello, 18 millones de dólares.
Como si de una película guionizada se tratase se desarrolló el triunfo del norirlandés en el East Lake Golf Club de Atlanta, Estados Unidos. Todas las apuestas señalaban a Scottie Scheffler como el claro favorito para la victoria antes de afrontar los 18 hoyos finales con una ventaja de seis golpes sobre sus perseguidores, entre los que se encontraba McIlroy. Pero el número uno del mundo demostró ser mortal en la ronda final de este Tour Championship y, tras 70 hoyos de dominio incontestable desde el jueves, claudicó en los dos últimos. La vuelta final de tres sobre par de Scheffler dio alas a McIlroy, quien firmó 66 golpes (cuatro bajo par) para un total de -21 en el torneo, uno de ventaja sobre Scheffler y un gran Sungjae Im. La proeza de Rory es mayor si se tiene en cuenta que, mientras Scheffler arrancaba el último de los tres torneos de los playoffs de la FedExCup con -10 gracias a los puntos logrados a lo largo del año, el norirlandés partía con un -4 que rápidamente se convirtió en par tras hacer un triple bogey y un bogey en los dos primeros hoyos. Remontada de campeón.
El domingo arrancó con la finalización de la tercera vuelta, la cual no se pudo rematar el sábado debido a la lluvia que arreció en Georgia. En esta reanudación, Scheffler pareció dar el jaque mate a sus rivales al conseguir cuatro birdies en los seis hoyos que tenía pendientes. Volvía a casa club el norteamericano con -23, seis golpes menos que McIlroy y Schauffele, líderes de la persecución con -17. Por detrás, Jon Rahm se descolgaba al cometer dos bogeys que le hacían afrontar la última vuelta con -12. Con poco tiempo de descanso se pasó a la disputa de los 18 hoyos finales, en los que hacía falta una combinación de muchos factores para que el líder encontrase oposición. Y la tormenta perfecta se dio. Scheffler arrancó dubitativo, sin ese toque mágico que había lucido en los tres primeros días y que le hacía verse invencible. En sus primeros seis hoyos, tres bogeys. Había torneo. Schauffele, un jugador que le tiene tomada la medida al East Lake Golf Club, no conseguía hacer llegar los birdies, y McIlroy empezó con bogey. Aunque no tardó mucho en despertar el norirlandés, que compartía partido con Scheffler y veía que su rival este domingo sí era humano. Cuatro birdies entre los hoyos 3 y 7, con varios putts de gran mérito, colocaron al ganador de cuatro majors con -20, empatado con Scheffler. La batalla está servida, y por detrás únicamente Sungjae Im daba la sensación de tener lo necesario para alcanzar la cabeza, aunque el surcoreano no terminaba de rematar y un doble bogey al 14 fue su condena.
Rory parecía estar bendecido por una varita mágica. Todo le salía, recordando a ese jugador que deslumbró hace ya una década. Este año ya había demostrado haber recuperado ese sensacional nivel, aunque le había faltado rematar la faena (la CJ Cup y el Canadian Open eran sus dos victorias de esta temporada). Pero esta vez iba a ser diferente. Si en el British Open se le escapó la victoria por el putt, este palo iba a ser la principal arma de McIlroy en el día de hoy. En la ronda final de St. Andrews no embocó ningún putt desde más de tres metros, mientras que en esta última vuelta del Tour Championship lo logró en cuatro ocasiones. Cosas del golf. Especial fue el que embocó en el hoyo 15 para birdie desde 10 metros. Este tubo le hacía subir de nuevo a un liderato del que se había bajado un hoyo anterior con un desafortunado bogey. Rory sacaba el puño y celebraba con rabia en un gesto marca de la casa. Mientras tanto, Scheffler había conseguido templar los nervios iniciales, y el botín de los 18 millones de dólares se iba a decidir en el tramo final.
Fue decisivo el hoyo 16, en el que McIlroy salvó un par de mucho mérito después de fallar a green, mientras que Scheffler no fue capaz de hacer lo propio. El número uno del mundo quedaba contra las cuerdas con su cuarto bogey del día. Por primera vez desde el jueves, 70 hoyos después, Scottie Scheffler no aparecía en el primer puesto del Tour Championship, y apenas le quedaban dos hoyos para arreglar un día tan negro. Tuvo una oportunidad de oro en el siguiente hoyo, el 17, donde erró de mala manera un putt sencillo de dos metros y medio. La línea de ese intento no fue buena en ningún momento, y dio la sensación de ser el estoque definitivo para él. Sungjae Im puso presión al último partido dejando en casa club un resultado de -20, y McIlroy afrontó el hoyo 18 sabiendo que un par (a la espera de lo que hiciese un Scheffler que se fue a la arena) le daba el triunfo. Tuvo algo de fortuna, esa que los dioses del golf le debían, en su segundo golpe, que se fue muy desviado e impactó contra el soporte de una grada. Pudo aliviarse el norirlandés y dejarse dos putts cómodos para ganar el torneo. Embocaba Rory y el mundo del golf sonreía.
El triunfo del de Hollywood con -21, uno menos que el -20 de Im y Scheffler, le hace convertirse en el golfista con más FedExCup de la historia. McIlroy ha ganado tres veces (2016, 2019 y 2022) este prestigioso título que cierra el PGA Tour, una más que Tiger Woods, con quien estaba empatado hasta ahora. Curiosamente, en la época en la que el dinero por el que los jugadores se unen a LIV Golf, quien más ha defendido que los billetes no lo son todo es quien se lleva el mayor botín de siempre: 18 millones de dólares, tres más que los que se embolsó Cantlay el año pasado. “Vaya semana, vaya día. No pensaba que tenía muchas oportunidades, pero he jugado bien y Scottie ha fallado. Ganar este año significa mucho, creo en el golf y en este circuito, es el mejor lugar del mundo para jugar. Es un gran momento para mí y tiene que serlo también para el PGA Tour, dos de los mejores del planeta han peleado frente a frente. Espero que lo haya disfrutado la gente en casa”, dijo Rory después de su victoria. Un triunfo para románticos.
Jon Rahm, por su parte, tampoco cuajó una buena última jornada. Después de meterse de lleno en la pelea por la victoria tras las dos primeras vueltas, el español se desinfló el fin de semana. Este domingo lo cerró en 71 golpes, uno sobre el par del campo y mismo resultado que el sábado. Desesperado con sus errores, el de Barrika fue uno de los cinco hombres (competían 29) que no cerró el Tour Championship con 18 hoyos finales en números rojos. El -11 final hizo que Rahm finalizase empatado en 15ª posición. Y así cierra Rahmbo una temporada irregular y complicada, en la que el Abierto de México ha sido su único triunfo, mientras que en los majors siempre ha estado lejos de los puestos cabeceros. Ahora, descansará antes de abrir la campaña europea, donde tiene previsto participar en el BMW PGA y en el Open de España madrileño. Se tiene que conformar, de momento, con ver que McIlroy es el nuevo rey del PGA.