GOLF | US OPEN

La USGA saca su fusil y Rahm es uno de los ‘heridos’ en el US Open

Las puntuaciones caen en picado tras el festival de la primera ronda con banderas escondidas. Rahm se aleja de la cabeza, Sergio García sobrevive.

¿La puntuación más baja en una primera ronda (71,390 golpes) de la historia del US Open? ¿La mejor tarjeta, 62 disparos, repetida dos veces en menos de media hora? ¿Y para colmo ni un golfista en 80 impactos? No, el US Open no puede permitirse todo eso, al menos no concentrado en un mismo día. Y el parque de atracciones que fue Los Angeles Country Club el jueves se desmanteló este viernes, definitivamente en un turno de tarde en el que brilló el sol, endureciendo calles y greenes, llevando la media de golpes por encima de los 72.

Guarismos en los que la USGA, que previsiblemente seguirá endureciendo las condiciones sábado y domingo, está más cómoda. “No podíamos predecir lo que ocurrió (por el jueves). Confiábamos en nuestro plan, creíamos que el sol irrumpiría pero no lo hizo”, justificó casi pidiendo disculpas John Bodenhamer, el responsable de la preparación, que lleva diez años trabajando junto con la propiedad para tener el campo listo para esta semana. En lo que llegaba el esperado calor, la organización frenó la hemorragia escondiendo las banderas y retrasando algunos tees para la segunda vuelta. Se contuvo el resultado de cabeza, con Rickie Fowler, autor del primero de los 62 del jueves, en -2 para -10 (de nuevo una máquina de hacer birdies, ocho, esta vez más irregular, seis bogeys), y las tarjetas enrojecieron. También se formó un atasco monumental, con partidos como el de Rahm extendiéndose cerca de seis horas.

Uno de los que se dejó terreno ganado previamente fue Jon Rahm, que se torció de hoyo en hoyo tras un arranque de campanillas, eagle desde la calle en el 1, par 5. En el 4, par 3 largo, pecó por primera vez tras fallar el green, aprovechó la golosina del 6, un par 4 de 300 metros, y se enredó de nuevo en el 7, otro green fallado. Perdería los nervios en una segunda mitad de recorrido en la que el putt, como el primer día, volvió a abandonarle. Se encaró con un cámara televisivo en medio de un arrebato que le cargó con dos golpes más entre el 11 y el 12. Los hierros también griparon y las oportunidades de birdie brillaron por su ausencia en el último tramo. Al final, un +3 para +2 que le deja 49º, en tierra de nadie, necesitado de una maniobra importante en la tercera ronda para tener opciones.

Tampoco invita a soñar en grande Sergio García, que se agarró bien al campo, dos birdies y un bogey por los nueve primeros, un birdie y un bogey por los nueve segundos, en los que supo mantener la vuelta ordenada tras un par de salidas que aparentaban desastre. La caída general de resultados le dio dos rondas más a David Puig, otro que coqueteó con el corte fallado, él en el turno matinal, y al final entró con su +3 para +2. Como Del Rey se despidió Pablo Larrazábal, desbocado cuesta abajo en un día con solo 10 greenes alcanzados.

La tregua ha terminado y el fin de semana, si el sol no objeta en contra, será bastante más escabroso. Grandes nombres, Fowler, McIlroy (-8), Dustin Johnson o Schauffele (par para -8) acompañan en cabeza de la tabla a tapados interesantes como Clark, el líder de la mañana (-9), Min Woo Lee (-6) o Sam Bennett (-5), dos de los jóvenes más interesantes del panorama. La USGA va pisándoles los talones a todos. ¿Se saldrá con la suya? ¿Evitará un ganador en el entorno del -16 de Koepka en 2017 y McIlroy en 2011, anomalías históricas? Un thriller espera en Beverly Hills, y no lo verán ilustres como Mickelson (+4 para +3), Spieth (+1 para +3), Max Homa (+6 para +4 especialmente amargo de un angelino en el que había muchas esperanzas depositadas) o Justin Thomas, +11 para +14, castigados por un US Open que ya empieza a parecerse al de siempre.

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