La NFL en Madrid o soñar despiertos
El aterrizaje de la liga más espectacular del mundo en España es todo lo que los fanáticos del fútbol americano de este país anhelaban.
Prejuicios. El aterrizaje de la NFL en Madrid fue la tumba de varios prejuicios. Sí, el fútbol americano sí vende en España; y sí, España, desde el Real Madrid con su Santiago Bernabéu a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y los más de 78.000 que poblaron las gradas, venidos de todos los rincones de la geografía nacional y fuera de ella, demostraron que hay catadura moral y organizativa de sobra para que una estructura como esta, ni más ni menos que la que más dinero mueve en la industria del deporte, convierta al país en un aliado permanente.
Flamenco y ‘football’. Un paseo por los alrededores del estadio a mediodía era constatar que el flamenco marida hasta con el ‘football’; que este deporte es tan buena excusa como cualquier otra para demostrarle amor a tu pareja, como el de esa madrileña, Marta, que se declaraba “enganchada” a los Packers por su novio; que Mánchester y Madrid, el trayecto cubierto por un padre y su hijo, ambos de los Patriots, no están tan lejos si hay un buen motivo entre medias; y que si algo puede mejorar el ya de por sí despampanante espectáculo de la NFL es la idiosincrasia alegre del españolito medio. La simbiosis fue total. Por unos momentos, omitiendo algún detalle como el cartel frente a la puerta 47 que anuncia la entrada al Instituto de la Seguridad Social, hasta se podía soñar despierto. Imaginarse en Seattle o Philadelphia, aunque en este caso no hubo barbacoas humeantes de por medio.
Obligatorio pasarlo bien. Una vez dentro del recinto, se comprueba rápido por qué es la competición que hoy por hoy ocupa mayor espacio en el corazón de América. La música a todo trapo, la banda militar interpretando el Star spangled banner, cantado con emocionante devoción esta vez por Karina Pasian, los fuegos artificiales... Todo eso, antes de que se desate la jauría humana. Un centenar de tipos que parecen dibujados por Miguel Ángel haciendo cosas que uno solo creía posibles en las películas de Van Damme o Stallone. Es exactamente lo que demanda un público como el ‘yanqui’, interesado en el resultado (faltaría más), pero mucho más interesado en pasarlo bien. Si alguien no lo hizo en este Madrid Game, sería porque no quiso.
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