GOLF | MASTERS DE AUGUSTA

Diez curiosidades sobre Augusta: el major más selecto

A continuación repasamos datos y curiosidades del grande más refinado del golf.

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Magnolia Lane

Así se llama la vía de entrada a la casa club, una recta de 330 yardas (unos 300 metros) flanqueada por árboles de magnolia que se construyó a finales de la década de 1850 y se pavimentó en 1947. Es una de las señas de identidad de Augusta.

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La chaqueta verde, símbolo universal

Si hay algo que simboliza mundialmente a Augusta es el color verde. De sus calles y greenes, obviamente, pero también el de casi toda la parafernalia del torneo y el de las chaquetas que lucen sus socios desde 1937 y sus campeones desde 1949, tradición que cumple 75 años en este 2024. Los últimos la tienen en propiedad durante un año y la devuelven en la siguiente edición. Es ley no escrita que el último ganador se la ponga al nuevo campeón en la ceremonia final del torneo. Un simple trozo de tela verde en apariencia, que en realidad es mucho más: uno de los trofeos más distinguidos del mundo del deporte.

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Nicklaus, Palmer y Tiger, reyes de Augusta

Desde que Horton Smith se alzara con el primer título en 1934, nadie ha triunfado más sobre el verde de Augusta que Jack Nicklaus, Tiger Woods (el más joven en hacerlo con 21 años, tres meses y 14 dias) y Arnold Palmer. El 'Oso Dorado' ganó seis veces (1963, 1965, 1966, 1972, 1975, 1986); 'El Tigre' cinco veces 1997, 2001, 2002, 2005 y 2019) y 'El Rey' lo hizo en cuatro ocasiones (1958, 1960, 1962 y 1964). Si los dos primeros son reverenciados, con placas conmemorativas en las fuentes que jalonan el recorrido, la victoria de Tiger en 1997 fue catártica para los afroamericanos. Nunca un golfista de color se había impuesto en un major y Woods fue a hacerlo precisamente en un club que, con sus matices, fue un símbolo más del racismo en Estados Unidos hasta hace no mucho.

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Privilegiados

Augusta no es un club al que uno pueda pedir la afiliación felizmente. Bill Gates o Emilio Botín la solicitaron en su día y fueron rechazados (Gates acabó entrando y la hija de Emilio, Ana, el único español miembro, también). Jack Nicklaus y John Harris son los dos únicos golfistas profesionales admitidos. También lo fue Arnold Palmer, fallecido en 2016. Hasta 1990 no se hizo socio a un negro: Ron Townsend, presidente de Gannett Television. La primer mujer, la en su día secretaria de Estado de Estados Unidos, Condoleezza Rice, entró en 2012. Entre los presidentes de Estados Unidos, muchos de ellos aficionados al golf, sólo Dwight D. Eisenhower fue miembro.

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Cena de campeones

Cada año, el martes de la semana del torneo (que se disputa de jueves a domingo) tiene lugar la cena de campeones y el menú corre a cargo del vigente ganador. Este año el anfitrión será Jon Rahm, que servirá en colaboración con el renombrado chef José Andrés un menú de inspiración vizcaína con gildas, chuletón, rodaballo y vinos de la zona.

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Las flores

No sólo hay verde en Augusta. El marrón de los troncos de los pinos (el árbol con más presencia en el recorrido, aunque el más antiguo sea un roble pegado a la casa club desde hace entre 145 y 150 años) y el arcoíris que forma la gran variedad de plantas dispersas por todo Augusta completan la gama cromática del Masters. Se estima que unas 80.000 plantas han sido diseminadas a lo largo de la historia del club y cada uno de los 18 hoyos recibe el nombre de la especie que lo adorna.

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Amen Corner, sueño y pesadilla

Entrar en Amen Corner, los hoyos 11, 12 y 13 del Augusta National, es entrar en uno de los sacrosantos lugares del golf. Nombrado así por Herbert Warren Wind, periodista de Sports Illustrated, en honor al disco de jazz 'Shouting at Amen Corner', es un sueño para el primerizo en Augusta que se puede tornar en pesadilla en cualquier momento. Arranca en el par 4 llamado 'White Dogwood', calle estrecha y cuesta arriba y un green protegido por un lago a la izquierda y un búnker en la parte trasera. Luego viene 'Golden Bell', uno de los par 3 más famosos del mundo y el hoyo más corto del campo. A merced del viento, los jugadores tienen que sortear Rae's Creek, el arroyo que pasa enfrente del green, y los tres búnkers que lo custodian. Muchos se han derretido ahí antes de llegar a 'Azalea'. Flanqueado por unas 1.600 plantas de esta especie, este par 5 que cierra Amen Corner, que se alargó el año pasado, es el origen del nombre de la hija de Sergio García y una trampa con otro arroyo y cuatro búnkers dificultando la llegada a green. No siempre es decisiva, pero esta endiablada sucesión de hoyos ha fabricado más de un triunfo y más de un fracaso.

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Jones y Roberts, los visionarios

Bobby Jones y Clifford Roberts fueron los fundadores del club. Compraron una propiedad de 365 acres llamada Fruitland Nurseries por 70.000 dólares y en 1931 empezaron las obras. El propio Jones y el escocés Alister MacKenzie diseñaron el trazado, que abrió en 1932 de forma limitada y en plenitud a partir de 1933.

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Un estricto código

Tampoco puede uno pasearse de cualquier forma por el Augusta National. A diferencia del resto de majors, los caddies no sólo llevan un peto distintivo, sino que llevan un mono blanco y una gorra verde con el logotipo del Masters en lugar de la del patrocinador del jugador para el que trabajan. Los espectadores también tienen que cumplir algunas normas, como no portar móviles, cámaras o sillas con reposabrazos. No se ven patrocinios en el trazado y el acuerdo con la televisión CBS es cuanto menos particular: regula aspectos de todo tipo, como que los comentaristas llamen al público 'patrons' (patronos) y no espectadores o la cantidad de publicidad.

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Y un rico imaginario

Augusta ha dejado frases y momentos para la posteridad. Los mejores momentos, que son muchos. En cuanto a las mejores frases, Gary Player se tomaba muy en serio el protocolo de Augusta: "No hay absolutamente nada gracioso en el Masters. Aquí los perros no ladran y los bebés no lloran". El puertorriqueño Chi Chi Rodríguez, en cambio, lo llevó con más filosofía: "La primera vez que jugué el Masters estaba tan nervioso que me bebí una botella de ron antes de salir al campo. Fueron los 83 golpes más felices de mi vida". Dave Marr creía que si no jugaba bien en el Masters "no podría ir al cielo al morir" y Nick Faldo lo resumió con mucho tino: "Esto es el Masters. Tiene la belleza, tiene el color, tiene el sonido y la brisa. Todo junto hace de este lugar uno muy especial".

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