FÚTBOL

El ‘no’ rotundo a la violencia del Juventud Sanse

El equipo madrileño, con César Quintero a la cabeza, triunfa con el protocolo ‘Tolerancia cero con la violencia en el fútbol’.

JUAN AGUADODiarioAS

Hace unos años, César Quintero estaba presenciando un partido de fútbol de alevines y vio algo que le impulsó a dar un paso al frente. “Estaba uno de mi equipo peleándose con el central y, en un momento dado, se le fue la pinza y le tiró una patada que por suerte no le dio. El árbitro no lo vio y dejó jugar, pero el otro a la siguiente jugada se la devolvió. Y le dio. Entonces apareció uno de los nuestros y le tiró otra patada a ese que le levantó. Un padre empezó a gritar que no le había tocado y yo me crucé la mirada con otro que, como yo, estaba alucinando”, relata el presidente del Juventud Sanse y vocal de Integridad y Valores de la Federación Madrileña de fútbol, que decidió tomar cartas en el asunto.

“Se nos ocurrió hacer un anexo a nuestro reglamento interno”, explica. Así nació el protocolo ‘Tolerancia cero con la violencia en el fútbol’ (se puede consultar aquí). Se implementó primero en el club que preside César, una organización con carácter eminentemente formativo (“Aquí no enseñamos fútbol, enseñamos valores a través de la práctica del fútbol”, matiza) que tiene más de 1.000 jugadores (cerca de 300 chicas) repartidos en 72 equipos. Y de ahí, a la Federación regional, lo que ha provocado su extensión a muchos más clubes, para los que se ha diseñado un parche que lucen orgullosos en sus equipaciones.

El protocolo define violencia a tres niveles, “la física, la gestual y la verbal”, e incumbe a tres categorías de personas: “jugadores, entrenadores y padres”. Si un jugador agrede a otro y el Comité de Competición le impone, por ejemplo, cuatro partidos de sanción, el club añade otros cuatro. Si un entrenador la lía una vez, se le amonesta; a la segunda, un mes sin sueldo; a la tercera, despido. Además, estos tienen la obligación de denunciar infracciones cometidas por sus jugadores cuando el árbitro no las vea. A los padres se les hace responsables de sus actos a través de los hijos: “Si insultan o provocan, el siguiente partido el chaval no va convocado”.

“Pensaba que iban a venir a por mí con palos y con antorchas, pero todos lo encajaron muy bien”, cuenta sorprendido César. “Hay palo, pero también zanahoria”, añade. Esta última, un premio a los valores que se entrega cada mes a aquellos que mejor los representen. “Es un refuerzo positivo que influye en todo el equipo, les motiva a ser mejores”, dice Quintero, que con esta idea hizo al Juventud merecedor de un Premio Siete Estrellas del Deporte, el principal galardón de la Comunidad en este campo. Se les otorgó a propuesta del propio gobierno regional.

Antes se dieron ejemplos de su efectividad, como cuando unos padres de un equipo llevaron un ramo de flores a un niño magrebí al que otros habían insultado en un partido anterior. “Hemos normalizado ir a un campo a desahogarse y eso no puede ser”, se queja Quintero, que tiene el “sueño” de extender a toda la Comunidad el plan. Para ello confía en la nueva generación de presidentes, “más jóvenes y con más educación”.

“Es algo muy grande, porque al fin y al cabo estamos haciendo de Quijotes en el desierto”, celebra el premio y las felicitaciones recibidas, procedentes de “muchos sitios”, César, el presidente “de un club pequeño que un día dijo ‘eh, por ahí no’”. Ahora le llaman desde otros clubes y marcas, interesados en un proyecto que hacía mucha falta.

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