RUGBY | MUNDIAL

El Mundial de rugby: un formato indigesto sometido a debate

World Rugby rechaza dividir en dos el cuadro del Mundial y ampliará la participación en 2027 a 24 equipos de un torneo que dura casi dos meses.

GONZALO FUENTESREUTERS

EI mundo del deporte en general va en una dirección y el rugby, en otra. En tiempos de fast food, en los que se busca acortar el tiempo (ya sea con relojes de pitcheo en béisbol, con super tie-break en el tenis...) que se requiere la atención de una sociedad con una oferta de entretenimiento cada vez mayor entre la que elegir, esta disciplina ha optado en cambio por la cocina de autor, por ofrecer un producto que, por demasiado largo, puede acabar siendo indigesto.

Este domingo, un mes después de que Francia y Nueva Zelanda dieran el pistoletazo de salida al Mundial en París el viernes 8 de septiembre, concluirá la fase de grupos. En ese lapso se habrían disputado ya un Mundial de fútbol o de baloncesto completos. Incluso dos ediciones de los Juegos Olímpicos o cuatro del Masters de Augusta y la Ryder Cup. Cierto es que las características de esos deportes permiten jugar con mayor cadencia y dos partidos por semana en rugby sería una carnicería.

Una duración menor, así, tiene difícil encaje salvo que se reduzca la participación, por ejemplo, a 16 equipos divididos en cuatro grupos de cuatro. Algo que solventaría de paso otro problema: la fase de grupos ofrece demasiado café para cafeteros, partidos disfrutables (hasta cierto punto) por el asiduo pero que alejan al neófito. Porque, aparte de filias nacionales, ¿qué puede haber de interesante para el espectador puntual, que no puede o no quiere (legítimamente) mirar más allá del resultado, en un 84-0 de Escocia a Rumanía o en un 96-0 de Francia a Namibia? De hecho solo seis de los 33 partidos disputados de esta edición terminaron con diferencias de siete puntos o menos. En la fase de grupos de 2019, acortada por el tifón Hagibis, fueron seis; en 2015, siete; en 2011, 10; y en 2007, 12. Hay retroceso en ese sentido.

Algunas voces argumentan ya a favor de dividir el cuadro en dos: además del ya existente, otro para los que no consigan clasificarse para cuartos, así prácticamente todos los encuentros tendrían picante, algo en juego. Pero World Rugby rechaza la idea bajo la premisa de que no quiere establecer divisiones entre clases, en una especie de comunismo oval en cierto sentido hipócrita, porque fuera del Mundial las hay: por un lado el Seis Naciones y el Rugby Championship, cortijos privados que por ahora no toleran modificaciones en su estructura, y por otro el resto con sus migajas del pastel.

La intención de World Rugby es, sin embargo, ir a más, y en Australia 2027 competirán 24 equipos. Inetivablemente serán países del segundo y sobre todo del tercer peldaño internacional (España, Estados Unidos, Canadá, Hong Kong, Rusia, Brasil o Kenia son algunos de los principales candidatos, entre los que no juegan esta edición, a los nuevos billetes). No hay otras cuatro selecciones realmente competitivas que añadir del panorama actual. Promoción del rugby en esas latitudes, sí, pero que seguramente se traducirá en escasa mejora competitiva, porque pocas cosas buenas se pueden extraer de estar un mes de paliza en paliza. Ahí está Namibia, que no conoce la victoria en 27 partidos mundialistas. Jugar el Mundial debería ser el fin, no el medio. Pero cantidad, y no calidad, es el mantra. ¿Buena idea? Dependerá de si la gente apaga o no el televisor.

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