AJEDREZ

Calma tensa antes de la tormenta

Ian Nepomniachtchi y Ding Liren volvieron a empatar por segundo día consecutivo en un lance en el que el ruso pudo prácticamente sentenciar el Mundial.

FIDE/Stev Bonhage

Ian Nepomniachtchi sigue liderando el Campeonato del Mundo de Ajedrez por cinco puntos a cuatro. Sin embargo, si alguien se marchó descontento del noveno envite del torneo fue él. El vigente subcampeón mundial tuvo bastante cerca durante gran parte de la partida anotarse un punto que apuntaba a ser decisivo, pero finalmente Ding Liren consiguió resistir a la presión.

La cita de este viernes estaba marcada en el calendario para jugadores y aficionados al deporte ciencia. La reacción del ajedrecista chino tras filtrarse durante el día de ayer parte de su preparación con su entrenador, Richard Rapport, era toda una incógnita. El enigma de la apertura se despejó rápido una vez que apareció sobre el tablero la sólida Defensa Berlinesa.

Posición de la apertura, momento en el que se veía venir una partida de maniobras larga y compleja.

Esta variante se popularizó durante el encuentro por el título entre Garry Kasparov y Vladimir Kramnkik en el año 2000. Tanto que todavía a día de hoy es una de las respuestas más empleadas por las piezas negras para enfrentarse a la Apertura Española o Ruy López por la dificultad que entraña desnivelar el juego. De hecho, el ‘Ogro de Baku’ no fue capaz de hacerlo ni una sola vez cuando perdió la corona.

Consciente de que posiblemente Ding estuviera cómodo entre los cauces habituales, Nepo trató de salirse de los caminos conocidos eludiendo las opciones principales. Aún así, Ding mostró estar mejor preparado en esta primera fase del juego y planteó una interesante idea, aparentemente fruto de su estudio, en el movimiento quince.

Las amenazas de Nepomniachtchi empiezan a aparecer por todos lados. Axh6, los caballos apuntando a f5 y el poderoso alfil de a2 apuntan al rey negro.

La posición resultante, en cambio, se volvió en su contra en tan solo unos minutos. Todas las piezas del candidato ruso apuntaban hacia el enroque rival mientras que Ding intentaba encontrar algo de contrajuego por el flanco de dama. Los comentaristas de las distintas retransmisiones en los canales especializados coincidían en que, en la práctica, iba a ser difícil para el chino sobrevivir a las tropas blancas. Sin embargo, los módulos de análisis (a los que los humanos no se acercan en nivel desde hace más de dos décadas) no estaban del todo de acuerdo.

Tampoco se creyó del todo las apariencias Ding, al que una derrota le habría alejado de forma casi definitiva de conseguir el trono del ajedrez mundial. Jugada a jugada fue afinando para encontrar las mejores defensas en cada posición. Entre ellas, un nuevo sacrificio de calidad (torre por alfil) que el ruso rechazó sin contemplaciones para adentrarse en un final ligeramente ventajoso para él.

Ding sacrifica una calidad en b5 para conseguir una mayoría de peones móviles en el flanco de dama, pero Nepomniachtchi no entra al juego y come en e6.

Nepomniachtchi tenía una torre, un caballo y tres peones, mientras que Ding contaba con una torre, un caballo y un peón menos. Asemejaba que era la típica posición donde la superioridad material no era suficiente para conseguir el triunfo, pero el número dos del mundo alargó la batalla todo lo que pudo intentando provocarle un error que, a la postre, habría sido decisivo.

La espectacularidad del Mundial durante los ocho primeros enfrentamientos no había permitido ver una de las fases del juego que más matices requieren. Entre tanto ataque directo al rey rival, los finales habían pasado a un segundo plano. Algo que con Magnus Carlsen como uno de los dos candidatos, al ser su mayor especialidad en el juego, nunca habría sucedido.

Ding encuentra una de las dos opciones que mantienen igualada la partida. Una jugada compleja que entrega un peón pero que facilita las cosas de cara al final.

Aunque Nepomniachtchi demostró atesorar una gran técnica poniendo en serias complicaciones a su oponente en varios momentos críticos, Ding no se quedó atrás encontrando las mejores defensas para empatar la partida más larga del torneo tras 81 jugadas y cinco horas cincuenta minutos. Incluso hubo tiempo para dar vueltas a la posición asumiendo un resultado ya inevitable. Los dos saben que los truenos emergerán entre las nubes tras la jornada de descanso.

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