ATLETISMO | MUNDIALES EN BUDAPEST

Yulimar sabe sufrir y evita la mayor sorpresa de los Mundiales

La venezolana estuvo cerca de no pasar la mejora y se lleva la medalla de oro en el último salto (15,08). No pierde una gran competición desde los Juegos de Río.

BEN STANSALLAFP

De las 49 finales que componen el calendario completo de los Mundiales de Budapest había dos en las que la victoria de un determinado atleta no permitiría apenas ni tomarse una cerveza con las ganancias: el triple salto femenino y la pértiga masculina. Yulimar Rojas y Armand Duplantis tiranizan y en los grandes campeonatos la pelea de los mortales es por la medalla de plata. Yuli y ‘Mondo’ parecen extraterrestres. Venezolana y sueco son aplaudidos en cada estadio como si fueran atletas locales. Para los 35.000 espectadores que cada día cuelgan el cartel de ‘no hay billetes’ en la capital húngara es como si hubieran nacido en el Szent Rókus de Pest. ‘Ícaro’ surcará los cielos mañana, la ‘Mujer Maravilla’ ha volado hoy sobre el foso... pero vuelo raso hasta el sexto intento.

Rojas ha sufrido como nunca. Desde los Juegos de Río no perdía una gran competición y en Hungría, la prodigiosa atleta de 192 centímetros que nació en Caracas hace 27 años y vive en Guadalajara desde 2015 para entrenar a las órdenes del mago Iván Pedroso, se ha visto sin medalla de oro, sin medalla, sin pasar a la mejora. Ha visualizado la derrota, pero ha emergido su talento natural.

Yulimar Rojas.DYLAN MARTINEZREUTERS

Empezó el concurso con un nulo claro. Penúltima zancada con pasito y pisada en la antigua plastilina por 7,3 cm. Cara de malestar. Había solución. En el segundo intento quiso asegurar, batida lejos de la tabla para 14,33. Más disgusto. Estaba casi fuera si en el tercero no mejoraba... y no lo hizo (14,26), pero algún dios del triple salto le concedió un regalo inesperado: ninguna rival le superó en esa ronda y pasó la mejora como octava (empatada con la novena pero con un mejor segundo salto) la última que haría los seis brincos. Tenía tres oportunidades más. Las dos primeras, más nulos.

El murmullo se adueñaba del estadio, Yulimar miraba y hablaba con Pedroso. Cara de mucha preocupación. Yulimar se dirige al pasillo y repite su unión de palmas con el público. Se insulta, motiva y golpea antes de iniciar la carrera. Todo como siempre... y vuela por fin: 15,08. Muy lejos de sus 15,74. De sus 15,67. De sus 15,52... De tantos y tantos saltos en su trayectoria que superaron esa cifra. Pero le valía. Cuando la ucraniana Bekh-Romanchuk hizo nulo y el oro volvía a ser de la reina ya de forma asegurada Yulimar saltó, gritó, lloró. Séptimo título de campeona del mundo, cuarta al aire libre. Empata con Pedroso y se queda dos del total ya que el cubano ganó cinco en pista cubierta.

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