Ana Peleteiro: “Entiendo las dudas, los cambios dan miedo”

“Soy una persona que o gusto mucho o nada por cómo actúo, vivo o lo que digo. Es mi filosofía y no voy a cambiarla”, dijo Ana Peleteiro-Compaoré Brión con la medalla de bronce de los Juegos de Tokio colgada del cuello. Tres años después, la fabulosa triplista de 28 años que, además del metal olímpico atesora dos bronces mundiales indoor y cuatro preseas más europeas (dos oros, una plata y un bronce), ha tomado la decisión de separar su camino profesional con su entrenador durante ocho años para emprender un nuevo camino en Ribeira junto a su pareja y ahora preparador Benjamin Compaoré. Para explicarlo reunió a los medios en la sede de la RFEA.

“Me parecía correcto atenderos a todos en las mismas condiciones”, comenzaba Ana que habló durante más de media hora visiblemente emocionada y teniendo que contener en muchos momentos las lágrimas. “Separo mi camino profesional con Iván (Pedroso) pero lo personal está más unido que nunca. Benjamin será mi entrenador y el proyecto se lo he ofrecido yo a él, no al revés. Es mi decisión. Se lo expuse después de París. Él lo pensó y lo valoró para ver si era lo adecuado para la familia. Es muy buen entrenador. A lo largo de los últimos tres años le he visto conseguir objetivos increíbles con sus atletas. Es un profesional muy dedicado, con una visión muy parecida en el triple a Iván y a mí”.

Peleteiro no tiene por qué que explicar más, pero ella lo hace: “Conciliar es complicado y esto es una decisión totalmente personal. La maternidad es dura. Yo soñaba con ver a mi hija Lúa crecer en un ambiente como el que yo crecí y veía que no lo estaba teniendo. Mi corazón me pedía volver a mi refugio, que es Galicia. Mi cuerpo y mi cabeza me piden cosas nuevas. Llevo en el atletismo desde los 5 años, en el triple desde los 12 y con Iván ocho años. El exceso de rutina me pide cambiar”. Antes de seguir relatando y dando a conocer la nueva situación, Ana ensalza a Pedroso, el entrenador que la sacó de un momento muy complicado a nivel físico y mental y la llevó a las más altas cumbres del deporte: “Iván es una persona increíble y me lo ha demostrado de nuevo con la comprensión y apoyo que me ha dado en este tema. Me ha dicho que la relación de amistad será eterna. Que sea tan honesto es maravilloso. Si lo hubiera rechazado habría hecho tambalear mis ideas, pero ha sido todo lo contrario”.

Un camino común que ahora se desglosa en dos, algo que para Ana es habitual: “Los cambios de entrenador son comunes aunque a veces parece raro, porque tenemos la mentalidad de que el deportista pertenece al entrenador. Por ejemplo, Fraser-Pryce, Lavillenie o Tamberi fueron campeones olímpicos y cambiaron. Obviamente da miedo el cambio, pero es la primera vez en mi vida que tomo una decisión importante de forma tranquila, pensada y motivada”. Y apostilla: “Entiendo que esta decisión provoque dudas porque es evidente que mi dúo con Iván funciona, pero me lo tomo como un halago porque significa que importo y que la gente se preocupa de que pueda seguir cosechando éxitos. Quiero mejorar aspectos técnicos que no he conseguido en los últimos años y eso no es cosa de Iván. A veces las cosas no es que te lo digan, sino cómo lo transmiten y tú lo interiorizas”.

¿Y cuándo tomó la decisión? “Está en mi cabeza desde que di a luz, pero he despistado el sentimiento con el trabajo de mi coach mental. De París me fui muy triste porque no acabó como quería. Esa noche explotaron todas mis emociones. Me cuesta tomar decisiones, pero cuando las tomo ya están decididas. Quiero seguir mejorando e intentar alcanzar las metas, entre ellas los 15 metros. En los últimos años he vivido una vida frenética y focalizar más en el atletismo, creo que será mejor para mi cansancio. Han sido años muy bonitos en Guadalajara. Por ejemplo, convivir con Yuli (Rojas) ha sido muy guay, he aprendido muchísimo. A Guadalajara llegó una niña y me voy siendo una mujer. El mejor consejo de Iván es que nunca me conformara con nada y el mejor recuerdo que me llevo de estos 8 años fue en la cuarentena, que ambos la pasamos solos y hablamos mucho. Eso nos hizo reencontrarnos mucho más de la pista”.

Sobre los diversos rumores de los últimos días, Peleteiro quiso aclarar: “Nuestro sitio es España y mi vida será entre Ribeira y Madrid. No he hablado con la federación francesa para entrenar allí. Competir con España es mi mayor honor y espero poder seguir haciendo sonar el himno español en las competiciones. Debería ser libre para tomar las decisiones que son mejores para mí, pero todo siempre tiene mucha repercusión. La fama tiene cosas buenas y malas”. Entrenar en Galicia también lleva aparejado un proyecto de futuro: “El objetivo es hacer un grupo de trabajo de alto nivel en el futuro, pero empezando por la base. Que esté Ana Peleteiro será un motivo de atracción y la idea es estar como atleta y en un futuro estar dirigiendo una escuela de atletismo con Benjamin como entrenador. El proyecto también es para niños y niñas de Ribeira y la zona. Para que no tengan que salir y confíen en nosotros para cumplir sus sueños”.

Ante la duda de cómo saldrá compatibilizar vida personal y profesional, Ana es tan directa y franca como siempre: “Benjamin no era mi entrenador, pero en Guadalajara estábamos todo el día juntos. En Ribeira tenemos amigos cada uno y nos va a permitir tener nuestros momentos por separado. Él es tranquilo y sabe escuchar, pero también sabe decir las cosas. Creo que nos irá bien, pero si nos equivocamos siempre se puede volver atrás en lo profesional”. Respecto a los primeros pasos, Ana es clara: “La vida del deportista es muy corta como para renunciar a grandes eventos. La adaptación forma parte del proceso y en 2025 mi idea es ir a todos los grandes campeonatos. Tengo mucha motivación y confío mucho en Benjamin. Hay que trabajar las debilidades para mejorar”.

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