Italia deja a Escocia sin opciones en el Seis Naciones
Italia deja sin opciones de título al Cardo, que empieza dominante y después se desinfla, en su primera victoria en casa en el torneo desde 2013.
La historia interminable de Escocia, la que convierte las cuatro victorias en una misma edición del Seis Naciones en entelequia, tiene desde este frío sábado de marzo un nuevo capítulo. Este, escrito en colaboración con Italia, que en los últimos dos años ha pasado de mera comparsa, de un triunfo fijo en el casillero de los otros cinco participantes y un argumento contundente para aquellos que defienden la apertura del torneo, a equipo incómodo, osado, plenamente justificada su posición en el engranaje del rugby europeo de élite. Su primera victoria en Roma en once años (31-29), que les reconcilia con un pasado yermo y restaña las heridas que pudo dejarles ese fatídico palo hace dos semanas en Lille, diluyó las opciones de Escocia de disputarle el título a Irlanda, pese a que esta cayó en Twickenham después.
La salida de los caledonios fue la esperada. Una avalancha, con balones rapidísimos desde las abiertas, muchos metros tas contacto, mucha descarga. En lo que tardó en ajustar la defensa italiana, ya se había comido dos posados, de Fagerson y Steyn, enjugados poco después en una patada rasa de Page-Relo que sonrió a Brex. El hara-kiri escocés de todos los años acababa de empezar. Afirma John Dutton, en una escena memorable de Yellowstone, que “tener hijas consiste en estar todo el tiempo evitando que alguien las joda, y tener hijos consiste en estar todo el tiempo evitando que se jodan a sí mismos”. A esto último debe parecerse mucho entrenar a Escocia, que acababa de comenzar su hara-kiri anual, con un pequeño paréntesis en un maul compactísimo que terminó con Schoeman sobre la zona de marca local. Sería la última anotación del Cardo en los siguientes 40 minutos.
La Azzurra, en cambio, se acercó antes del descanso con dos golpes pasados por Garbisi, que en su primera patada a palos del encuentro repitió la escena de Lille, aunque esta vez se quedó solo en suspense, y Page-Relo. Aviso de lo que estaba por venir. Al poco de reanudarse el juego, Louis Lynagh, hijo de Michael, en su día un Wallaby de pro, fabricó su primer gran recuerdo en el Olímpico, y antes del ecuador del segundo acto Varney le puso un Everest delante a los visitantes con la tercera marca italiana de la tarde.
Para entonces Escocia era ya un jirón, nada que ver con el torrente imparable del primer cuarto de hora, y con el tiempo ya escaseando el pie de Garbisi completó el portazo. El ensayo de Skinner en las postrimerías del choque fue como la rabieta final del niño que ya se sabe castigado sin remedio, una nueva constatación de que este equipo a la hora de la verdad es un quiero y no puedo, expresión de la que poco a poco se aleja Italia bajo el mando de Gonzalo Quesada. Buenas noticias para el rugby internacional, en general, y para este torneo en particular.