ALPINISMO

Álex Txikon, a por el Annapurna invernal

Acaba de presentar su libro sobre el Manaslu y ya prepara el equipaje para viajar a Nepal e intentar el primer ochomil ascendido en la historia en 1950 por Herzog y Lachenal.

Vitoria

El Annapurna es uno de los mitos vivientes del ochomilismo mundial. Fue en 1950 cuando una expedición francesa ascendió a su cumbre de 8.091 mts. Es uno de los más peligrosos e intentarlo en invierno complica aún más las cosas. “Hablamos de temperaturas por debajo de los 40 bajo cero pero son ascensiones que se intentan en esencia porque hay muy pocas expediciones que se atrevan con estas montañas en estos meses. El 29 de noviembre salgo para allí”, ha comentado Txikon este fin de semana al Diario AS.

El vizcaíno, residente en Azpeitia, explicó que “después de subir al Manaslu el día de Reyes me quedé muy vacío. Más incluso que en otras ocasiones en las que lo había intentado y no había hecho cumbre. En el campo base comenté que nunca más volvería allí. También cuando subí al Annapurna con Edurne Pasabán, en abril de 2010, comenté que jamás me volverían a ver por esa montaña. Ni invernales y Annapurna y, mira, poco tiempo después me desdigo y ya estoy montando este tinglado para el invierno”.

Txikon tiene la costumbre, en los últimos años, de ascender ochomiles en invierno. “El Everest o el K-2 son de los más altos y yo me estoy centrando en otros, muy técnicos pero de menor altitud. Después de ser la primera persona en la historia en conseguir el Nanga Parbat en estas fechas, el año pasado pude, por fin, afrontar una expedición que terminó con la cumbre en el Manaslu. Ahora voy a uno de los montes más peligrosos por la ruta normal, la de la Hoz. Estoy preparado mental y físicamente. Voy cerca de los 40 años y puede que esté en mi mejor momento”, añadió.

Sobre su vida particular, comentó que “sigo a mil por hora. Trato de hacer actividad casi todos los días, escalar o hacer deporte. También continúo con el corte de troncos. Pero no me da la vida. El otro día di una conferencia en Álava, ahora me voy a Hungría, luego a Italia y todo el rato así. Ya no vivo en Lemoa, mi localidad natal, sino en Gipuzkoa, en Azpeitia. Hay un jugador de fútbol del Deportivo Alavés que es mi vecino, Jon Guridi. Tiene un Husky precioso pero no es de los que se deja acariciar”, señaló con algo de sorna y buen humor.

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