Ciclismo | La vida de Iban Mayo

"Yo ofrecía a Iban y nadie lo quería"

Su agente, Sabino Angoitia, cuenta las peripecias para conseguirle un equipo profesional al mejor amateur de 1999; al final Euskaltel le abrió sus puertas

album familiar / Aitor martín

La figura de Sabino Angoitia, su actual representante, ha sido decisiva en la vida deportiva de Iban Mayo. Bajo sus órdenes, en el equipo Cafés Baqué, el corredor de Igorre volvió a subirse con asiduidad a los podios... y a recuperar la fe en sí mismo. Ya totalmente restablecido de aquel accidente de tráfico sufrido en 1997, y después de un 1998 de recuperación física y psicológica, 1999 fue, deportivamente hablando, su año.

Preparamos un calendario especial para Iban. El objetivo era que acabara 1999 como el mejor corredor amateur de España. Para ello había que evitar coincidir con el equipo Orbea, filial del Euskaltel de Miguel Madariaga. ¡Cosas de la vida! Ellos tenían doce corredores de mucha calidad. Nosotros, solamente a Iban, explica Angoitia.

Gracias a la estrategia de Angoitia, Iban Mayo ganó aquel año trece carreras y recorrió medio país compitiendo, no sin pasar por todo tipo de peripecias. Nuestra obsesión era que Mayo sumara puntos en el ránking. Muchas veces íbamos a las carreras con los corredores justos. En la Vuelta a Salamanca, los organizadores tuvieron que mandarme a un par de chavales para que llegáramos a los cinco exigidos, recuerda Angoitia.

Los triunfos se iban acumulando a medida que avanzaban los meses, pero las ofertas no llegaban. Era una temporada vital, ya que Iban debía pasar ese año a profesionales, así que Baqué se vio obligado a dilatar su calendario hasta septiembre.

En la Vuelta a Alicante, Iban ganó la etapa reina y la general. Pepe Quiles me comentó lo bueno que le parecía el corredor. Yo le dije: Fíchalo, que no vale nada (nada de dinero, por supuesto). Siempre se lo recuerdo, porque también le propuse que fichara a Igor Astarloa y tampoco me hizo caso, ironiza Angoitia. Tampoco parecía tener mejor suerte con los seleccionadores.

Amenaza de sanción.

Por renunciar a ir con la Selección española a Italia, Iban Mayo estuvo a punto de ser sancionado por un año. Nos avisaron dos días antes de la Vuelta a Álava. Teníamos la temporada planificada al milímetro. Le amenazaron con quitarle la licencia un año, y a mí dos. Al final, todo quedó en eso, en amenazas, pero el asunto llegó a estar en manos de abogados, aclara Angoitia. Ese año tampoco fue convocado para ir con la selección de Euskadi a los campeonatos de España. Tampoco fue al Mundial.

En septiembre de 1999, tras ganar la Semana Aragonesa, Angoitia movilizó a la prensa para denunciar que Iban Mayo, el mejor ciclista amateur de España del año, no tenía aún equipo para profesionales. La insistencia de Angoitia dio resultados y el Euskaltel-Euskadi de Miguel Madariaga le abrió sus puertas. Atrás quedaban muchos días de espera. Atrás quedaban también los masajes del padre de Iban, que hizo un curso de fisioterapia para recuperar los privilegiados músculos de su hijo.

Respeto al Tour.

Bajo la disciplina del Euskaltel, Iban Mayo ha ido madurando como corredor profesional y ha aprendido todo lo que sabe del Tour. Tanto es así, que en su tercera participación ya se encuentra entre los favoritos. Todos sabemos que Iban tiene un Tour de Francia en las piernas, pero esta carrera merece un respeto. Ganar a Armstrong en la Dauphiné está muy bien, pero el Tour es otra historia, sentencia Julio Aguilera, vecino de Iban y responsable, según Francisco Mayo, de que su hijo luzca un pendiente en la oreja.

Aunque la elevada cultura ciclista de los vecinos de Igorre invita a un optimismo moderado, no hay que olvidar que Iban Mayo ganó el año pasado una etapa del Tour en Alpe dHuez y fue segundo detrás de Armstrong en Luz Ardiden.

Más que nunca en este Tour se espera una invasión naranja en las etapas pirenaicas. Su familia estará allí, por supuesto. Pero faltará alguien: su aitite (abuelo) Teófilo, que por motivos de salud se encuentra en una residencia. Los vecinos de Igorre echan de menos la imagen de don Teófilo, ataviado con una gorra de Iban Mayo, paseándose cada tarde por la ikastola (colegio) de su pueblo y contando a los chavales las hazañas de su nieto. Los niños -y los no tan niños- de Igorre ansían su recuperación. Seguro que al aitite no le van a faltar hazañas nuevas que contar.

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