Primera | Betis-Tenerife

Mel, en el escaparate de Heliópolis

El técnico que "algún día entrenará al Betis" se examina con el Tenerife.

Miren el cielo de Heliópolis. No es un pájaro, no es un avión... ¡Es Pepe Mel! Ahí lo tienen: un madrileño con pinta de bético. Mel retorna a Heliópolis una década después, convertido en el entrenador más prometedor de Primera y deseando, eso dice, sentarse en el equipo que lo hizo brillar como oportunista del área a finales de los 80 y principios de los 90: aquel Betis ascensor de Gabino y compañía. Ahora el Betis, que puede derrotar definitivamente a Halloween y encaramarse de nuevo a la cabeza, es otro. Y Mel también.

Es el entrenador del Tenerife. Por eso, sólo por eso, puede que le quiera un poquito menos la normalmente agradecida grada verdiblanca. Todavía está calentito (o eso da a entender Lopera) el polémico caso Barata. Sí, ese brasileño que, con menos papeles que una liebre, actuó de cuarto extranjero cuando el Betis y el Tenerife se jugaban el ascenso la pasada temporada. Ganaron los chicharreros y achicharraron a Lopera, que reclamó y se metió con Javier Pérez, pero no ganó los tres puntos.

Los dos equipos acabaron subiendo, y eso no importa demasiado ahora. Tampoco el esperado cambio de juego de Denilson y Joaquín, que han vuelto a las andadas del individualismo. Ni la mejor racha del Tenerife, con siete puntos en tres partidos que lo han sacado de abajo. Lo que realmente brilla esta tarde es la vuelta de Pepe Mel, cuando todavía retumba en la grada de Heliópolis el "Ahora, ahora, ahora Pepe, ahora", con el que los verdiblancos pedían goles al delantero. Le querían, le quieren y si su Tenerife no perturba demasiado esta tarde, le adorarán.

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