PARÍS 2024 | NATACIÓN ARTÍSTICA
Una Sagrada Familia se cuela en el reino de las hermanas
Tió y Ozhogina, séptimas. Delante, dúos formados por hermanas y por nadadoras que no lo compaginan con el equipo. “Llevamos cuatro años, ellas desde que nacieron”, resume la sevillana.
Liuyi y Qianyi Wang, chinas, el oro (566 puntos). Kate Shortman e Isabelle Thorpe, sorprendente plata (558.5) y primera medalla olímpica en este deporte para Gran Bretaña. Las neerlandesas Bregje y Nooertje de Brouwer, bronce (558.3). Anna-Maria y Eirini-Marina Alexandri, de Austria (555), cuartas. Y quintas las ucranianas Maryna y Vladyslava Aleksiva (538).
Cuatro de los cinco dúos de natación artística mejor clasificados en estos Juegos Olímpicos de París 2024 han resultado ser hermanas (y la mayoría, gemelas): todos salvo Países Bajos. Y cuatro de los cinco tampoco habían participado en el concurso por equipos: todos salvo China. Las españolas Iris Tió y Alisa Ozhogina, pese a no ser hermanas, sí conforman una Sagrada Familia, la del ejercicio libre que estrenaron este sábado. Y, pese a haber competido por equipos -con un bronce que supone la primera medalla en 12 años-, acabaron séptimas como dúo. Todo un logro. Viniendo de donde venían, todavía más.
“Solo llevamos cuatro años juntas y competimos contra hermanas gemelas que llevan unidas desde que nacieron”, destaca Ozhogina, lo cual no por obvio deja de definir a las claras este nuevo orden de la natación artística por parejas. “Y ellas solo entrenan los dúos, mientras que nosotros le dedicamos una cuarta parte del tiempo, es el extra, porque nuestro trabajo principal es el equipo”, abunda la sevillana, quien recordó que el ejercicio basado en la Sagrada Familia de estos Juegos lo idearon y se pusieron a trabajarlo “a mitad de temporada”.
“En Tokio no lo hubiéramos podido hacer. Hemos mejorado mucho. Tenemos la capacidad de cambiar una coreografía en el último momento, no sé si todos los países pueden hacerlo”, valora por su parte Tió, a lo que su compañera desvela: “Hay cosas que la gente no sabe, pero a nosotras casi nos dan de baja por el desastre que estábamos haciendo justo antes de salir, y ahora estamos entre los mejores dúos del mundo. Se lo decimos a las Alisa e Iris de Tokio y nos toman por chaladas. Estamos haciendo un trabajo de superheroínas”.
Minutos antes de sus reflexiones, representaban a la perfección, con una dificultad más alta que las de Estados Unidos e incluso de China (54.00) y con una expresividad máxima, las formas curvilíneas de la Sagrada Familia, al compás de una música sacra al que acompañaban algunas voces. Y con unos bañadores que emulaban ese ‘trencadís’ tan característico de las obras de Antoni Gaudí.
Era un ejercicio completamente nuevo, preparado expresamente para estos Juegos, con el que sumaron 267 puntos (13 más que en la rutina técnica, hasta ahora su fuerte), aunque insuficiente para acercarse al podio, que al inicio de esta sesión tenían a diez de distancia. Lo curioso es que los jueces valoraron más sus elementos que la impresión artística. 521 en total, en una séptima posición final que mejora la décima que ambas cosecharon en Tokio 2020, donde debutaban como dúo.
Previamente, abrazaba Andrea Fuentes junto a la escalinata de la piscina a Jaime Czarkowski y Megumi Field, con un ejercicio libre (254) al técnico, pero a años luz (484 en total) de su clasificación por equipos. Las superó Japón (507 en el cómputo global), que de todos modos se autodescartaba para el podio con un ‘base mark’.
Y llegó tras las niponas un dúo con impresión artística, coreografía original y música muy al estilo español, inspirado en Charlie Chaplin. Se trataba de las israelís Shelly Bobritsky y Ariel Nassee, pero se notaba la mano de su asesora, Anna Tarrés, e incluso que lo habían estado preparando en Barcelona. No pasaron sin embargo de 239 puntos, por culpa de una penalización en la dificultad.
Emocionante fue el paso por el Centro Acuático de las ucranianas Vladyslava y Maryna Aleksiiva con un extraordinario ejercicio que les mereció 279 puntos, para situarse líderes provisionales (538) y, sobre todo, para llevarse una calurosa y enorme ovación del público.
Y a la altura de su elevadísima carta de dificultad (60.200) estuvieron las griegas Sofia Evangelia Malkogeorgou y Evangelia Platanioti, que sumaron 281 puntos. Un peldaño incluso por encima se situaron Anna-Maria y Eirini-Marina Alexandri, primeras provisionalmente con sus 288 puntos del libre y 555 en total.
Faltaban por competir los países que ocuparían el podio: Países Bajos, Gran Bretaña y una China que a la que aseguró el oro vio cómo Tarrés, hasta ese momento asesora de Israel, iba enfundada en el chándal del gigante asiático para celebrar, con luz y taquígrafos, ese nuevo título olímpico, el segundo en tres días tras el de equipo.