PARÍS 2024 | WATERPOLO

Un ‘coach’ mental, Sierra Nevada y la Potra para “tocar el cielo”

Deshojan Pili Peña, Anni Espar, Maica García y Miki Oca las claves de este oro olímpico tan buscado, así como sus reflexiones. Y el seleccionador sufre amnesia con su primer título, en Atlanta 1996.

París
JESUS ALVAREZ ORIHUELADIARIO AS

No me lo creo todavía. Necesito volver a empezar el partido y asimilar que estoy jugando una final y que la gano. Es increíble. No paro de mirar la medalla”, recita, acelerada, Maica García. La autora del gol de la alegría, el provisional 7-11 ante Australia, a menos de dos minutos del final, con el que España al fin pudo celebrar su histórico oro. “He pensado ‘se acabó’, pero aun así he suplicado que pasase el tiempo porque me iba a dar un infarto”, confiesa la boya. “El título olímpico no es que lo mereciéramos, es que nos lo hemos ganado”, culmina.

Tras el primer oro olímpico de la Selección femenina de waterpolo, tan perseguido que había costado otras dos finales en tres Juegos, hay “mucha calidad, talento, sobre todo mucho trabajo y compromiso” de las jugadoras, asegura Miki Oca, el arquitecto de un combinado que ya lo ha ganado todo: ¿Qué don tiene? “No tengo ningún don, soy un entrenador normal, es el equipo el que ha ido trabajando, creciendo, chicas que eran muy jóvenes han ido cogiendo experiencia junto a otras que ya estaban consagradas a nivel internacional”, desgrana. “Este grupo lleva mucho tiempo a un nivel muy alto”, apostilla.

Sin embargo, algo ha mejorado incluso en los últimos meses, en una temporada con Europeo (fueron segundas), Mundiales (terceras) y la intensa preparación de estos Juegos. “Este año ha sido especial, diferente, desde el primer día pusimos mucho esfuerzo”, apunta Anni Espar. “Ha sido increíble la comunicación del día a día, el plus que ha dado el equipo con la concentración en Sierra Nevada. Ha sido un camino muy duro pero estoy muy orgullosa de todas mis compañeras. También desde el staff contábamos con un analista de vídeo y con un ‘coach’ mental que antes no teníamos”, remacha.

Absoluta comunión entre las jugadoras y la grada de La Défense Arena. JESUS ALVAREZ ORIHUELADIARIO AS

Ahí está una de las claves. Tras el triunfo ante Estados Unidos en la fase de grupos, toda una catarsis, señaló Bea Ortiz que se habían preparado a conciencia para estos Juegos la fortaleza psicológica. Pili Peña entra en materia: “El ‘coach’ nos ha ayudado a saber hablarnos y a mirar por nosotras y por el equipo. Lo hemos tenido muy presente para poder llegar hasta aquí”, asegura. “Antes de la final, por ejemplo, todos los pensamientos eran positivos y constructivos. En realidad, había dos porterías, una piscina y no teníamos que hacer nada que no hubiéramos hecho antes, en un partido”, concede.

Más pragmático se muestra al respecto el seleccionador: “No sé si ha cambiado algo… Bueno, sí ha cambiado, que ahora somos oro olímpico y nunca lo habíamos sido, aunque habíamos estado varias veces muy cerca”, define. “Es un sueño hecho realidad conseguir este año después de tantos años y finales”, le secunda Espar. A lo que Maica añade una nota al pie: “Hay tanto trabajo detrás que la gente no sabe…”. “Es un equipo muy humilde y de corazón. Eso ha sido muy importante también para la victoria”, completa Peña.

Y llega el turno del balance casi vital. “Todo el recorrido que he hecho desde que entré en la Selección en 2007 ha valido la pena”, zanja Maica, quien enumera: “He aprendido, crecido, evolucionado, me he adaptado y he tenido un camino envidiable. Me siento privilegiada por haber vivido esto y, a la vez, orgullosa de haber llegado hasta aquí y poder decir que lo he ganado todo. Lo que me faltaba era el oro olímpico. Esto es tocar el cielo”, sentencia.

Maica García marca y todo termina felizmente.JESUS ALVAREZ ORIHUELADIARIO AS

“Derrocho alegría, ilusión y ganas de celebrarlo con mi equipo y con la familia”, se suelta la más veterana, que echa la vista atrás a su debut hace dos décadas en una Selección que ni se planteaba ir a unos Juegos: “A la Pili Peña de 2004 no le diría nada, porque miro atrás y ha sido una carrera personal, de querer superarme, traspasar obstáculos, ir cambiando de roles, adaptarme… Esto es la vida, y a mí el waterpolo me ha hecho una mujer. Ha sido un camino muy grande y muy bonito, y lo que puedo decir es que lo he disfrutado”. ¿Y ahora, qué? “Ahora, a celebrarlo”, resuelve con ingenio.

El mismo atajo toma Miki Oca cuando se le pregunta por su doble oro, ya que él sí había sido ya campeón olímpico, como jugador de la Selección masculina, en Atlanta 1996. “Del otro oro ya ni me acuerdo”, suelta, argumentando: “Ahora lo que tenemos en el cuerpo es lo que acabamos de vivir y unas ganas tremendas de celebrarlo todo el equipo juntos”.

Que los festejos -con ‘La potra salvaje’ sonando en bucle como canción talismán de las Guerreras del Agua en estos Juegos- perduren y se repitan en el tiempo dependerá en buena parte de la generación que recogerá el relevo. “Nosotras cuando empezamos no sabíamos cómo vivirlo, era todo nuevo. En cambio, las más jóvenes de ahora saben por las más veteranas que tienen que disfrutar, sin presión, fluyendo”, aporta Maica, quien concluye: “Aquí viene una generación muy potente y va a haber waterpolo para rato”.

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