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Serbia y Alemania, metal contra la depresión

Por diferentes motivos, ninguna de las dos selecciones pensó verse en el partido contra el bronce. Para los alemanes, ganar supondría la primera medalla olímpica de su historia. En la recuperación anímica de los Jokic, Bogdanovic, Schröder o Franz Wagner estará el partido.

ARIS MESSINISAFP

La tribuna de prensa del Bercy Arena era un espectáculo el jueves. Los periodistas serbios, recordando en parte a algunos españoles el día de la final de 2008 en el Wukesong, no podían contenerse en los pupitres. Escribían y celebraban, apuntaban y golpeaban las mesas. Estaban a punto de relatar una hazaña que hubiera perdurado en la historia olímpica. Tenían contra las cuerdas al Dream Team. Lógicamente, era difícil disimular las emociones. El sueño se esfumó en los últimos cinco minutos. Y si ese era el estado de un serbio medio, puede imaginarse el del vestuario que ha dirigido con maestría los dos últimos años Svetislav Pesic. Después de la inesperada caída en Berlín en octavos de final del Eurobasket contra Italia, Serbia fue capaz de ser subcampeona del mundo el año pasado sin Jokic. Hará, tendrá que hacer un esfuerzo para rearmarse. Apenas 36 horas después del varapalo de la derrota en la semifinal, se jugará el bronce a unas intempestivas 11:30 horas. Sería la tercera medalla olímpica de los ‘plavi’ (1996 y 2016, las anteriroes)

Alemania no está mucho mejor de moral. Después de haber atropellado a Francia en Lille, y pese a la reacción de los de Collet contra Canadá, tenían confianza en hacer valer su condición de campeones del mundo. Estaban lanzados y con el sueño de medirse al Dream Team en la final. Pero Francia les fundió los plomos. Bajó veinte puntos su anotación media en el torneo (de 89 a 69) y se arrugó hasta la reacción final. Herbert también está obligado a recuperar anímicamente a sus jugadores en tiempo récord. Alemania espera reponerse y cerrar un ciclo exitoso, con el bronce del Eurobasket de 2022, el Mundial del año pasado y una medalla olímpica, que sería la primera de su historia.

El partido, pues, está en las cabezas de cuatro jugadores. Quien limpie mejor su espíritu de entre Jokic, Bogdanovic, Wagner y Schröder, habrá empezado a ganar una de esas citas de las que se dice que nadie quiere jugar, pero que en unos Juegos es distinta. Una medalla olímpica pesa mucho, más todavía después de un mes de concentración de verano en vísperas de empezar una nueva temporada. Si alguien quiere un aliciente final, está el de la revancha de la final del pasado Mundial en Manila. Ganó Alemania (83-77), y Schröder fue nombrado MVP del torneo. Claro que entonces no estaba un tal Nikola Jokic

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