PARÍS 2024 | TAEKWONDO

Patada a la ilusión: Adrián Vicente y Adriana Cerezo se quedan sin medallas

Los españoles, tras un gran ciclo, partían entre los favoritos al podio olímpico. Él cae en el combate por el bronce, contra el número uno.

París

En un día de contrastes para la delegación española en los Juegos Olímpicos de París (del oro en marcha y el bronce en artística a la caída del waterpolo masculino y del baloncesto femenino), el taekwondo, este miércoles, en su día grande, tras muchos altibajos, se sumó al lado negativo de la balanza. Ni Adriana Cerezo (-49 kg), de 20 años y plata en Tokio, ni Adrián Vicente (-58 kg), de 25 y que explotó definitivamente a lo largo del ciclo, ambos situados como segundos cabezas de serie, pudieron colgarse dos medallas que figuraban entre las de alta probabilidad. “He visualizado dos oros seguidos”, decía el propio Vicente, que estuvo un pasito más cerca del podio que su compañera. Los dos cayeron en cuartos de final. A él, sin embargo, el destino, en forma de repesca, le dio otra oportunidad que no pudo aprovechar. Una patada a la ilusión.

Camino del Grand Palais, antes de que todo se truncara, se respiraba esa esperanza que se había prometido. La delegación Cerezo Iglesias, numerosa, se dirigía hacia una de las sedes más cinematográficas de los Juegos con el pack corporativo. “Adriana, soñamos contigo”, se podía leer al juntar las espaldas de amigos y familiares, tantos que ni la propia subcampeona olímpica podía hacer recuento. “Si te digo todos los que han venido, estamos aquí hasta la final”, bromeaba Adriana después de superar su primer combate, en octavos, contra la uruguaya María Sara Gripooli (11-4 y 7-0). Acto seguido, Adrián, que antes de su debut había estado en las gradas, como uno más, también cumplía: con algo más de tensión, superaba al palestino Omar Yaer Ismail por (8-3 y 9-7).

Mobina Nematzadeh celebra con la decepción de Adriana al fondo. DAVID GRAYAFP

Con dos taekwondistas que durante este ciclo se habían salido, todo iba según lo planeado. El año pasado, Adriana se colgó diez medallas internacionales y, desde Tokio, había logrado cuatro metales en Europeos y un bronce mundial; Adrián, por su parte, sumó nueve preseas en 2023 y se había subido tres veces al podio continental y una al mundial. En cuartos, sin embargo, todo se complicó. Ella, que empezó en el taekwondo porque veía películas de Jackie Chan o Van Damme con su abuelo, que le apuntó a escondidas al gimnasio, no pudo con la iraní Mobina Nematzadeh, que se llevó un duelo muy, muy trabado (2-0 y 7-2); él, que arrancó tarde, con 12 años, por una exhibición en su instituto, se atascó con el azerbayano Gashim Magomedov (11-5 y 13-11). Sorpresas. Tan inesperadas como dolorosas.

En ese momento, tanto Cerezo como Vicente pasaron a estar en manos de sus rivales. Si Nematzadeh y Magomedov accedían a la final, ellos tendrían una segunda vida en forma de repesca. “Ahora mismo, estoy un poco a ciegas, sin sensaciones muy claras de lo que ha pasado en el combate. No me he encontrado, no he hecho el trabajo que tenía que hacer. Me da mucha rabia tener que depender del trabajo de otra persona para poder optar yo a un bronce, pero a esperar que entre”, decía Adriana, cuya rival hacía agua. La subcampeona olímpica estaba fuera. “Sabíamos que era un rival muy fuerte, muy explosivo. Confío en que llegue a la final. Es un buen rival y un gran amigo, así que ahora estamos toda España con él”, decía Adrián, que se encontró la fortuna de cara.

En la repesca, a dos victorias del bronce, sin embargo, Vicente volvió a fallar. Pudo con el irlandés Jack Woolley (10-9 y 2-2), pero no con el tunecino Mohamed Khalil Jendoubi, número uno del mundo (11-3 y 12-1). “Hemos planteado el combate para dejarlo todo. Daba igual perder por más o menos diferencia. Había que intentar conseguir alguna acción de KO o algo inesperado que puede pasar en deportes de oposición, pero no pudo ser”, lamentó. Fue el final de dos candidatos al podio tan ambiciosos como realistas, pero que no tuvieron su día. “He visualizado dos oros seguidos”, había dicho Adrián en AS antes de su debut, tan ilusionado como el resto. “Quiero ser la mejor de la historia”, siempre dice Cerezo, que ya quería ser campeona olímpica con nueve años. París retrasó su hambre.

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