¡Nadalcaraz vive!
Rafa y Carlos sufren, pero ganan en el super tie-break a los correosos Koolhof y Griekspoor y se sitúan a una victoria de la lucha por las medallas.
París parecía Mallorca o Murcia. O Écija. Abanicos, sudor, rostros recalentados, ambiente agobiante con 35º y una pegajosa humedad en una Suzanne Lenglen abarrotada, con colas interminables en sus accesos. Una caldera en la que Rafa Nadal y Carlos Alcaraz acabaron abrasando a los correosos neerlandeses Wesley Koolhof y Tallon Griekspoor por 6-4, 6-7 (2) y 10-2 en 2h:23 para meterse en cuartos de final del dobles y estallar de alegría. El rey de 38 años y su delfín de 21. Como uno solo. Con una victoria más mañana (19:00 horas en la Chatrier), frente a los estadounidenses Austin Krajicek y Rajeev Ram (cabezas de serie número cuatro), estarán en la lucha por las medallas. Antes, Alcaraz tendrá que salir sobre las 13:30 a la Lenglen para enfrentarse a Roman Safiullin (66º).
Nadalcaraz se plantaron con sólo dos sets jugados juntos frente a una pareja con mucha miga. Este año, entre los dos habían disputado 55 partidos de dobles. Koolhof, que forma pareja en el circuito con el croata Mektic, luce este curso cuatro títulos, fue número uno de la especialidad en 2002 (ahora 7º) y campeón de Wimbledon en 2023. Con Griekspoor, que hizo sufrir el lunes a Alcaraz en el segundo set, son el dobles de Davis oranje.
Nadal, que prometió “no fallar en actitud y mentalidad” pese a la dura derrota que sufrió ante Novak Djokovic, empezó a menos revoluciones que Carlitos. Pero es lo bueno de juntar a dos superclases, que es difícil que gripen a la vez. Alcaraz metió una tremenda velocidad a las bolas y se echaron sobre el servicio de Griekspoor, el que parecía más débil. Aunque a la tercera oportunidad de break, cayó para 4-3 sobre saque de Koolhof con un zambombazo cruzado del murciano que calentó el aire un par de grados más. Brutal.
Con Zinedine Zidane en la grada, Nadal y Alcaraz siguieron picando la piedra oranje. Pero era durísima. Dos números uno hiperconcentrados contra dos tenistas, sobre todo Koolhof, que dominaban los trucos del dobles. Con 3-4, los neerlandeses tuvieron una bola de break que Alcaraz resolvió con un gran saque y un grito de alivio de Nadal. Luego se procuraron los españoles dos oportunidades con 4-4 que no aprovecharon. Y otra con 5-5. Pero no iba a ser fácil. Llegó el tie-break y lo perdieron.
Había que recuperarse. Con pasión. Con talento. Con la receta de la cabeza, el corazón y los cojones del abuelo del murciano que inventó antes Nadal. Se animaron mutuamente, porque quieren seguir hasta el final en París. El campeón de 22 grandes tiró una bola al cuerpo de Griekspoor y después sacó un resto cruzado con un drive envenenado para aturdir a los rivales. Colchón de 3-0 y a volar. Como fieras desatadas hacia el 10-2. Nadalcaraz vive.