Mariscal: “Una mascota es una horterada para vender camisetas”
Irreverente y contracultural, el creador de Cobi, emblema de Barcelona 1992, no quería ser “el mascotero de los Juegos”. Y por eso rompió moldes con una propuesta que pasó a la historia.
Contracultural, irreverente, hasta el punto de buscar incluso, aunque sin éxito, la irritación de su platea –“me gusta tocar las narices cuando voy a casa de alguien”, admitió-, presentó Javier Mariscal (Valencia, 9-02-1950) este jueves el cuadro conmemorativo del 125º aniversario del Espanyol. Un evento celebrado en Reial Cercle Artístic de Barcelona, junto a la Catedral de una Ciudad Condal a la que él ya ha quedado ligado eternamente gracias a la mascota de los Juegos Olímpicos de 1992.
El creador de Cobi, aquel perro de entrada criticado pero con el paso del tiempo carismático, entrañable, emblemático y símbolo de una época dorada del deporte, el olimpismo y hasta de la convivencia social, aprovechó la puesta de largo de su nueva obra para recordar el proceso de gestación de aquel hito. “Pasqual (Maragall, ex alcalde de Barcelona) quería algo moderno, rompedor, y yo considero que cuando quieres innovar tienes que arriesgar muchísimo”, estimó.
“Uno presentó un conejito que tenía un punto pornográfico. Yo pensaba que era mejor quedarme en mi casa y no ser el mascotero de los Juegos, lo cual no quiere decir que no me gustaran. De hecho, me encantaba que vinieran a Barcelona y, sobre todo, que abrieran la ciudad a la playa, por fin”, narró. “Pero presenté una propuesta”.
“Nos dijeron que todo lo que habíamos presentado era muy feo. No me extraña, porque una mascota es una horterada de mucho cuidado para engañar a los niños y vender camisetas”, aseguró Mariscal, ante la incredulidad del cuantioso público congregado en el Reial Cercle Artístic. “Los souvenirs en general son bastante horteras”, apostilló.
Con todo, finalmente nació Cobi, un pastor catalán (gos d’atura) que corría, saltaba, nadaba, jugaba a fútbol pero que, paradójicamente, contradecía las virtudes de cualquier deportista: era grueso, orondo. Y, aun así (o precisamente gracias a ello), triunfó.
Noticias relacionadas
E hizo eterno a Mariscal, que repetiría con la mascota de la Exposición Universal de 2000, en Hannover, llamada Twipsy, y quien a sus 75 años sigue diseñando, creando, sea para una película con Fernando Trueba o para el Espanyol, que lo abraza en su 125º aniversario.
¡Tus opiniones importan! Comenta en los artículos y suscríbete gratis a nuestra newsletter y a las alertas informativas en la App o el canal de WhatsApp. ¿Buscas licenciar contenido? Haz clic aquí