Los Etxaniz-Chourraut, unos Juegos en kayak y en familia

Maialen Chourraut, oro (Río 2016), plata (Tokio 2020) y bronce (Londres 2012) en eslalon buscará en París su cuarta medalla con 41 años en su quinta cita olímpica. Quizá la más especial. “¡Los Etxaniz-Chourraut juntos! Es un gran regalo compartir la experiencia en familia. Se junta la veteranía con la juventud. La cautela mía con la forma de ser tan brava de Pau. Y Xabi en medio, el pobre, que le hemos hecho sufrir muchísimo”, advertía en abril tras lograr la plaza en el selectivo nacional. Y es que Pau es su ahijado Pau Echaniz (23), que debutará en K1 y logró el billete en el mismo test, y Xabi es Xabi Etxaniz, padre de este y pareja de Maialen con quien tiene una hija, Ane.

“¡Hay doble trabajo!”, exclama satisfecho el técnico, que tiene que lidiar ahora con los nervios de los dos y afinar su puesta a punto, que parece bien encaminada en el caso de Maialen, pues en la reciente Copa del Mundo de Cracovia sólo fue superada por la leyenda australiana Jessica Fox.

Los cuatro viven juntos en Donosti. Allí se establecieron Maialen y Xabi en 2020 para preparar Tokio, dejando La Seo de Urgell y su canal olímpico. Pero Pau tardó pocos meses más en unirse, en febrero de 2021. “Es un chaval al que le gustan las cosas de inspiración y en La Seo no encontraba estudios que le llamaran. Aquí comenzó en una escuela de diseño, patronaje y moda y compaginaba estudios, que eran la prioridad, con los entrenamientos. La vista estaba más en los próximos Juegos, pero como las pruebas de selección fueron en Pau y La Seo, que conocemos bien, hicimos la apuesta y salió perfecta”, relata el ‘entrenador milagro’ del eslalon sobre su hijo, que luce en su casco ‘Ranger’, el nombre de su propia marca de ropa.

Compartir techo facilita el “entrenamiento escondido”. “Además de practicar en la piragua, hay que llevar una vida acorde a tu deporte y analizar mucho vídeo, y hablamos sobre todo ello”, relata Xabi, que define a su hijo como “un artista” también sobre el kayak. Ya antes de Río 2016, con Pau cadete, les animó a compartir entrenamientos. “Ella tenía a alguien con chispa que le metía caña y Pau comprobó que no se trataba de hacer sólo virguerías, sino de ser constante. Ahora hacemos dos o tres sesiones de agua viva juntos a la semana para retroalimentarse. Él ve en Maialen la constancia. Con lluvia o frío sigue y sigue, repite y repite”, describe.

Una Maialen que dudó si seguir tras Tokio, y que se decidió por la inclusión del kayak cross (final, 5 agosto, 16:45), en el que también competirá. Cuatro piragüistas caen a la vez desde una rampa de dos metros de altura y luchan en una carrera en la que se pueden tocar las puertas, realizar un esquimotaje (giro de 360º con la cabeza bajo el agua) y donde casi todo está permitido. “¡Un poco ‘Humor amarillo’, a lo bruto y con muchos factores incontrolables”, compara Etxaniz con el célebre programa de televisión.

Pero el ciclo no ha sido fácil para la triple medallista olímpica. Pasó por el quirófano por una lesión de hombro tras Tokio, ha vuelto a sufrir los episodios periódicos de vértigos que le afectaron ya antes de los anteriores Juegos y últimamente le ha perturbado la pérdida del ángulo de su pala por una deformación debida al calor y con la que sigue a vueltas. “Es muy sensible”, dice Xabi sobre un problema que ya va camino de solucionarse. “Ahora llevamos casi un mes en París, entrenando en el canal para meter la directa”. Aquí, Maialen no será la abanderada el día 26, aunque le corresponde por palmarés, porque compite al día siguiente en K1 (final 28 julio, 17:45). Seria, como siempre, dispuesta a volver a subir a un podio en unos Juegos que vivirá en familia y donde su pareja y su ahijado también tendrán muchos motivos para celebrar.

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