PARÍS 2024 | SURF

El surf se va a Teahup’o, la ola asesina con tres apellidos vascos

Nadia Erostarbe, Janire González-Etxabarri y Andy Criere se convertirán este sábado en los primeros surfistas olímpicos españoles, a 15.719 de París, en Tahití, un escenario que les llevará “al límite”.

BEN THOUARDPool via REUTERS

Concentradas la mayoría de sedes en el núcleo urbano de París, con excepciones como la primera fase del baloncesto en Lille u otras más naturales como la vela en Marsella o las distintas ubicaciones del fútbol, acudir desde el epicentro de los Juegos al estreno del de surf, que arranca este sábado y que se alargará a priori hasta el miércoles 31, ya sería imposible.

El viaje desde la capital francesa hasta la playa donde se disputa dura no menos de 27 horas, si las escalas son rápidas. No en vano, se trata de la sede más lejana de la historia con respecto a la ciudad que alberga los Juegos: 15.719 kilómetros. Y para hacerlo más legendario, se trata de un auténtico templo de este deporte y por primera vez participan españoles.

Nadia Erostarbe y Janire González-Etxabarri en categoría femenina y Andy Criere en la masculina -todos vascos- tratarán de domar, o al menos amoldarse en Tahití, la mayor isla de la Polinesia francesa, a Teahup’o, la llamada Ola Asesina o Muro de las Calaveras. Y no son apodos grandilocuentes, ya que su ferocidad ha provocado ya varias muertes e incontables heridos por la presencia de arrecifes de coral a muy poca profundidad.

La otra villa olímpica de París 2024

“Puede ser un regalo o algo inesperado, impredecible. Aparece de la nada. Creo que nos lleva a nuestro límite de adrenalina y de esa tensión que nos encanta”, asegura Criere a través de una videocomunicación que conecta el nublado atardecer parisino con el soleado encanto de la “casita rodeada de palmeras y mar”, como detalla Aritz Aranburu, exsurfista y actual seleccionador, donde la delegación española se aísla del trajín de la otra villa olímpica de París 2024, la que conforma un crucero donde duermen la mayoría de rivales y donde se ubica también el comedor común.

El Aranui 5, el crucero que hace de villa olímpica en Tahití.Carlos BarriaREUTERS

Antes del esprint final de preparación, que emprendieron esta misma semana y que les ha llevado a entrenar a la misma hora que potencias como Estados Unidos o la propia anfitriona, Francia (“nos lo han puesto difícil”, reconoce González-Etxabarri), los españoles habían realizado dos viajes previos para atacar la ola y para adaptar sus tablas, para engancharlas al máximo a los giros y tubos que traza Teahup’o. Así que pueden comparar lo que ha cambiado el escenario ahora como sede olímpica. “Sigue siendo un sitio muy tranquilo pero hay muchas restricciones, como coger unos cuantos barcos hasta llegar a la ola”, observa Erostarbe.

Un paraíso para una “familia”

No me acostumbro, no solo a la ola, sino a todo el entorno, que es lo que lo hace mágico. El color del agua, las montañas…”, precisa Criere. Y añade González-Etxabarri: “Es en parte una pena estar lejos del barullo de París, pero tiene su parte especial competir en un paraíso, apartados de tanta gente y su locura”.

Y Aranburu, experto en Teahup’o y la cultura que lo rodea, valora que “los tres estén entre los 40 mejores surfistas de los Juegos”, en un deporte que pese a su vasta tradición no se estrenó como olímpico hasta Tokio 2020. “La actitud que están teniendo me motiva mucho. Es muy bonito ver el crecimiento personal que están teniendo mientras aprenden de la ola. Hemos hecho una buena familia aquí. Vamos a por todas”, proclama.

Nadia Erostarbe, en la cresta de la ola de Teahupo'o.JEROME BROUILLETAFP

“Hay favoritas como Vahine Fierro (nacida en la Polinesia francesa), que hace dos meses ganó un evento aquí, o Carissa Moore (la estadounidense, vigente campeona olímpica), pero nosotras estamos dentro también”, se anima también Erostarbe, quien añade que “al no estar acostumbradas a esta ola, la pelea es contra una misma”.

“Todas las emociones que existen a la vez”

John Florence, de Estados unidos, y el brasileño Gabriel Medina son los dos favoritos que enumera Criere en categoría masculina. “Cuanto más la surfeo, más veo que favorece a surfistas que son fuertes físicamente”, aprecia. Y pone en valor que, ante descomunal fuerza de la naturaleza, “uno siente a la vez todas las emociones que existen a la vez, de modo que hay que estabilizarlas para aprovechar las oportunidades”.

Capaz de levantarse más de diez metros, pero feroz sobre todo porque ningún continente o gran extensión terrestre frena el viento que llega hasta esa orilla de Tahití, la implacable Teahup’o cuenta con otro impredecible añadido. Si decíamos al principio que la competición concluye a priori el miércoles 31 es porque en realidad puede acabar mucho más tarde. Hasta el 5 de agosto dispone el surf de días de reserva si las condiciones meteorológicas antes no han acompañado.

Janire González-Etxabarri, entrenándose esta semana.ED SLOANEAFP

“Está claro que este sábado arrancaremos a vuestras siete de la tarde de Europa (12 horas menos en la Polinesia francesa)”, tranquiliza Aranburu, quien apostilla que “el primer día va a ser de tubos, disfrutón, la gente se lo podrá pasar bien con nuestros surfistas”. “Las dos primeras jornadas tienen bastante buena pinta”, abunda, aunque avisa: “a partir del lunes está todo bastante cambiable, se ve mucho movimiento de mar”. Así que tal vez deberán aguardar en su casa con palmeras a que amaine para seguir haciendo historia olímpica en la Ola Asesina con tres apellidos vascos.

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