El fin del sueño
Nadal y Alcaraz caen ante Ram y Krajicek y se esfuma la medalla más deseada. Rafa convocó el milagro, en el que pudo ser su último partido en París, pero no llegó.
Adiós al sueño. Adiós a París para Rafa Nadal, donde quizá no vuelva, si finalmente este año es el último. Austin Krajicek y Rajeev Ram despertaron a los dos superclases españoles que se unieron en Roland Garros para dar una medalla en dobles a España, pero quedaron varados en cuartos ante dos especialistas: 6-2 y 6-4 en 1h:39.
En el tercer episodio del Nadal-Alcaraz aparecieron dos doblistas pata negra. El zurdo Krajicek (18º del ranking) sabía lo que es levantar el trofeo de Roland Garros (lo hizo con Ivan Dodig en 2023). Y Ram, de ascendencia india, tiene en las estanterías los de cuatro Grand Slams de la especialidad. Los dos saben lo que es ser números uno por parejas. Tienen chispa y las clavijas de los cables en la posición correcta. No en vano, en Copa Davis presentaban una credencial de cuatro victorias en cinco partidos.
Frente a los dos polvorillas de Estados Unidos, que no dejaban de inquietar en la red, Nadal y Alcaraz salieron a derribar el muro a cañonazos. Como si les quisieran atravesar, llenaron los cañones de pólvora en una Philippe Chatrier cubierta por las tormentas y en un ambiente discotequero, por lo pegajoso del aire y la música cañera.
Enseguida se vio que habría que disparar muchas salvas para hundir a Krajicek y Ram. En el primer juego, sobre servicio de Nadal, lograron un primer break. Un aviso de que iba a ser difícil que se confirmó con otra rotura para 5-2 esta vez con Alcaraz al saque.
En la enorme pista central de Roland Garros, dos tenistas que suman 15 títulos individuales en esa tierra tienen un poco más de aire. “Nos ayuda jugar en la Chatrier, que es más grande. Aunque todo va más rápido, ver más espacio nos ayuda visualmente y nos da más tiempo”, reflexionaba Nadal el día anterior. Había que aprovechar eso, pero Ram y Krajicek tenían una velocidad endiablada.
El dúo español ya advirtió que “con el nombre no se gana en el dobles” después de irse a un super tie-break el día anterior frente a los neerlandeses Giekspoor y Koolhof. Tocaba arremangarse en el segundo set. Oponer fuerza y calidad contra táctica. Pero Alcaraz, que había terminado su individual contra Roman Safiullin (6-4 y 6-2) dos horas y cuarenta minutos antes, fue el flanco débil esta vez. Sobre su saque, los estadounidense se procuraron tres bolas de break para 4-3 y lo consiguieron. Con una bola cruzada, justísima, que el dúo español protestó a la jueza sin éxito.
Aún quedaba convocar al milagro, pero este fue inconcluso. Krajicek cometió una doble falta en el último juego y Nadal gritó a la grada reclamando su energía. Un momento de emoción extrema. Con el público loco ante la llamada del ídolo. Llegaron tres bolas de break para los españoles en medio del delirio, pero los estadounidenses se escaparon. Apareció la primera bola de partido y Rafa la salvó en la red tras globo de Alcaraz. Pero en la siguiente, Kracijek clavó un saque enorme. Adiós. Nadal y Alcaraz, dos genios, se abrazaron en la pista y se dieron las gracias por la invitación mutua a soñar.
Nadal, la leyenda olímpica de los dos oros (individual en Pekín 2008 y dobles con Marc López en Río 2016), el hombre elevado a la categoría de mito por París en la ceremonia de inauguración, no volverá tampoco a unos Juegos. Lo puso todo. Pero Novak Djokovic y Ram-Krajicek fueron su punto final en la historia. Queda Alcaraz para, en el individual, continuar el legado.