PARÍS 2024 | PIRAGÜISMO

Craviotto y el futuro: “Ahora mismo, quiero ser un padre normal...”

El piragüista, tras el bronce, se queda en la cima del deporte olímpico español, desempatando con David Cal. Tiene seis medallas: dos oros, dos platas y dos bronces.

Rafa Aparicio

“¡Tranquilos, ya no compito mañana!”. Aparece Saúl Craviotto, liberado ya, ante los medios con el bronce al cuello. Su sexta medalla olímpica en cinco Juegos. Más que nadie en España. Y sin querer decir que estos son los últimos de su carrera.

-¿Cómo tiene el cuerpo?

-Feliz. El bronce me sabe a gloria. Lo peleamos y estuvimos mano a mano con los alemanes. Lo importante es que dimos espectáculo y el deporte es esto. Que los aficionados se pongan de pie, y si lo hemos conseguido está hecho el trabajo.

-En el pantalán, al acabar, se le vio un poco hundido...

-Pero no por el color de la medalla, sino porque a los 400 metros iba ya picando pala, muerto. Me dejé todas las energías y el alma en la piragua. Una final soñada.

-¿La estrategia fue salir a tope?

-Sí, salimos fuertes, con determinación. En las finales no vale tanto la estrategia. Tras la semifinal, nos fuimos al hangar con dudas (terceros tras Australia y Serbia). Nos relajamos y casi nos dan para el pelo. Nos dijimos que esto no había acabado. Y teníamos dos horas por delante. El deporte es una lucha contra la cabeza y puedes entrar en un bucle, así que nos lanzamos mensajes de ánimo entre todos. Y salió.

-¿La posición en las semifinales les generó desventaja?

-No creo, aunque fuésemos por la calle siete. Sí es verdad que no podía mirar hacia al lado y Alemania estaba en la calle cuatro. Teníamos a Hungría de referencia, pero no estar en las calles centrales igual no ha sido lo idóneo.

-Van seis medallas, más que nadie...

-Más que el número de medallas, valoro haber estado arriba en Pekín, Londres, Río, Tokio y París. Son muchos años. Hay deportistas que pueden optar a cuatro o cinco medallas en unos mismos Juegos y otros sólo a una. ¿Quién es mejor deportista? No lo sé. Nunca me han gustado los rankings. Me gustaría que mi legado reflejara que he sido alguien luchador y constante.

-¿Y a partir de ahora?

-¡La piragua a un radio de 50 kilómetros! Quiero irme de vacaciones, desconectar, pasar tiempo con mis hijas porque ser deportista de élite conlleva muchas renuncias. Tengo ganas de ser un padre normal.

-¿Este ciclo se le hizo cuesta arriba tras Tokio?

-Pensé eso al principio, pero no. Ha sido muy bonito. Cooper, Germade y Arévalo son casi mis hermanos. Ha habido un muy buen rollo y ambiente. Miguel (García, su entrenador) es otro hermano.

-¿Y cerrará su carrera?

-Voy a pensar en el presente, en hoy... Aunque tengo 39 años y no voy a estar toda la vida con la ‘piragüina’, creo que me merezco afrontar el proceso de pensar qué hago. La realidad es que físicamente estoy bien, hago lo que me gusta y soy un privilegiado. Igual aguanto un año más, o lo dejo. No lo sé.

-¿Y cree que su figura ha supuesto para el piragüismo?

-No quiero que se me recuerde como alguien que ganó seis medallas. Sino como alguien que siempre ha tenido claros sus propósitos, su objetivo, y que se ha sabido rodear. Mi mejor virtud es que he sido lo suficientemente humilde para dejarme ayudar. Constante, peleón y luchador. Es lo que les intento transmitir a mis hijas. En el deporte, en la sociedad, en los estudios, en el trabajo...

-El piragüismo ya es el deporte español con más medallas. ¿Cómo ve el futuro?

-Hay piragüismo para rato. Hay chavales de veinte años que salen con el cuchillo entre los dientes peleando por medallas. Se están haciendo bien las cosas en la Federación, los técnicos, la base...

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