Carolina, el oro eres tú

París

Carolina Marín lleva tatuada en su cuerpo la palabra ‘Resiliencia’. “Para mí significa la adaptación a cualquier cambio que la vida me ha puesto por delante. Superar cualquier obstáculo. Aquí estoy después de todo lo que la vida me ha golpeado”, contaba días antes de viajar a París. La vida le atizó con dos roturas de cruzado en sus rodillas, en 2019 y en 2021, a dos meses de Tokio. Los Juegos que le arrebataron. Y en julio de 2020 falleció su padre, Gonzalo, después de un accidente que le tuvo varios meses en el hospital. Demasiadas desgracias en demasiado tiempo, ocho años, sin poder acudir a unos Juegos.

Pero aquí estaba, en París. Hace tiempo que en el fondo de pantalla de su móvil figuraba la imagen de la medalla (la de oro, no le servía otra) que se iba a colgar. Se irá sin ella, pero recibirá toneladas de cariño y de apoyo a cambio. Tres veces campeona mundial en un país donde nadie sabía qué era eso del bádminton, en un reino de asiáticas, estos iban a ser sus últimos Juegos. Terminan de la peor forma posible. “Nunca me he rendido”, decía también antes de coger el avión. No te rindas, Carolina. El oro eres tú.

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