PARÍS 2024 | TRIATLÓN

Alberto González, octavo en el triatlón de los 1.400 millones

La francesa Cassandre Beaugrand y el británico Alex Yee se coronan entre la polémica por el agua. “Se ha pensado más en la imagen de París”. El malagueño logra un diploma y Anna Godoy es 17ª.

París
BEN STANSALLAFP

El anhelo de París prohibido desde hace más de un siglo, nadar en el Sena, se cumplió. 1.400 millones de euros mediante para depurar un tramo de sus aguas, los triatletas (1.500 metros de natación, 40 km en bici y 10 a pie) se lanzaron al lecho verdoso bajo los pegasos dorados del puente Alejandro III. Y Cassandre Beaugrand (1:54:55) y Alex Yee (1:43:33) se coronaron como campeones olímpicos. Los mejores españoles fueron un excelente Alberto González (octavo y diploma, 1:44:22) y Anna Godoy (17ª, 1:58:13). “Vamos a competir a sitios donde nunca te aseguran la calidad del agua. Hacen análisis, pero deben tener más control con un plan B preparado y seguro. Tu no puedes enterarte a las 4 de la mañana de que tienes la prueba olímpica, cuando antes se barajó lo del duatlón y retrasarla al día 2”, declaró el español al llegar a meta.

La entrada en el agua frente al puente Alejandro III. ANNE-CHRISTINE POUJOULATAFP

Tras la suspensión de los entrenamientos y el aplazamiento un día de la prueba masculina por la insalubridad del agua, los niveles de E.coli y enterococos, causantes de infecciones y que viajan al Sena desde las alcantarillas de París, dieron tregua.

Cassandre Beaugrand cruza la meta con los Inválidos de fondo. TOLGA AKMENEFE

El triatlón se debía celebrar sí o sí. Se debía ver una transición entre los Inválidos (la tumba de Napoleón) y el Grand Palais. Los ciclistas del Tour, ausentes este año, fueron sustituidos por los triatletas sobre sus adoquines. El centro de París, la postal, debía lucir. La presidenta de World Triathlon, la española Marisol Casado, incluso había defendido la posibilidad de convertir la prueba en un duatlón (sin natación) si la cosa no mejoraba. “Somos marionetas. Si la prioridad fuese la salud, ya hubieran trasladado la prueba a otro sitio”, se quejaba antes de salir uno de los mejores, el belga Marten van Riel.

“Nunca nadamos con tanta corriente y menos sin probarlo. Creo que la Federación Internacional lo está haciendo muy mal. Se sabía esto desde hace ocho años y podían haber buscado una alternativa para mantenernos sanos y salvos. Tenemos un relevo dentro de unos días y no nos podemos poner malos”, se quejaba después Godoy. Y la secundaba Miriam Casillas (33ª): “Se ha pensado poco en el triatleta y más en la imagen de París, en vender el Sena. Si se hubiese pensado en nuestra salud, hubiera habido un plan B con límites de calidad del agua en entredicho”. Las dos se quejaron también de que no se decretara salida falsa (“no han penalizado a las tramposas”) y Casillas lo pasó mal al quedarse unos segundos bajo una boya, de donde no podía salir por la corriente.

Anna Godoy, con su grupo ante el Arco del Triunfo. MIGUEL GUTIERREZEFE

Tampoco importó que el fuerte caudal del Sena condicionara el nado, con dos tramos a contracorriente que hacían a los triatletas pegarse a las riberas, al lado de los ‘baton mouches’. También es verdad que las condiciones fueron iguales para todos. Y tras la exhibición de Flora Duffy, la campeona en Tokio, en natación al final la francesa Beaugrand provocó el éxtasis con un ataque en el último kilómetro a pie. Tras ella, la suiza Julie Derron y la británica Beth Potter.

Alex Yee, por delante de Hayden Wilde en meta. ANDREJ ISAKOVICAFP

Entre los chicos, un valiente Alberto González (30º del ranking y 26 años) salió sexto del Sena y se mantuvo con los mejores en la bici. Parecía que se inmolaría en la carrera, pero en una última vuelta brutal (mejor parcial en los últimos 1.500 metros) subió del 14º al octavo puesto, diploma olímpico para él y para su padre Nacho, pionero del triatlón que le metió el veneno en la sangre. “El oro parecía claro para Hayden Wilde, pero el británico Alex Yee sacó energía para comérselo en los últimos 500 metros. El neozelandés llegó a seis segundos y el francés Leo Bergere, a diez. “Cogí la parte interior del río y salí del agua con los franceses. Sabía que venía un grupo grande por detrás, pero en carrera había que ser inteligente. Hacía mucho calor, no soy un gran ciclista y tenía que reservar fuerzas para el final, para la carrera. Soy de Málaga, pero no hacia más que beber agua”, comentó Alberto.

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