Un Athletic en modo bestia

El Athletic jugó a las dos de la tarde, a la hora de comer, y el menú fueron goles y más goles, hasta cuatro por parte local. Un empacho. Le bastaron tres minutos para despachar al Espanyol, que a la media hora quedó listo para embarcar de vuelta a Barcelona. Fue la peor versión de la era Manolo González con diferencia, un técnico que había forjado un grupo sólido, al que era difícil hincar el diente por más de un tanto. Pero esta vez admitió dos en un suspiro. Los leones desplumaron a los periquitos, consolidaron la idea de que siempre son fiables cuando vuelven de un parón por las selecciones y se sacaron la amargura de este paréntesis competitivo por los puntos que volaron antes del mismo en el descuento ante Sevilla y Girona. Una sesión de lo más plácida, con Iñaki Williams y Berenguer al aparato. Curioso lo del 9: vive amargado con Ghana, que no acaba de comprender su juego meteórico, y es el tipo más feliz del mundo en la pradera en San Mamés. Alex dio dos asistencias y metió el tanto que cerraba la cuenta, el primero del curso para él. Los rivales le ponen la lupa y no saben si estamos ante un delantero, un extremo por una u otra banda o un punta. Y mientras deciden qué es, él saca la espada de matar. Bonita forma de celebrar su próxima paternidad. Este grupo de Valverde disfruta y hacer disfrutar. Y los blanquiazules son demasiado vulgares sin Puado. Acabaron atropellados por una apisonadora, se volvieron a casa en modo folio. Soportan la losa de ser el equipo más goleado por el Athletic en compromisos oficiales: 351 tantos.

A Manolo González le saltaron por los aires los esquemas muy pronto. Se adentraron sus chicos en un bosque no planeado, porque la idea era desenvolverse con equilibrio en defensa y elaborar un partido largo, y a los seis minutos ya recibieron un gol. Fue un córner botado por Nico, que remató de forma acrobática, con la rodilla, Vivian, el otro internacional rojiblanco. Remata todo lo que flota por el área rival. Le van los goles inverosímiles, porque en Leganés anotó tras pegar en un rival. Estuvo muy blandito en la marca Kumbulla, el bastión en la retaguardia blanquiazul, que empezaba ahí su matinal para olvidar. Fue un mal general: poquísima atención en las marcas e incomodidad.

Los leones amanecieron con su idea de siempre: apretando alto, robando con facilidad en campo ajeno y dando velocidad a la pelota. Los tres mediaspuntas volvieron loca a la zaga perica con su movilidad por dentro. A los Williams y Berenguer, que intercambiaban posiciones y jugaban a un toque, se unió un Guruzeta que cubre metros como pez en el agua por todo el frente ofensivo.

Tras el 1-0, Joan García se dolió en un costado y tuvo que ser atendido, de tal modo que frenó en seco la ebullición local. El Espanyol parecía estabilizar el asedio de los vizcaínos, que bajaron pulsaciones. Grajera y Lozano parecían coger el timón para ganar terreno y ser más profundos en ataque. Pero en tres minutos todo volvió a su cauce: juego ultrarrápido a pocos toques y con los carriles libres para los laterales. La efectividad era máxima: cuatro ocasiones y tres goles. Abrumador.

Berenguer estaba cómodo distribuyendo el juego en el último tramo del campo. Un gran pase a Iñaki lo resolvió este girándose y anotando el 2-0. Poco después Omar estuvo muy blando con Nico, al que dejó progresar sin derribo. El 10 cedió a Berenguer y este volvió a sintonizar con Iñaki, que metió un pepinazo para su doblete.

El Espanyol era pan comido. Agirrezabala sacó un balón a Jauregizar y este se giró para prolongar la pelota hacia Nico. Con un movimiento, superaban dos líneas. El menor de los Williams levantó un suspiro de admiración de la grada con un caño a Kumbulla. Una acción preciosa que no encontró el premio final. Más tarde el hermano de Iñaki tiró otro a Cabrera y Kral patentó el suyo con De Marcos. La tarde de los túneles.

Manolo González tenía que mover algo el arbolito, porque aquello amenazaba ruina. Antes de pasar página y pensar en su próxima cita, ensayó con tres centrales. Pero estos salían tarde hacia la espalda de los medioscentros y había más espacios que en un desierto. Berenguer lo aprovechó y cerró su día de gloria con un gran tanto en el minuto 55. Un pase de De Marcos, un quiebro y tac, a la cazuela. Es polivalente y cumple casi siempre. Ha dado cuatro asistencias en nueve partidos en esta Liga, tantas como en las dos temporadas anteriores juntas, en 72 encuentros. Pura inspiración. Ya van diez goleadores esta campaña en el equipo bilbaíno. La fiesta era completa y aprovechó para redebutar Nico Serrano como rojiblanco. Escalada provisional a la cuarta plaza, en la zona Champions. El Espanyol logró lavar algo la imagen al final, aprovechando que los locales levantaron el pie del acelerador, con una pelota cruzada de Jofre y un buen gol de falta de Tejero.

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