El último guiño de Milan Baros

El nombre de Milan Baros se asocia a la leyenda. Un delantero que marcó la historia del fútbol checo. 41 goles en 93 partidos con la selección que acompañan momentos míticos de su carrera como futbolista. Aquel pichichi sorprendente en la Eurocopa de 2004 y titular en ese Liverpool que levantó la Champions League del 2005 con una remontada llena de épica. Lyon o Galatasaray para seguir siendo grande antes de pulverizar cifras también en la liga checa. Allí también pasó por el Mlada Boleslav, rival este jueves del Betis en la Conference League. Fue en la campaña 2015-2016 y la cerró con 9 goles en 24 partidos. “Fue sorprendente su paso por el Mlada Boleslav, algo inesperado. Pero le fue bien, ganando la Copa de la República Checa y marcando goles”, explica Jiri Cihak, periodista checo del diario Idnes.

Durante esa segunda parte de la campaña con el Mlada Boleslav, firmó algunas actuaciones de mérito cuando encadenó cinco goles en seis partidos. Fue entonces cuando incluso se rumoreó con una vuelta a la selección que finalmente no llegó. Pero dejó su huella en un equipo que sintió tener una leyenda en sus filas. Tras ello, volvió a escribir capítulos de historia con el Banik Ostrava, el club más importante de su carrera. Volvió allí hasta en tres ocasiones. También pasó por el Slovan Liberec que entrenaba un lanzado Jindrich Trpisovsky que hoy triunfa en el Slavia.

Pero las lesiones ya formaban parte de su vida desde hacía mucho. No era el ariete que ganaba carreras en el Liverpool o abría espacios en la liga turca. En Ostrava tiró de corazón e incluso ayudó al club a luchar contra los problemas económicos que condicionaban su crecimiento. En ese 2015 la situación en el Banik no fue sencilla. “Quizás su llegada al Mlada Boleslav no hubiera sucedido, pero ocurrió. Él quería seguir con su carrera y a su vez quedarse en la República Checa”, afirma Jiri Cihak. El destino unió a una de las mayores leyendas del fútbol checo con un club que hoy pelea por inscribir su nombre en esta Conference que reparte oportunidades. Ya no está Baros ahí. Aunque su huella sea imborrable. Él juega aún, a sus 43 años, en el Vigantice, equipo de su pueblo que milita en la sexta división checa. Baros quiere ser eterno.

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