EURO 2024 | SELECCIÓN

Oyarzabal, el segundo milagro de Zubieta

Como Merino en Stuttgart, fue el héroe de la final. Luis de la Fuente tenía perfectamente estudiado el rol que quería de él y funcionó. Se recuperó de una grave lesión en su rodilla izquierda en 2022.

Kai PfaffenbachREUTERS

Si los niños vienen de París, los milagros vienen de Zubieta. Después del gol de Mikel Merino en Stuttgart, esta vez le tocó a Mikel Oyarzabal, desde ayer en los libros de historia del fútbol español. En una jugada de tiralíneas, fabricada con Cucurella, otro de los héroes de la Eurocopa, descargó el juego y se metió detrás de Stones. Ahí hizo daño. Habilitado, metió el interior con tranquilidad y firmó el gol de la Eurocopa. Una definición de clase, tranquila, que dibuja bien a un jugador que ya había tenido un momento determinante con la Selección en el penalti que le marcó a Suiza en la tanda de los cuartos de final de la anterior Eurocopa contra Suiza.

Lo merecía por el esfuerzo. Oyarzabal se lesionó en marzo de 2022 en un choque fortuito con Portu. El ligamento interno de su rodilla izquierda hizo crack. Y con él, el sueño de ir al Mundial de Qatar. Luis Enrique siempre lo tuvo en consideración. Como Luis de la Fuente, que lo conocía bien de las categorías inferiores. Y que no dudó en recuperarle cuando estuvo de nuevo a tope.

Capaz de jugar en cualquiera de las posiciones del ataque, De la Fuente tenía perfectamente estudiado qué rol iba a tener cada delantero en esta Eurocopa. Para el capitán, Morata, estaba asignado el de delantero titular. Se ha dejado el alma y ha sido más importante de lo que muchos creen si sólo analizan la superficialidad. Luego, De la Fuente dividía el esquema en dos aspas. La primera tenía que ver con el revulsivo a la desesperada. Ese era el rol de Joselu, que ‘afortunadamente’ no tuvo que aparecer porque España sólo ha estado por debajo en la Eurocopa con el 0-1 de Georgia y de Francia. Y, para entonces, todavía quedaba mucho partido.

El rol de Oyarzabal tenía que ver con partidos en los que España ya hubiese hecho la ventaja. Apareció contra Italia; y casi marca. También en los partidos contra Alemania y Francia. Pero su momento de gloria estaba reservado para la final contra Inglaterra. Donde no había nada, se imaginó la jugada perfecta. Descargaría hacia Cucurella (curiosidad: los dos jugaron en el Eibar) y volaría al espacio para esperar el balón. Y sí, la pelota alcanzó su destino. Y Oyarzabal honró a sus maestros de Zubieta.

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