¡Otra vez reyes de Europa!

Ganó España, ganó el fútbol. Pocas veces un campeonato hace justicia a un grupo de jugadores entregados al dulce toque del balón. Ya tenemos foto, la imagen de Álvaro Morata levantando la Eurocopa al cielo de Berlín como antes hicieron Ferran Olivella en Madrid en 1964 o Iker Casillas en Viena y Kiev en 2008 y 2012. Hitos de una Selección que hace historia al convertirse en la primera en ganar cuatro títulos continentales. Doce años después de aquella Eurocopa con la que se cerraba el triplete mágico, La Roja ha logrado cautivar al mundo con su fútbol y sus talentos. Qué bien sabe volver a ser los reyes de Europa.

De inicio, España se volcó a la izquierda, con Nico y Fabián como socios ante una Inglaterra que había cambiado de traje respecto a los últimos días: defendían cuatro y no tres, con Shaw de titular en detrimento de Trippier. Orden y disciplina, esas eran las consignas de Southgate, acostumbrado a sacar el máximo rédito a cada una de sus libras. Eso, trasladado al fútbol, significaba que sus jugadores no se arriesgaban a robar el balón sino que esperaban atrás, sin ningún sonrojo por que los minutos pasaran y su afición se quedara fría.

Los minutos pasaban y, pese al 0-0, ganaba Inglaterra. Me explico. Inglaterra jugaba como lo ha hecho en toda la Euro, es decir, a nada, con el valor del equipo menor al de la suma de sus individualidades, Foden desaparecido, Saka sin recibir balón y Bellingham luchando en solitario. España, mientras, no se parecía a España, sin veneno en las bandas de Lamine y Nico, Morata desconectado y escaso peligro de Olmo, nuestro tres en uno cuando de lo que se trata es de abrir la cerradura rival. Pero no hubo manera, nadie marcó, ni siquiera en el remate de Foden en el 45′, y de ese modo el descanso acudió en auxilio de unos y otros.

Zubimendi sustituye a Rodrigo

Lo peor no llegaba con ese 0-0 sino por el runrún con el que La Roja se fue al vestuario: Rodrigo estaba tocado. Un mal presagio que se confirmó con la entrada de Zubimendi en la reanudación. Pero no hubo tiempo para saber si la aspirina surtía o no efecto, pues a los dos minutos llegó por fin la jugada que desperezó a La Roja. Pase de Carvajal para que Lamine centre y Nico marque de zurdazo raso. Era el 14º gol de España en la Eurocopa, lo que le valía para igualar el récord en poder de Francia desde la edición de 1984.

Ahí se abrieron las puertas del gran fútbol, con España jugando al toque, más dañina arriba y dos acciones consecutivas en las que Olmo (49′) y Nico (56′) acariciaron el gol. Southgate recurrió a su talismán y dio entrada a Watkins, autor del tanto que llevó a la final, en sustitución de Kane, a quien el partido le pasó por encima. Minutos después, De la Fuente calcaba el movimiento al suplir Oyarzabal a Morata.

El paso de los minutos convirtió el partido en una ruleta rusa en la que cada ataque llevaba consigo un infarto. De esa vorágine sacó partido Inglaterra, que en la tercera contra casi consecutiva empató el duelo con un remate raso de Palmer desde la frontal del área. No convenía a España entrar en ese intercambio de golpes, perder el orden con el que hasta ese momento, el minuto 73, había neutralizado la velocidad de Bellingham, Foden y compañía.

Lamine tuvo en sus botas el 2-1 (81′), pero el remate le salió centrado y Pickford despejó sin apuros, algo que no pudo hacer el meta del Everton cinco minutos después. Cuando el partido se vestía ya de prórroga, Olmo cedió a Oyarzabal y este abrió a la izquierda para que Cucurella, de primeras, centrara al corazón del área. El delantero de la Real Sociedad remató con el alma, un disparo letal. No quedaba nada, la cuarta Eurocopa estaba ahí, a la vuelta de la esquina. Y así ocurrió no sin antes salvar Olmo bajo palos el que hubiera sido el 2-2 en el 89′. Pitido final, éxtasis en la grada y premio al buen fútbol de La Roja. Decía Valdano el sábado en El País: “Si España gana y a Rodri no le dan el Balón de Oro voy a pensar que el fútbol, además de confundido, está ciego”. Mantén la fe en el fútbol, Jorge, el MVP de la Eurocopa acerca un poquito más ese premio al mariscal del City.

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