Una exigencia que condiciona

El Leganés está empezando a sufrir un problema de exigencia. Se veía venir. El club estableció desde el comienzo de temporada un elevado listón que buscaba un único objetivo: subir sí o sí. El problema no era tanto el qué (buscar la Primera de nuevo), sino el cómo. Tras el descenso decía la lógica que lo normal era que los pepineros intentaran retornar a la élite. Sucede que desde el palco y los despachos de Butarque se ha deslizado siempre un mensaje que mezcla obligación y suficiencia. Esto es: se tenía que retornar sí o sí porque había medios más que sobrados para conseguirlo.

La realidad empieza a demostrar que no es sencillo. Muchos factores son clave. Uno de ellos, la gestión precisamente de las expectativas entre una plantilla renovada en la que ha ido calando esa obligatoriedad en conseguir un objetivo que, por cierto, las dos veces que se ha alcanzado en Leganés ha sido contra pronóstico. Tanto en 2016 como en 2024 aquella plantilla se había planteado para la permanencia. Ahora sólo vale la vía del ascenso.

Esa gestión de la exigencia ha sido elemento disruptor del rendimiento cuando los resultados (a veces acompañados de buenas sensaciones) no han llegado, generando una frustración que se ha hecho especialmente sensible en Butarque. Voces en el seno del Leganés consideran que no es casualidad que el equipo se haya convertido especialmente vulnerable en su estadio, donde está más obligado a rendir. Donde la necesidad de cumplir ante su parroquia, lejos de dar alas a la plantilla, puede ser lastre.

Los mensajes de Paco López…

Cabe recordar que el Leganés apenas ha logrado 5 de los 18 puntos en juego en su propio estadio. E incluso cuando ha logrado rascar algo, se han pasado por momentos de incertidumbre y una cierta tensión que impedía que los jugadores se mostrasen con la normalidad y rendimiento que se ve fuera.

“Mi única duda, siendo sincero, que como desde siempre nos cuelgan la etiqueta de que hay que ascender sí o sí... en fin, eso será con permiso de 21 equipos... eso puede hacer que aparezcan dudas fuera y eso repercuta en el vestuario”, explicó Paco López tras ganar al Málaga (2-0) en un comentario que, una semana después, quiso matizar.

“Seguramente no me expliqué bien. Lo que quise decir es que, durante algunos momentos del partido, noté que nos costaba ser nosotros mismos. Y simplemente planteé que, si esa sensación de obligación existe, a veces puede afectar, porque los jugadores son personas y tienen emociones”, añadió un técnico que siempre ha tratado de desmarcarse del discurso del club y la propiedad… pero sin dejar a éstos en fuera de juego.

…y del vestuario

El vestuario también trata de desmarcarse de ese guión de obligatoriedad por el ascenso sin dejar del todo mal el mensaje oficialista. “Cuando faltan tantas jornadas, pensar ya en el ascenso no tiene sentido. Hay que poner los pies en el suelo, empezar a sumar de tres en tres, y eso es lo que te da verdaderamente opciones. (…) Es verdad que pensar en el ascenso ahora, en noviembre, es complicado, porque te puedes dar una hostia muy grande. Pero también le digo: veo a mis compañeros, veo al cuerpo técnico, y creo que tenemos que hacer mucho más de lo que hemos hecho”, trataba de navegar entre dos aguas Rubén Peña, tercer capitán de un equipo al que -sin la exigencia externa de otros equipos- empieza notarse más agarrotado precisamente por la exigencia interna.

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