Un Huesca firme toma el Carlos Tartiere

El Huesca supo desde el primer momento qué partido jugar y el Oviedo estuvo perdido. Los azules regalaron atrás, no es novedad, y los de Hidalgo supieron hacer sangre. Merecida victoria oscense que les saca de la crisis en la que transitaban y traslada el momento a un Oviedo que pierde pie con la zona noble.

Como se esperaba, los papeles quedaron marcados desde el principio. Ambos fueron honrados con lo que tenían, pues el Oviedo quiso tener la pelota desde el primer minuto y avanzar combinando. El Huesca esperó, no muy atrás pero lo suficiente para que se crearan espacios a la espalda de la defensa azul a los que correr.

Y aunque el Oviedo avisó con un par de acercamientos tibios, el que dio primero fue el conjunto visitante. Fue una contra que manejó Soko perfectamente ante la descoordinación de la defensa azul. Corrió, ganó el sprint a Costas y centró para que Enrich rematara a la red.

Tardó en reaccionar el Oviedo, que parecía sorprendido por el guion, como si empezar perdiendo no pasara de ninguna manera por sus planes. Se sintió cómodo el Huesca esperando atrás, aunque algo menos cuando perdió a Soko, una amenaza hasta entonces, por lesión a los 37 minutos. Hasta entonces, el Oviedo solo había inquietado con un remate flojo de Hassan y un centro chut de Colombatto. Intensificó el dominio el equipo local hasta el final del primer acto pero solo tentó al gol en un remate forzado de Luengo. Antes, había aparecido Aarón para repeler un intento de Loureiro en un córner.

Tras el receso, segundo golpe visitante, y otra vez a la carrera. Luengo y Seoane no se entendieron y Javi Mier robó y corrió, hasta plantarse, sin oposición, en el área. Aarón desvió su tiro pero Enrich empujó a la red.

El Oviedo cambió las normas cuando lo vio todo perdido y apostó Calleja por dos delanteros con la entrada de Viñas y Paraschiv. Necesitaba un tanto que le diera aire y estuvo muy cerca de lograrlo en los chuts de Luengo y Chaira, ambos al poste.

Pero no llegó a inquietar mucho más el equipo de Calleja, presa de los nervios y de un ambiente crispado. Más aún cuando Joaquín de volea, hizo el tercero, para cerrar el partido y abrir la crítica de un Tartiere cabreado con los suyos.