Sergio Ruiz liquida al Málaga y mantiene el mito de Los Cármenes

Myrto Uzuni se disfrazó de Callejón y pasó de goleador a asistente. El afortunado fue Sergio Ruiz que, llegando desde segunda línea, aprovechó el despiste de rigor para anotar un tanto que vale su peso en oro para unos y de chatarra para otros. El Granada se aproxima al ascenso directo y el Málaga le deja a ocho puntos de una permanencia que se aleja. Era el minuto 90. Unos acabaron festejando y otros, llorando.

En realidad los malagueños propusieron un encuentro digno y competido en el hogar del mejor local de Europa en las grandes ligas. La fortaleza malaguista duró 90′ hasta que los nazaríes, un conjunto plagado de excelentes futbolistas, acabó imponiendo su imponente pegada y mayor calidad. Un Granada de altos vuelos y un Málaga que sigue en paliativos y que será cadáver si el próximo domingo no vence al Racing.

Ambiente extraordinario pese a que hacía frío, con cerca de 1.000 seguidores del Málaga. Un partido de horizontes lejanos. La pelea del Granada para regresar a Primera y la tensión blanquiazul para seguir nadando hasta la salvación. Los de Pellicer sufrieron de primeras el arsenal ofensivo del anfitrión. A los 2′ Ignasi Miquel se anticipa a Rubén Castro y le impide fusilar. A los 9′ Callejón echa fuera un sensacional servicio de Bodiger. Cinco minutos después Uzuni no aprovecha el regalo de Weissman porque se lo impide Rubén Yáñez con una intervención espectacular.

Los hombres de Pellicer están concentrados porque saben que un solo error contra un oponente de esta calidad devora al más optimista por lo que llega a defender con seis, siete u ocho jugadores llegado el caso. Escassi y Genaro ayudan a los centrales. Delmás, un lateral que ataca mejor de lo que defiende, tiene un carril complicado con José Callejón, el ombudsman de Los Cármenes y Carlos Neva. Los blanquiazules, con ocasional uniforme negro, aguantan como pueden el chaparrón y Raúl Fernández, el hombre de las 13 porterías a cero, es un congelado espectador más.

El paraguas del Málaga aguanta la tormenta y busca con centros laterales y balón parado a Rubén Castro. A los 35′ el meta local desentumece músculos con un débil cabezazo de Escassi. Los de Pellicer sufren con la salida de balón. La conducción de Fran Villalba, jugador de notable lucidez tiene claros y oscuros. Los malagueños llegan al descanso con su portal inmaculado.

Nada más empezar la segundas mitad Quini se juega la segunda amarilla en una falta sobre el Febas, el jugador que más regatea de Segunda. A los 53′ Paco López hace triple cambio dando entrada a Sergio Ruiz, Bryan Zaragoza y Raúl Torrente, que reaparece tras recuperarse de su grave lesión y que fue recibido con cariñosos aplausos. Esto supuso un retoque táctico con tres centrales y Cabaco por el costado derecho. A los 54′ Raúl hace su primera intervención de tronío a disparo del inquieto Lago Junior. Poco después remata cual tanque un medido servicio de Neva y la grada local se viene arriba.

El tiempo pasa y Sergio Pellicer decide sacar a Fran Sol por Rubén Castro, que deberá esperar una semana más para alcanzar el récord de Nino como mejor goleador histórico de Segunda. A los 77′ Yáñez falla al atrapar un balón porque le estorba Javi Jiménez en el área pequeña. Weissman estrella en el poste. El meta malacitano se enmienda por parar de manera formidable un testarazo sensacional de Uzuni a centro de Bryan Zaragoza, que se va de Javi Jiménez con clásica facilidad.

Y es que al Málaga le pasó lo de siempre. Sin crear apenas ocasiones aguantó el tipo en busca de su oportunidad. Pero los fallos, esos que tanto están penando, aparecieron en otro momento inoportuno. Una pérdida de Genaro pilló a los de Pellicer descolocados. Centro de Uzuni, que se coló por el costado de Delmás y Sergio Ruiz encontró el pasillo que dejó Esteban Burgos para sentenciar el derbi oriental.

El Granada, a base de apretar, encontró el premio que sin duda buscó aprovechando las grietas de un Málaga para quien todo son desgracias. Un centro de Uzuni encuentra destinatario, Sergio Ruiz, que fusila al sufrido Yáñez que hace estallar de júbilo a todo el estadio menos a la parroquia de La Rosaleda que se ve cada vez más cerca de la inevitable catástrofe.