Sandro Ramírez y Las Palmas hacen los deberes

Dicen que nada tiene que reprocharse quien hace todo lo que puede. Es lo que le acaba de pasar al Cartagena, que se ‘despide’ de la temporada habiendo luchado por jugar los playoff hasta la penúltima jornada, sin opciones en el partido que queda, lo que acaso era una misión (casi) imposible. Hoy fue, simple y llanamente, inferior a una Unión Deportiva Las Palmas lanzada con todo a por un ascenso para el que sigue dependiendo de sí misma.

De hecho, el equipo grancanario tardó 15 minutos en comenzar a azorar a su rival, justo lo que le costó a Loiodice abrir el marcador. Desde entonces, comandada por la excelencia del francés y la ambición de Sandro Ramírez, tres jornadas consecutivas marcando, Las Palmas hizo los deberes que le tocaban para no tener que mirar a nadie más en caso de ganarle al Alavés dentro de siete días. Jugará en su casa ante el Alavés y con más de 32.000 personas, a las que nadie le quita a ilusión, en las gradas. El todo o nada en apenas 90 minutos. El que gane será de Primera. Al equipo vasco, por cierto, solo le vale la victoria.

El partido se puso precioso nada más empezar. Ambos equipos salieron a cara descubierta, sin dejarse nada, acaso yendo con todo lo que tenían a por la gloria. Y es que a los dos únicamente les valía la victoria. Al Cartagena, para alimentar la vana esperanza, pero esperanza al fin y al cabo, de jugar los playoff. Y a Las Palmas para ascender en caso de carambola milagrosa, que finalmente no se dio, o al menos seguir dependiendo de sí misma en la última jornada para estar en Primera División.

Vibrante, el duelo prometió emociones fuertes desde el inicio. En apenas cuatro minutos Las Palmas ya había forzado dos córners, y en medio Coco le birló a Calero una clara opción de abrir el marcador. En la locura inicial apretaba un poco más el Cartagena, que se las prometía muy felices en el minuto 11 cuando Mikel Rico, tras una gran asistencia de De Blasis, abrió el marcador.

En el equipo visitante apareció de nuevo ese “miedo a perder lo conseguido” que ayer, antes de viajar hacia Cartagena, había ‘denunciado’ García Pimienta. Parecía contra las cuerdas el equipo grancanario, ahogado por un bravo Cartagena, que insistía en lanzarse sin compasión al cuello de su rival. Sin embargo, en un mínimo descuido blanquinegro, Loiodice mandó un golpe inapelable al mentón local cuando, aprovechando un pase de Pejiño, soltó desde fuera del área un latigazo con su bota izquierda que fue imposible para Aarón. Este regaló en forma de 1-1 le dio a Las Palmas todavía la vida que parecía que se le escapaba, y siete minutos después, en el minuto 22, ya iba ganando. Pejiño, en otra de sus diabluras habituales, puro embujo gaditano el suyo, dejó a Sandro solo en el área del Cartagena. La perfecta definición del delantero grancanario puso a su equipo por delante para, ahora sí, adueñarse por completo del partido.

El gol anulado por fuera de juego a Ortuño no fue más que una anécdota, pues Las Palmas ya tenía del todo sometido a su rival, cabeza gacha ante el aluvión de juego que se le venía encima. Primero, Aarón le birló el 1-3 a Álex Suárez, guarismo que llegó en el minuto 37 tras un chut de Sergi Cardona que, después de tocar en dos defensas del Cartagena, perforó la portería local. El partido, a falta de 45 minutos, estaba visto para sentencia.

Aliciente.

Y tanto que lo estaba. De hecho, vaya si pareció un rondo una segunda parte en la que el único aliciente, ni que fuera poco, residía en conocer si Las Palmas sería esta misma tarde equipo de Primera División. Cerca lo tuvo, pero lo principal, esa dependencia de sí misma tan importante para la última jornada, estaba más que garantizado.

La UD mecía la pelota a su antojo, como quien le canta una nana a su bebé para se tranquilice antes de dormir. El beso a punto estuvo de darlo Moleiro, que sigue negado con el gol este curso, fallando un 1-4 que parecía cantado. Las Palmas protestaba poco después un posible penalti de Eteki a Sandro, pura ambición la del equipo grancanario, no digamos la del 9, voraz con un marcador tan claro a su favor y alrededor de 400 fieles dejándose la vida por los suyos en la grada.

Tan bien le iba a Las Palmas que el error con los cambios, estando por medio el delegado del equipo, quedó en anécdota pese al tremendo enfado de García Pimienta. Además, Sandro culminó una actuación colosal marcando un gol estupendo desde el corazón del área del Cartagena, sumando así su cuarta diana en las últimas tres jornadas, ocho puntos en el zurrón de su equipo. Los visitantes pudieron incluso irse a casa celebrando el repóker, pero Marc Cardona, que había entrado precisamente por Sandro, se confió demasiado.

Así se llegó al minuto 90. Mucho tiempo antes la radio y los móviles pasaron a ser protagonistas para toda la afición de Las Palmas, presente o no en Cartagena, por supuesto también de los futbolistas en el césped y de los ocupantes del banquillo, pues el Málaga merodeó con ahínco ese 1-2 en casa del Alavés que le hubiera dado, hoy mismo, el ascenso a la entidad insular. Sin embargo, el equipo grancanario hizo los deberes. Con su victoria, independientemente de lo que pasara en otros estadios, dependía de sí misma en la última jornada. Le visita, precisamente, el Alavés, su inmediato perseguidor. Si gana, a Primera. No hay más. Un empate le valdría pero debería cambar un poquito el cuello. La final está servida. Pase lo que pase, ya lo dice el grito de guerra de la afición de la UD: “... y pobre del que quiera robarnos la ilusión”.