Real Racing Club de Uganda

Fort Portal es una pequeña ciudad al oeste de Uganda, muy cerca de la frontera con la República Democrática del Congo y de sus famosísimos parques nacionales de los Montes Ruwenzori y de Virunga, la mayor reserva mundial de gorilas de montaña. Es un lugar ideal para hacer turismo de aventura y, también, para intentar ayudar a los miles de desfavorecidos que viven en la zona. Esto último es lo que ha decidido hacer el enfermero santanderino Ignacio Candela, que ha dedicado sus vacaciones en el Hospital de Valdecilla para colaborar con la ONG Cooperating Volunteers, dedicada a mejorar las condiciones de vida de los niños en Uganda, especialmente los que están acogidos en orfanatos, guarderías y colegios. Y, además, Candela, que es un racinguista acérrimo, ha aprovechado para, en colaboración con la Fundación Racing, repartir equipaciones de su equipo entre los más necesitados.

El cooperante cántabro, que esperó unas semanas antes de repartir sus regalos racinguistas, para asegurarse que lo daba a quien más lo necesita, está viviendo una experiencia imborrable: “La verdad es que esto es increíble. He decidido venir a un proyecto en un hogar de acogida donde los niños que no tienen recursos y no pueden ir al cole van a pasar el día, intentar aprender, jugar y ser cuidados por los voluntarios, otros viven allí directamente. Las edades van desde 3 a 12 años aproximadamente. La mayoría no sabe inglés así que es difícil comunicarse, pero les intentamos enseñar un poco de todo. Por las tardes voy a otros proyectos a echar una mano, por ejemplo con bebés, para ducharles, darles de comer… viven en la absoluta pobreza y abandonados”.

Antes de partir hacia su experiencia como cooperante en Uganda, Ignacio explicó su proyecto a César Anievas, director de la Fundación Racing, y de inmediato encontró la colaboración tanto de esta institución como del propio club, que rebuscaron en sus almacenes para encontrar los productos que más pudieran necesitar los pequeños de Fort Portal.

La aventura africana de Ignacio Candela tocará en breve a su fin, justo cuando se le agoten sus vacaciones profesionales, pero este tiempo en el corazón del continente negro no habrá sido en balde, por el rastro que han dejado los pequeños ugandeses en su corazón y, también, aunque sea una ayuda casi simbólica, por la sonrisa que arrancó en las niñas y niños que recibieron sus camisetas racinguistas. Hay muchas formas y muchos sitios para hacer racinguismo y esta, en Uganda, es una de las más bonitas.