Puado iguala en el desquicio

Lo mejor de 2023 para el Espanyol es que ya ha concluido futbolísticamente. Lo peor, que no existe una solución mágica a su proceso de descomposición, primero sin fútbol y ahora también desquiciado, pero sobre todo ciclotímico, capaz de recibir tres golpes del Burgos y de igualarlos en una actuación ramplona, más descrédito para Ramis. Inaguantable lo de los pericos igual que loable el partido de los burgaleses, que pudieron tranquilamente ganar, pero que en cualquier caso encadenan ya siete jornadas sin perder.

Pintaba ya mal la noche para los pericos, por fría y desangelada, y porque incluso instantes antes del saque inicial se arrancaba un sector con el “¡directiva, dimisión!”, templados los ánimos por la marcha del equipo y especialmente el 1-1 del sábado en Andorra. Razón llevaban las quejas, cuando a los 12 minutos ya se avanzaba el Burgos en el marcador, con una llegada fácil, rápida, centro de Espiau a Kévin Appin para que el marsellés, internacional con Martinica, sonrojara como tantas otras veces al espanyolismo en este ‘annus horribilis’.

Espeso, lento, apático, previsible aun con el concurso esta vez sí de Aguado, acaso se adueñó del balón el Espanyol a voluntad de un Burgos al que ya le iba bien la película. Salvo en la acción del 1-1, un error flagrante de Ander Martín, que mide mal en el pase a Caro y lo que consigue es entregarle una asistencia de gol a su casi tocayo Martin Braithwaite. Otra cosa no, pero de regalos va servido el conjunto blanquiazul, que ya venía del autogol de Pampín la pasada jornada y al que Papá Noel, por compensación, ya no traerá nada. Y los Reyes, carbón. Y Copa del Rey.

Ni el empate mejoró las prestaciones del equipo de Ramis, ni suavizó a una grada cada vez más hastiada. Pocos, pero sonoros. Con un vaivén de pitidos que acabaron por atronar en el ambiente en la última acción del primer tiempo. Precedido por un fallo de Calero que casi aprovecha el experico Bermejo, sirvió un córner el Burgos que Grego Sierra remató a placer. El 1-2. La euforia visitante. El estallido de Cornellà, con gritos incluidos al descanso de algún aficionado hacia el palco, donde en ese momento se encontraba el director deportivo, Fran Garagarza.

Pero tampoco a la segunda parte entró rabioso el Espanyol, que lejos de buscar el empate trató de regalar en dos ocasiones el tercer tanto a los visitantes: una pifia de Calero que habilitaba a Espiau y otra de Sergi Gómez, tras la que perdonó Bermejo. Tal se antojaba la desidia que el público optó por otra estrategia para estimular a los suyos, la ironía, siguiendo con “oles” los pases en horizontal del conjunto local.

Sin embargo, fue entrar Keita Balde, atrasar la posición Expósito y enloquecer el conjunto perico. Gozó de más ocasiones el Espanyol en tres minutos que en la primera hora de encuentro, hasta que llegó el premio del 2-2, en un córner que culminó Sergi Gómez, enmendando su error previo.

Un espejismo, no obstante, porque el empate devolvería a los de Ramis a su paupérrima realidad de equipo descompuesto, que volvió a hacer aguas por todas partes, lo cual aprovechó Curro para anotar el tercero del Burgos y para silenciar a un estadio que, pura esquizofrenia, volvió a creer minutos después con el 3-3 de Puado, su décimo gol en esta Liga abominable de Segunda.

Y así, con arreones, la protesta de un inexistente penalti sobre Braithwaite y la infructuosa ocasión final de Keita, sumó un nuevo empate el Espanyol. el tercero consecutivo, hacia la derrota final. Ya van cuatro jornadas sin ganar para un equipo obligado a subir, que terminará 2023 fuera del ascenso directo y con sólo cuatro puntos más que un Burgos que recordará por muchos motivos la noche prenavideña de Cornellà.

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