Primeros goles de Caicedo y Gaspar en casa que dan puntos

No pasará a la historia este Sporting-Huesca que se llevó el equipo rojiblanco con más méritos que el rival tras un partido cargado de errores e imprecisiones que acabaron por desesperar en muchas ocasiones a los dos entrenadores. Los primeros goles de la temporada en El Molinón tanto para Jordy Caicedo, que se estrenó como goleador, y Gaspar Campos sirvieron para dejar los tres puntos en casa. Parecía sentenciado el encuentro cuando el gijonés hizo 2-0, a falta de diez minutos --más el añadido--, pero un gol de Róber Pier en propia puerta provocó el sufrimiento local tan injusto como innecesario.

El Sporting tuvo la fortuna de abrir el marcador muy pronto. Iban solo cinco minutos cuando Jordy Caicedo empujó a la red, con la cabeza y sobre la misma línea de gol, el balón que se colaba tras el remate acrobático de Lander Olaetxea. La temprana ventaja en el marcador durmió a los locales, que llegaron al descanso con un bagaje atacante muy pobre para lo que tiene acostumbrados ya a sus aficionados; un centro del propio Caicedo al que no llegó Queipo fue el único momento de apuro de verdad para la portería de un Huesca que solo inquietó a Yáñez con un disparo lejano de Javi Hernández.

El paso por el vestuario espabiló a los locales, aunque la primera ocasión fue una volea de Loureiro que se marchó por encima de la meta sportinguista. A partir de ahí, Nacho Méndez en dos ocasiones, sobre todo en la segunda cuyo disparo se estrelló en la espalda de Caicedo cuando se dirigía al fondo de la portería, y Dani Queipo desde fuera del área pudieron ampliar una renta que se antojaba corta.

La desventaja en el marcador llevó al Huesca a tomar la iniciativa en el juego pero sin llegar a hacer daño. Un remate flojo de cabeza de Sergi Enrich fue la única oportunidad visitante antes de que Gaspar, en otra buena combinación del ataque del Sporting, acertara a poner el 2-0. El gijonés, que no marcaba en casa desde la primavera pasada, pareció poner la tranquilidad para afrontar los minutos finales.

Sin embargo, la desafortunada acción que tuvo como protagonista a Róber Pier provocó cierta angustia y temor en la parroquia sportinguista. Todo se quedó en susto porque el partido llegó al final sin que el Huesca tuviera al menos la posibilidad de lamentar esa gran oportunidad que siempre aparece cuando uno se vuelca sobre el área rival, pero que esta vez no llegó.

Fue un partido extraño, un poco caótico por momentos con excesivas pérdidas de balón, con incompresibles entregas al rival por los dos bandos. En el lado local, la referencia del último encuentro en El Molinón quizá elevó las expectativas de volver a ver a un Sporting brioso y punzante. Pero se echó de menos, como ejemplo, el ímpetu de un apagado Guille Rosas por la banda derecha. De cualquier modo, los tres puntos se quedaron en Gijón para satisfacción de las huestes sportinguistas y con el lamento para un Huesca que tuvo más el balón en las botas de sus futbolistas pero sin la pegada que necesita un equipo que quiere estar arriba.

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