Manolo González, el conductor de autobuses que se curró llegar a la elite

Nació en una población de un millar de habitantes, la lucense Folgoso do Caurel, hace 45 años (el 14 de enero de 1979), pero pronto se mudó con su familia a la populosa Barcelona, donde como tantos niños de su generación comenzó Manolo González a dar patadas al balón en las calles y los parques. Hasta que con ocho años comenzó a practicar su deporte favorito en el colegio Dalvi. Empezó allí una trayectoria que culmina ahora con su ascenso al banquillo del Espanyol. Su primera experiencia en la elite.

El nuevo técnico perico es fútbol. Por todos sus poros. Y, pese a su edad, lleva prácticamente tres décadas entrenando. Empezó con sólo 16 años en el Infantil B del Martinenc, club en el que como jugador militó entre los 9 y los 17, con el que llegó a formar parte de la selección catalana y al que regresó tras una breve etapa en el Sant Gabriel. También militó en Gramenet B y Montañesa, donde a los 21 años sufrió una triada, la lesión más temida por cualquier futbolista que se precie (rotura de cruzado, ligamento lateral interior y menisco de una rodilla), que le apartó de los terrenos de juego. Y lo acercó aún más a los banquillos.

Porque Manolo González nunca dejó de ser entrenador. En el Sant Gabriel, los juveniles y el filial del Badalona –donde fue valedor de Gerard Moreno, como también lo sería de Mariano Díaz–, en el retorno a una Montañesa donde dejó huella y de nuevo en el Badalona, ahora ya en el primer equipo, para dar en 2018 el salto a un Ebro donde se midió con el Valencia de Marcelino García Toral en la Copa del Rey 2018-19. Pero sería un curso más tarde, y de retorno al Badalona, donde eliminaría en el torneo del KO a todo un Getafe, dirigido por José Bordalás (2-0). En 2021 dio el salto a la Peña Deportiva, en Ibiza, al que dirigió dos temporadas antes de recalar en el Espanyol B el pasado 3 de julio.

Nunca había pasado hasta ahora de Segunda B, o de la Primera RFEF como se la llama ahora, un técnico que hasta no hace demasiados años compaginaba su tarea en los banquillos con su trabajo como conductor de autobuses de línea en Barcelona, hasta que pudo dedicarse exclusivamente al fútbol.

Amigo del fútbol vistoso pero con carácter, motivador, su aterrizaje en el Espanyol respondió a una apuesta del director deportivo, Fran Garagarza, quien a su llegada al club descartó otros nombres que estaban muy cerca del puesto, como era el caso de Ferran Costa. “Es el entrenador que queríamos, lo teníamos muy marcado”, afirmó el responsable también del fichaje de su antecesor, Luis Miguel Ramis, para el primer equipo, con palabras muy similares.

Su trayectoria en el filial esta temporada no ha sido fácil, a causa del continuo goteo de jugadores que han ido subiendo al primer equipo para engrosar las convocatorias y por algunas lesiones. Aun así, y tras un duro tramo inicial, el Espanyol B acumula tan sólo una derrota y hasta siete victorias en las 12 últimas jornadas, lo que le ha aupado hasta una encomiable sexta posición en su grupo de Segunda RFEF.

Un par de frases durante su presentación, el pasado 11 de julio, definen el salto de Manolo González hasta el primer equipo del Espanyol en Segunda A, con el objetivo ineludible del ascenso. “En los sitios donde he estado hasta ahora casi he tenido que barrer el vestuario”, afirmaba. “Cuando te llama el Espanyol, todo lo demás sobra, a nivel de ilusión, ganas, de compromiso no va a ser. Han sido muchos años de picar piedra para llegar a un sitio como el Espanyol, que desde pequeño lo he tenido marcado como mi club referencia”, sentenciaba.