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Luto en la familia sportinguista por el fallecimiento de su capellán

El Padre Fernando Fueyo, que murió a los 85 años, llegó al Sporting a finales de los 80 de la mano del histórico jugador y delegado Pepe Ortiz.

PACO PAREDESDIARIO AS

No ha llegado a ver consumado el cambio de propiedad de su querido Sporting, con el que ha sufrido mucho en los últimos años. Su vida se apagó casi al mismo tiempo que el fin de una etapa en el histórico club que ahora llora su pérdida. El Padre Fernando Fueyo, capellán sportinguista durante más de tres décadas, falleció en Gijón a los 85 años y su muerte ha teñido de luto a toda la familia sportinguista.

Fernando Fueyo (Gijón, 1937) era un personaje muy querido en su ciudad natal y en particular en el Sporting. Titular de la parroquia de San Nicolás de Bari desde que regresó de su labor pastoral como misionero en Burundi, a principios de los 80, el Padre Fueyo llegó al club rojiblanco a finales de esos 80 de la mano de su amigo Pepe Ortiz, el histórico jugador y delegado del club rojiblanco en la mejor época de la entidad.

“Su carisma, su cercanía y su sentimiento sportinguista le hicieron ganarse la amistad y el cariño de innumerables jugadores, técnicos y empleados que pasaron y están en el Club”, dice el comunicado del Sporting sobre su fallecimiento.

La última década en el Sporting fue de especial sufrimiento para Fernando Fueyo, que falleció el Hospital de la Cruz Roja de Gijón donde estaba ingresado como consecuencial del empeoramiento de su delicado estado de salud. Las fallecimientos de Manolo Preciado, Quini o, hace tan solo cuatro meses, José Fernández, cuyos funerales se vio obligado a oficiar, fueron los momentos más dolorosos de su vinculación al club rojiblanco, al margen de haber sufrido en su pasión deportiva con el último descenso del equipo a Segunda o el mal trago de la última temporada con el fantasma de un nuevo e inédito descenso a la Primera RFEF.

La decisión con Rubi

Precisamente en la última temporada del Sporting en Primera sufrió el único episodio que amargó su condición de capellán rojiblanco. Rubi decidió en 2017 cortar una tradición de más de 20 años en el vestuario sportinguista como era la oración del Padre Fueyo con los jugadores antes de comenzar cada partido en El Molinón. “No le he dado demasiada importancia. Los curas estamos obligados a obedecer. Me extraña y lo acepto. Antes era la misa, con el equipo, y ahora era el padre nuestro”, declaró por aquellas fechas a El Comercio.

“No es que no entre Fueyo, es que no entra nadie; está para ayudarnos cuando quiera pero antes del partido el vestuario quiere estar solo. No es que no entre Fueyo, es que no entra nadie; está para ayudarnos cuando quiera pero antes del partido el vestuario quiere estar solo”, aclaró el entonces entrenador del Sporting. El Padre Fueyo le demostró a Rubi tiempo después no guardar resentimiento alguno por aquella decisión. “Es un gran chaval y para nada ateo”, declaró el sacerdote a La Nueva España en víspera de la visita del Almería a El Molinón el pasado noviembre.

Al margen de aquel pasaje que se ha quedado en anécdota, el sportinguismo se queda hoy con la sonrisa permanente del Padre Fueyo que siempre procuraba recibir a jugadores o entrenadores recién llegados. Él se ha ido para encontrarse con Ortiz, Quini, Tati Valdés, Preciado, Fernández y tantos otros a los que admiró y les mostró una devoción eterna.

La imagen que acompaña estas líneas recoge el momento en que Fernando Fueyo recibe el saludo de Herminio Menéndez, junto a Ramón de Santiago y con Nico Rodríguez y Carlos Barcia cerca. La escena se produjo a finales del pasado mes de febrero, antes del funeral por José Fernández, expresidente y propietario del club, padre del presidente Javier Fernández.

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