Los ausentes se unen a la causa

Gestionar un vestuario, insisten los que lo hacen a diario (sean entrenadores, jugadores, directivos…) es una de las cuestiones más complejas de administrar en un equipo de fútbol. Sucede también en otros ámbitos laborales, donde las cuitas colectivas y personales de cada uno crean caldos de cultivos que afectan a los resultados. A favor. En contra.

Ocurre que en los deportes colectivos el protagonismo, mayor o menor, en la competición puede viciar el ánimo de los atletas y acabar intoxicando al grupo. Se ve con frecuencia incluso en los mejores escenarios de éxito, como podría ser el del Leganés, líder de Segunda de manera consecutiva desde hace 21 jornadas. Hazaña histórica donde todos quieren participar. Todos quieren una cuota de protagonismo que no siempre se puede conceder. Es aquí donde podría emerger el conflicto. No en Butarque.

En el caso de los pepineros, ese éxito en parte se explica por el proceso contrario, esto es, por cómo los que son menos habituales, lejos de ensuciar el ambiente, reman en la misma dirección para lograr el gran objetivo del ascenso. Al sur de la capital, los ausentes se unen a la causa casi con igual o más fervor que los que lo juegan absolutamente todo.

Una familia “de verdad”

“Este vestuario es una familia”, repiten los pepineros cada vez que dan la cara en zona mixta. “De verdad, tío, créeme. Es la puñetera realidad. De los mejores vestuarios de mi vida”, cuentan en privado algunos futbolistas a AS con palabras, eso sí, más gruesas que enfatizan más si cabe el mensaje.

Hay pruebas videográficas. Cissé es la más recurrente. El jugador guineano del Leganés ha pasado por un proceso llamativo. Difícil. De ser la perla recurrente y una de las estrellas del equipo en cursos anteriores, a ver como su rol de habitual se apaga. En 2024 apenas ha jugado un puñado de minutos (24) repartidos en dos jornadas (2′ y 22′ respectivamente).

Eclipsado por otros, el chaval (tiene 23 primaveras) no solo no protesta o ensucia el vestuario, sino que luce siempre que puede la mejor de sus sonrisas, como se puede ver en los ya tradicionales vídeos de celebración del vestuario que las cuentas oficiales del Leganés difunden. En ellos Cissé siempre aparece bromeando, riendo, vacilando al resto y festejando como un niño pequeño. No es conformismo. Es compañerismo y felicidad. Por que en su perfil de Instagram a su vez, muestra también cómo trabaja a diario para intentar revertir su situación. El cuerpo técnico y el lo reconoce. No es el único.

La gestión del club

Chicco, Perea, Abzi, Dani Jiménez, Nyom, Borja López, Arambarri… ninguno luce muestra alguna de malestar cuando han pasado por periodos de incomparecencia que, en el caso de algunos jugadores, se ha transformado en norma esta temporada. Cierto es que la procesión va por dentro, pero cierto es también, admiten fuentes del club y del vestuario, que ese malestar apenas trasciende en el trabajo diario. Otras temporadas, añaden estas mismas fuentes, no fue así.

Años atrás la gestión de egos y el reparto de protagonismos fue, en algunos tramos de esas campañas, cuestión algo más compleja. Lo normal en un vestuario, añaden esas mismas fuentes, que insisten en que lo extraordinario es lo que sucede este curso, esto es, el magnífico buen rollo de un bloque familiar al que ayuda la gestión del club. El cuerpo técnico, encabezada por Borja Jiménez, y la dirección deportiva, encabezada por Txema Indias, son piezas clave, cuentan los jugadores, para opacar los anhelos individuales y hacer que prime el colectivo de un equipo que se siente cercano a hacer historia. Al ascenso.

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