La tranquilidad y estabilidad con las que el Racing y el racinguismo han soportado un inicio permanentemente en puestos de descenso empieza a dar frutos
‘El alargue’ de la semana pasada arrancaba diciendo que ‘Debe ser reconfortante para los jugadores y técnicos del Racing ver la placidez con la que vive su entorno el arranque de la competición pese a que los números son descorazonadores. Desconcertantes. Terribles’. Bueno, pues esa calma chicha en medio de la tormenta de resultados parece que tiene premio. El Racing sigue en puestos de descenso, es verdad, pero firmó ayer en Valencia su mejor partido de la temporada y trasmite, pese a una falta de gol evidente, la sensación de confianza en sus posibilidades y de que tiene un plan. Puede que no guste, por que es muy defensivo y tiene muy poco el balón, y eso no se lleva, pero lo tiene. A veces, tener muchos planes, en el fútbol acaba traduciéndose en que no tienes ninguno. Salvo a superdotados como los que tiene el Madrid, por ejemplo, que son capaces de jugar a cualquier cosa y ganar, los futbolistas terrenales (y los del Racing y todos los demás de Segunda los son) necesitan un guion muy clarito: esto somos y así jugamos. Y eso a Romo no se le puede discutir. Confía en los que confía y no da bandazos. Y hay que decirlo cuando sale mal y también, como ayer, cuando sale bien.
Le da para más
Jordi Mboula siempre me deja la sensación en los partidos de que va con el freno de mano echado. Que si se desmelenara (en lo metafórico, que un entrenamiento ya le vimos sin las trenzas e impresiona, es como el Rey león), sería un arma letal. Ayer fue el autor del pase que acabó en la red por un autogol de Rubén Vezo, aunque doy más mérito a lo bien que temporiza la contra Jorge Pombo, y esa es su mejor virtud: centra muy bien. Cada vez que la pone en el área, la pelota va tensa, con sentido y es francamente rematable, como en pase de la muerte que le puso a Matheus en la primera mitad. Sin embargo, parece un jugador con potencial para atacar más al espacio y no esperarla siempre al pie o para cargar el segundo palo cuando la jugada llega desde el lado de Íñigo Vicente. En fin, supongo que hiciera todo eso que me parece que puede hacer, estaría todavía en Mallorca. En cualquier caso, su actitud es impecable, como la de sus compañeros en general, y mientras las piernas le dan intenta ayudar también a su lateral (sea el que sea cada día).