La joven agredida por el juvenil de Las Palmas: “La Policía me abrió los ojos”
“No quería aceptar lo que me estaba pasando”, insiste en Diario AS. Asegura que no sabe nada del club.
La que hace unas semanas era esa mirada triste, vacía, aquellos ojos mirando a ninguna parte como fiel reflejo de una adolescente sumergida en un mundo tenebroso, se han transformado ahora en una vista vibrante, unos párpados bien abiertos y un discurso a veces corto pero siempre directo y efectivo, como ese fútbol que tanto le gusta.
María, nombre ficticio usado para proteger una intimidad atacada por los golpes y la sinrazón, se sienta con decisión en su cita con Diario AS. “Me encuentro mejor, pero es algo que me ha costado bastante”, dice. Se refiere, claro, a los malos momentos vividos con Joel Domínguez, un futbolista juvenil de Las Palmas, que ya hizo sus pinitos con el primer equipo. “La primera vez que me puso la mano encima fue el 20 de enero de este año. Pero se disculpaba. Después fue a menos, y en un momento dado empezó a subir su agresividad”, relata.
En el fondo, tuvo suerte. Cierta noche macabra, un policía de paisano se topó con una bronca monumental en plena calle. “Al principio no lo veía así pero después, cuando me traicionó, sí entendí que la tuve”, desvela durante la grabación de esta entrevista, en la que también habla de “esperanza”.
A sus pies, delante de unos ojos enormes que piden a gritos volver a sentirse tan plenos como siempre, se expande una ciudad y el hermoso Océano Atlántico que ahora tanto le cuesta disfrutar. “Puede llegar a ser una paranoia, pero a veces me pongo nerviosa y tengo que irme a casa como cuando, por ejemplo, salía con mis amigas a la playa y sentía que me estaban mirando. Puede que sea mi cabeza. Además, él tiene muchos seguidores…”.
Nos citamos con ella a solas, sin más testigos ni pretensiones que la pura necesidad de darle voz a una víctima de malos tratos. Su madre, Mara, una heroína sin capa que también se sentó con Diario AS hace unas semanas, la espera en otra estancia de nuestro punto de encuentro. Parecen más unidas que nunca. Sus hermanas, a las que adora, esperan la mejor versión de ella, que se muere por ofrecerles. Nadie nos acompaña. Ni tampoco, nadie de Las Palmas, desvelan María y su familia, se ha acercado como muestra de apoyo. “El club no se tiene que poner en contacto con la familia de la chica. Estamos haciendo el trabajo profesional con el jugador, dirigido por profesionales. Cuando acabe el trabajo se incorporará”, insisten a este medio desde la propia Unión Deportiva. La familia de María sostiene que pusieron algunos de estos sucesos en conocimiento del club, algo que también se niega desde Las Palmas.
Nuestra protagonista cumplirá 17 años dentro de un rato. En esa tarta habrá mucho amor que repartir a quien de verdad importa. “He aprendido que nunca más volveré a poner a nadie por delante de mi familia. Llegué a apartarme de mi prima, de mis amigos… Ahora me siento más aliviada con esta situación. En parte, lo que me hizo es, obviamente, horrible y no se justifica. Pero algo aprenderé. A malas, pero si lo viví fue por algo”, anuncia más que segura de sí misma.
De usted me hablaron como “un cristal de un coche roto en mil pedazos” que había que recomponer poco a poco. ¿Cómo se encuentra a día de hoy?
… (lo piensa). Mejor. Pero me costó bastante.
¿Por qué?
Era consciente de lo que estaba pasando pero no lo quería aceptar; o no lo sabía llevar.
¿Qué le hizo darse cuenta de que lo que estaba ocurriendo no era bueno para usted?
No lo vi hasta mucho después de lo que pasó (la última agresión sufrida). Por ejemplo, cuando pasó la noticia de que se lo llevaron al calabozo y me había pegado yo seguía sin ver la gravedad del asunto. Lo me que hizo ver que lo que estaba pasando estaba mal fue cuando hablé con unos policías. He hablado con psicólogos, con mi madre, con mis primos, con mis tíos, todo el mundo me ha hablado. Pero realmente, las únicas personas que me abrieron los ojos fueron los dos policías que me atendieron. Básicamente me dijeron que me entendían, pero que me estaba estampando contra una pared, y que por más que le explicase a la pared que estaba mal lo que estaba haciendo, si seguía caminando hacia ella me iba a seguir estampando. Entonces, eso me hizo ver todo desde fuera. Por eso creo que abrí los ojos.
Cuando saltó la noticia de que este pibe le había agredido, fue precisamente un policía quien presentó esa denuncia.
Sí, un policía que estaba por ahí cerca.
¿Cómo es ahora su vida cotidiana? ¿Puede ser la normal de alguien que está a punto de cumplir los 17 años?
A los estudios he tenido que ponerles una pausa porque no me siento bien como para estar centrada. Ni como para salir con normalidad a la calle, pues siento que la gente me mira porque me conoce por eso. A la hora de hacer amigos siento como que todo el mundo se apiada de mí por la noticia. Sí que puedo hacer algo de vida normal, pero me siento observada y como que se apiadan de mí. Pero yo no quiero dar pena. A donde voy siento que me miran, que me conocen por eso. Puede llegar a ser una paranoia, pero a veces me pongo nerviosa y tengo que irme a casa como cuando, por ejemplo, salía con mis amigas a la playa y sentía que me estaban mirando. Puede que sea mi cabeza. Además, él tiene muchos seguidores…
Fueron varios episodios violentos los que vivió, ¿no?
La primera vez que me puso la mano encima fue el 20 de enero de este año. Pero se disculpaba. Después fue a menos, y en un momento empezó a subir la intensidad de su agresividad. Lo que salió público fue solo esa última vez. De hecho hay más cosas de las que han salido porque yo no conté nada en el juicio. Entonces, lo único que sabe la gente es lo que vio el policía fuera del portal. Pero luego, como contaron los testigos, entramos al portal y hubo más episodios. Además, me estaban echando a mí la culpa porque la gente le había visto. De hecho, tengo fotos que le mandé a su madre, y él mismo ha visto, donde me abrió la cabeza de un puñetazo y me dejó moretones en los brazos. Eso fue dentro de su portal.
¿Eso ocurrió el mismo 20 de enero?
No. Ese día fue lo que sucedió tras un partido de Las Palmas (gritos y vejaciones en plena calle. Aquel día Las Palmas le ganó 2-1 al Mirandés). Esto último sucedió el 7 de marzo.
¿Se podría interpretar que tuvo suerte de que ese policía de paisano pasara por allí y viera toda la secuencia?
En ese momento pensé que no era suerte, pero ahora sí que lo siento porque he visto la traición. Por ejemplo, cuando pasó todo nunca dije nada de él, le defendí cuando no tenía ni que hacerlo porque esos hechos eran una realidad. Ver que luego me traicionó denunciándome, poniendo biografías en Instagram de que si se verá la verdad cuando yo nunca había dicho nada de él, como intentando echarme a mí el muerto y dejándome de mentirosa cuando ni siquiera había contado nada… Eso es lo que me hace ver el tipo de persona que es.
¿Hasta ahora no había hablado de esto con nadie?
No (rotunda).
¿Le costó asumir que ha sido una persona maltratada?
(lo piensa). No me gusta que se me vea como víctima. No me agrada. Por ponerte un ejemplo: era como una persona que consume. Estaba viendo que me hacía mal, que me hacía daño; pero seguía y seguía. Tenía esa adicción, pero lo veía. Sabía que me afectaba pero siempre mantenía esa esperanza de que cambiase. Esa esperanza es ahora totalmente nula. Al menos, estando conmigo.
Tras conocerse este episodio de maltrato, en el primer comunicado que saca el club se insiste en que todo sucedió en el ámbito privado del futbolista y no se hizo mención a la víctima. ¿Cómo lo analiza?
En ese momento seguía con la dependencia hacia él. Entonces, echándome a mí la culpa, no quería afectarle ni en su trabajo ni a lo que se dedica.
¿Echarle la culpa él a usted?
Supongo, pero no podemos hablar. Por cómo actuó ese día en el portal, diciéndome que por mi culpa le habían visto… Supongo que me echará a mí la culpa, pero no lo sé. Yo a mí misma sí me la eché: si me hubiese ido no me hubiese pegado y no hubiese pasado nada, por ejemplo, llegué a pensar. En ese momento, el comunicado… ¡Pff! Yo le defendía, así que tampoco me fijé si me nombraban o no. Me quedé tranquila porque no le echaban del club. Pero ahora veo que, intentando protegerle, le estaba perjudicando más porque no está teniendo consecuencias por sus actos.
La propia UD, en boca de Miguel Ángel Ramírez, dueño y presidente del club, habla de Joel, un chico de 18 años, como “un activo del club al que hay que defender”.
Más que nada, lo que me afecta es que el club no se ponga en contacto conmigo. No sé, preocuparse. No hubo ninguna preocupación. Ellos lo salvaron. Si es la decisión que tomaron…
El club insistió después en que ellos apoyan a las víctimas. ¿Continúa Las Palmas sin ponerse en contacto con ustedes?
Nadie, nada. Ni entrenadores ni jugadores de la UD. Nadie.
De quien sí que no le faltó apoyo es de la afición de Las Palmas.
Me ha hablado mucha gente. He sentido que toda la afición estaba apoyándome, eso seguro. Un compañero de su equipo (de Joel) sí me escribió diciéndome que me mejorase, que estuviese bien. Sí se preocupó. Es lo único relacionado con lo que es la Unión Deportiva que habló conmigo.
¿Considera que la ayuda que le ofrece el club a este chico es suficiente? Esos 40 días de trabajo comunitario, que entrene sin sus compañeros pero con un preparador de la propia UD. Nos afirman que “está trabajando con profesionales”.
No (rotunda). Creo que se tenían que haber tomado otras medidas. Un psicólogo, por ejemplo, sería lo mínimo. Para que se le trate. Al final es un problema que seguirá teniendo si no se le trata ya, que tiene 18 años y se le puede, con mucha suerte, cambiar. No conmigo, pero tengo la esperanza de que pueda cambiar. Pero la verdad: no lo sé.
Ahora que empieza poco a poco a levantar cabeza es el momento de hacer balance. ¿Qué ha aprendido de esta experiencia?
Que nunca más volveré a poner a nadie por delante de mi familia. Llegué a apartarme de mi prima, de mis amigos… Ahora me siento más aliviada con esta situación. En parte, lo que me hizo es, obviamente, horrible y no se justifica. Pero algo aprenderé. A malas, pero si lo viví fue por algo, algo tenía que aprender de ahí aunque haya tenido que ser así. Aprendí a hacerme respetar en pareja o con amigos. Y a no perdonar lo imperdonable.
Le he preguntado, claro, por su situación personal actual. ¿Cómo es la de su familia?
Mejor. Mi madre está conmigo y me está ayudando a sobrellevar una situación que, poco a poco, va mejor.
¿Considera que su testimonio, su mensaje, puede ayudar a otras chicas que nos lean y que hayan vivido lo mismo que usted?
Espero que sí, y que aprendan a empoderarse.
Después de todo lo que ha pasado, ¿ha seguido yendo al Estadio? Siempre ha sido una gran aficionada a Las Palmas incluso antes de nacer (su madre es sobrina-nieta de Vicente González, uno de los grandes de la propia UD de los años 60-70).
No (rotundo). No me he sentido como si me estuvieran mirando, sino que no he ido por mi estado emocional. Pero probablemente me sentiría observada aunque no me conozcan. Es mi cabeza. No sé cómo lo llevaría. En cuanto pueda vuelvo a la grada, pero porque es algo que me gusta y no porque esté apoyando a la Unión Deportiva.