Javi Castro, de tapahuecos a central indispensable

“Hemos fichado un Manu Hernando 2.0″, era la carta de presentación que desde el Racing hacían de Javi Castro este pasado verano cuando AS adelantó su fichaje. Jugador que, como su compañero palentino, cumplía las tres B: bueno, bonito y, sobre todo, barato. Pero es que al igual que Hernando, Castro compartía características similares como defensa diestro, rápido, fiable y sin llegar de un equipo con un gran cartel..., y siendo petición expresa del entrenador.

Hasta la fecha, a Castro le ha tocado esperar su oportunidad desde el banquillo, siempre a la sombra de la pareja Manu Hernando - Javi Montero, por la que apostó José Alberto desde la jornada 1. Pero ahora, en la novena estación de la temporada, llegan los cambios obligados. Manu Hernando acabó expulsado en La Romareda y se perderá el partido contra el Levante y el primero a la cola es precisamente su ‘doble’ madrileño.

El primero y único prácticamente, porque Pol Moreno, en la práctica esta temporada cuarto central del equipo, está lesionado como apuntó José Alberto tras el partido. Tiene roto el quinto metetarso y esta mañana ha pasado por quirófano. A todo esto hay que sumarle que Álvaro Mantilla (en el que José Alberto confía mucho) sigue de baja sin una fecha de vuelta estipulada y que, desde la cantera, el zurdo Jorge Salinas está concentrado disputando un torneo con la Selección Española Sub-18. Por lo que el domingo, si nada extraño ocurre, el 5 debutará como titular.

Javi Castro (Madrid, 2000) llegó este pasado verano al Racing procedente del Alcorcón, con el que todavía le restaba un año de contrato, pero que con su descenso a Primera Federación accedió a darle la libertad con un traspaso en el que solo cobraría variables por un futuro traspaso. Estudiante de 3º de Periodismo en la Universidad Internacional de La Rioja, comenzó a pegar sus primeras patadas al balón en el equipo de su colegio, el SEK, hasta dar el paso al Canillas, Rayo Vallecano y finalmente Alcorcón.

Esta temporada ha jugado cuatro partidos, los cuatro entrando desde el banquillo y sin contar descuentos, se queda cerca de los 90 minutos en total. Especialmente meritorias fueron dos de sus actuaciones: en el Carlos Tartiere, salvando un gol cantando de Alemao y el otro día en La Romareda, donde provocó (fruto de su ímpetu en la presión) el robo de balón que terminó con el zurdazo de Aritz Aldasoro.

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